Aurora.
Desperté aun pensando en el día de ayer, cuando descubrí quién era realmente Demian. No lo había conocido realmente de jóvenes, no se metía con nosotros ni nosotros con él, pero ¿acaso Demian había ocupado el lugar de su padre? Mi corazón pasó de acelerarse a detenerse en cuestión de nada, Archer tenía razón, estaba loca.
Me levante de la cama y me cambie, era hora de trabajar. Camine al consultorio y allí ya estaba Archer como de costumbre.
―Buen día.
―Buen día ―respondí, el me vio primero y lo vi intentando sonreír, sin embargo, no lo logró, pero si me hizo reír su esfuerzo.
Pasé de largo entrando a la pequeña cocina del lugar para hacerme un café, hasta que descubrí algo que ayer probablemente no vi. Había esencia de vainilla para el café, era raro, sabía que Archer ni en sueños le pondría esto a un café. No dudé en usarlo, era mi favorito.
Los pacientes comenzaron a entrar y salir a sus respectivos horarios y yo no podía dejar mi mente en paz, no podía contestar las llamadas de Demian, lo ignoraría hasta que se olvide de que existo.
―Hola Aurora ―Birdie entro al consultorio con su uniforme de primaria y mochila rosa brillante.
―Hola Birdie ―fingí una sonrisa despreocupada y ella fue a su asiento designado de la sala de espera―. ¿Cómo te fue hoy?
―Te lo diré si prometes no decirle a papá ―me susurró observando su puerta con miedo. Me acerqué para sentarme a su lado.
―Te lo prometo. Puedes decirme lo que quieras.
―Golpee a una compañera de mi clase ―confesó apenada.
―¿Qué? Birdie, pero ¿qué pasó? ―me preocupe.
―Es que ella comenzó, mira lo que hizo ―sus ojos comenzaron a humedecerse mientras se quitaba su gorro de lana. Entonces pude ver una goma de mascar pegada en su precioso cabello rubio.
―No puede ser ―cerré mis ojos tratando de tranquilizar mi rabia hacia la pequeña detestable que le había hecho eso a Birdie. Al abrirlos ella me veía preocupada.
―Tendrán que cortarme el cabello ―ahora sus pequeños ojos verdes si comenzaban a derramar lágrimas de angustia.
―Por supuesto que no cielo, tienes suerte porque se cómo quitarlo y nada le pasara a tu cabello, lo prometo ―me paré de un golpe y fui a la cocina, en el mini refrigerador tome hielo y lo envolví en papel. Luego busqué un poco de aceite de la cocina y volví con la pequeña―. Te dejare el hielo para que el chicle se endurezca y luego con el aceite se quitara rápidamente.
―Muchas gracias Aurora, confió en ti ―Birdie secó sus lágrimas y se mostraba un poco más tranquila.
―¿Quieres contarme por qué pelearon? ―le pregunté condescendiente.
―Es que ella me odia, no puedes decirle a papá. Natalie me molesta porque no tengo a mi madre, es cruel y te prometo que jamás le hice nada para merecerlo ―me contó avergonzada.
―Birdie, te creo pequeña. Los niños pueden ser malos, debes hablar con tu maestro y con tu padre cariño, esto no debe ocurrir, te prometo que acabará cuando lo hagas ―le aconsejé con lo que creí que era mejor para ella, pero para mí lo mejor era que esa niña reciba lo mismo para que entienda.
―Lo intentaré, Aurora. Extraño a mi madre, ya no la recuerdo, su cara en mi mente es borrosa y cada día desaparece un poco más ―agachó su cabeza con melancolía, mi corazón se rompió un poco, porque podía entenderla.
―Tengo algo para ti, sostén el hielo ―ella presiono el hielo es su cabello como yo lo hacía.
Fui hasta mi bolso buscando lo que siempre llevaba conmigo. En mi billetera traía una foto de mi cumpleaños número 15, en la que estábamos Lyn, Archer y yo. No habíamos sido tan cercanas jamás, pero era de las pocas fotos que tenía con Archer y la conserve solo por eso. Volví al lado de Birdie y se la entregué.
―Son mamá y papá ―su pequeño rostro se ilumino de emoción alabando a sus jóvenes padres.
―Así es ―volví a mi trabajo del hielo.
―La conociste, esta eres tú ―dio media vuelta solo para verme con inquietud.
―Si de hecho no éramos muy cercanas Birdie, pero fuimos juntas a la escuela con tu padre ―no mentía, pero tampoco podía decir que Lyn había sido una perra en muchos aspectos.
―Papá no habla demasiado de ella en casa ―sus ojos volvieron a la fotografía. Estaba admirando cada pequeño detalle que pudiera ver―. Por favor, cuéntame cualquier cosa sobre ella.
Bien, nos conocimos a los 14 en un campamento de verano, ella se acercó a mí y luego a Archer. Supongo que se enamoró de él apenas lo vio ―ya no estaba siendo sincera.
Lyn buscaba a todos los chicos hasta que alguno endulzara tanto su oído de elogios como para quedarse, sin embargo, nunca funciono. Lo que realmente pasó fue que comenzó a estar celosa de mi relación con Archer, entonces intentaba alejarnos, eso no funcionó al inicio.
―¿Y papá de ella? ―pregunto emocionada por la historia de amor.
―Supongo que sí, linda ―le sonreí insegura por mi respuesta.
Archer había intentado escapar de Lyn cada vez que la veíamos, en el campamento solíamos levantarnos antes que ella para salir a caminar y que no nos siguiera. Nunca supe en qué momento me había distraído un poco para no vérmelo venir, a ella no le gustaba Archer sinceramente y a él mucho menos ella, aunque no sabría decirlo con seguridad, él no me había hablado de ninguna chica jamás.
―¿Crees que me parezco? ―puso la fotografía junto a su rostro e intentaba imitar la sonrisa de su madre.
―Creo que tienes su cabello y su nariz también, pero sin dudas tienes la sonrisa y los ojos de tu padre ―claro que sí, no podría confundir esos ojos verdes, solo conocí a un niño con ellos y siempre los había amado. Expresaban la dulzura del mundo, ahora conozco a un hombre que apagó cada sentimiento de ellos y a una niña que lo reemplazó.
―Si, todos me lo dicen ―se resignó volviendo a la foto.
―Bien Birdie, está hecho. Ya no hay goma de mascar en tu cabello ―se lo mostré asqueada, era una horrible bola color rosa.
―Muchas gracias, Aurora ―simplemente me abrazó por al menos un minuto.
―No hay de que linda ―le sonreí mientras ella tomaba su mochila. No había notado que ya había acabado mi horario.
―Toma Aurora, gracias por recordarme su rostro ―me extendió la fotografía un poco desilusionada y con más ansias que antes de seguir observándola atentamente.
―Es tuya Birdie, te la regalo con la condición de que la cuides muy bien, es una fotografía importante ―me preguntaba si Archer aún la recordaba o por qué no le había dado la suya a la pequeña Birdie. Mi abuelo nos la regalo en una navidad, ya no recuerdo cuantos años teníamos, pero eran de las pocas fotografías que prueban que alguna vez Archer y yo fuimos inseparables.
―¿De verdad? Te juro que la voy a cuidar con mi vida ―su rostro se iluminó como si fuera a explotar y enceguecernos a todos. No paraba de dar saltitos de felicidad.
―Mejor que sea nuestro secreto ―le susurré ahora con temor de que su padre quiera asesinarme mientras descanse esta noche, tenía suficientes razones.
―Hecho ―cerramos un pacto con nuestras manos y yo comencé a guardar mis cosas y ordenar el escritorio.
Archer salió de su oficina lo cual significaba que ya era hora de irse. Los tres salimos y sin decir nada Archer abrió nuevamente la puerta del copiloto para mi luego de darme una rápida mirada que me hizo accionar y subir sin protestar.
Él se aseguró de que Birdie estaba segura en el asiento trasero antes de comenzar nuestro corto trayecto silencioso.
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Bajo la Aurora
RomanceEn la vida de Aurora, todo comenzaba a desmoronarse. La despidieron del trabajo de sus sueños y sus anhelos de ser madre se desvanecieron. Desesperada por un cambio, decide mudarse a la ciudad más fría del mundo, refugiándose en la pequeña casa roja...