Demasiado tarde

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Aurora.

El sol ya se había ocultado tras las montañas cuando llegué a la puerta de la casa de Archer. Sentía un ligero nudo en el estómago mientras levantaba la mano para tocar. Había algo distinto en esta visita, una sensación que me recordaba las palabras de Sussy y Tara.

Mis pensamientos se interrumpieron cuando la puerta se abrió, revelando a Archer. La verdad es que no solo se veía bien, se veía increíble con esa camisa azul claro, y el pantalón chino le sentaba a la perfección, como si cada prenda hubiera sido hecha a su medida. Pero no era solo su apariencia lo que me afectaba, era el aura que lo rodeaba, una mezcla de seguridad y vulnerabilidad que me desarmaba por completo.

La luz tenue de la sala acentuaba su figura, y el aroma a colonia fresca se mezclaba con la brisa nocturna, despertando algo en mi interior que intentaba reprimir.

—Hola Aurora —dijo Archer con una sonrisa que hizo que mi corazón diera un vuelco.

Sentí que las palabras se atascaban en mi garganta, como si mi cuerpo supiera lo que mi mente aún intentaba negar. Aun así, logré sonreírle de vuelta, aunque por dentro me sentía como una montaña rusa a punto de descarrilarse. Su presencia llenaba todo el espacio, como si el aire mismo se volviera más denso cuando él estaba cerca.

—Hola Archer —respondí tratando de mantener la compostura mientras notaba cómo me miraba. Había algo en su mirada, algo que me hacía sentir expuesta, como si pudiera ver más allá de mi—. Te ves... bien esta noche.

—Gracias —respondió y aunque su sonrisa era amable, había algo en sus ojos, algo que me hacía pensar que estaba analizando cada uno de mis gestos, como si estuviera buscando una respuesta que no se atrevía a pedir. Sentí un nudo en el estómago al darme cuenta de que yo también estaba buscando lo mismo en él—. Tú también te ves bien.

Quise decirle tantas cosas, pero me contuve. En lugar de eso, me quedé allí, luchando con las palabras que se agolpaban en mi garganta, mientras el silencio entre nosotros crecía. Por un momento, pensé que Archer iba a decir algo más, pero solo se quedó mirándome, como si estuviera buscando el valor para hablar.

El ambiente se cargó de una tensión que ambos podíamos sentir. Quería preguntarle si realmente estaba bien con esto, si de verdad quería salir con Kirsty, si estaba seguro de que no había algo más entre nosotros que valiera la pena explorar. Pero el miedo a su respuesta me paralizaba. ¿Y si no sentía lo mismo que yo? ¿Y si ya lo había perdido sin siquiera haberlo tenido?

Antes de que pudiera decir algo, el sonido de pasos ligeros en las escaleras llamó nuestra atención. Birdie bajaba corriendo, su carita iluminada al verme.

—¡Aurora! —exclamó Birdie, lanzándose a mis brazos en un abrazo cálido.

—Hola, pequeña —la abracé con cariño, sintiendo un alivio momentáneo en su inocente entusiasmo—. ¿Estás lista para divertirnos?

—Sí —dijo con una gran sonrisa antes de volver a subir las escaleras—. Voy a buscar algunas películas. ¡Tengo que mostrarte mi colección!

Nos quedamos en silencio, ambos conscientes de la tensión que flotaba en el aire. Podía sentir la atracción entre nosotros, palpable y electrizante, como una cuerda tensada que podría romperse en cualquier momento.

Archer fue el primero en romper el silencio. Se acercó a tomar su abrigo del perchero junto a la puerta, sus movimientos medidos y precisos, como si también sintiera la presión de aquel momento.

—No volveré tarde —había algo en su tono que me hizo pensar que estaba mintiendo, o al menos, que no estaba siendo del todo honesto.

Quería creer que no quería irse, que se sentía tan atrapado en este momento como yo, pero no podía estar segura. Quizás solo estaba proyectando mis propios deseos sobre él, viendo lo que quería ver en lugar de la realidad.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora