Repetir patrones

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Aurora.

Estaba organizando los pacientes de Archer en la computadora alfabéticamente para encontrarlos más fácilmente. Luego cree una página de citas online para que la gente no deba venir hasta aquí y mantener el orden, este lugar debía actualizarse un poco más.

―Señorita Peterson, el doctor la atenderá enseguida ―era la última paciente en al menos una hora, así que tenía tiempo de ir por un café a una cuadra y no beber la basura que ofrece Archer.

Tomé mi bolso y en el mostrador puse un letrero avisando que volvía enseguida. Caminé observando cómo se comenzaba a sentir la temporada navideña, las tiendas tenían todo lo necesario para decorar lo que sea en rojo y verde. Era triste encontrarme sola en una celebración que me gustaba tanto, sin embargo, siempre había estado sola.

―Hola, voy a querer un vainilla latte y un roll de canela, por favor ―le pedí a la simpática chica del otro lado.

Esperé cerca a que me dieran el pedido mientras observaba un libro solo sobre la mesa de la cafetería, no había visto ese libro en mucho tiempo, no sabía que aún se podía conseguir. Sin pensarlo, lo tomé en mis manos: "Entre amar y odiar" de Liam Clemonte, precisamente el padre ausente que me tocó. Solo había visto el libro a los trece años cuando llegó por correspondencia como obsequio a la casa de mi abuelo, me escondí mientras veía cómo le tiraba ron encima y se incineraba cada página en la chimenea. Mi abuelo no había querido hablar con su hijo dos años después de abandonarnos en su casa, lo desterró de todas las formas posibles por ser el peor padre del mundo.

―Disculpa, ¿necesitabas algo? ―frente a mí apareció un hombre totalmente impoluto, de pantalones rectos y formales, camisa blanca impecable bajo un chaleco negro a combinar con los pantalones. Con lentes perfectamente alineados y un perfume que me embriagó. Me sonrió de lado, avergonzado al ver que solo me quedaba allí.

―Lo siento mucho, solo reconocí el libro. Lo lamento ―lo dejé nuevamente en su lugar con torpeza y fui por mi café y roll que debieron estar listos hace minutos.

Ruborizada, encaré mi camino de vuelta sin ver al hombre, caminé con un poco de velocidad hasta entrar al consultorio y sentarme al otro lado del recibidor con mi compra sobre este. Me concentré en ordenar la página web de este desastroso lugar.

―Hola, discúlpame. No quise seguirte, pero no tuve tiempo de presentarme. Soy Demian y creo que olvidaste tu bolso en mi mesa ―el hombre de la cafetería me había hecho sobresaltar, apareciendo frente a mí con un bolso negro que definitivamente no era mío, pero que alzaba frente a mi cara como un gran trofeo.

―Hola, Demian. Soy Aurora y aprecio que hayas corrido hasta aquí con el bolso, pero no es mío ―mordí mi labio inferior con nerviosismo, él abrió los ojos enormemente y bajó su trofeo.

―Entonces fue un gusto conocerte y, si me permites, ya regreso ―del color de los tomates, salió del consultorio casi corriendo. Aún sorprendida por lo que acababa de pasar, me quedé estática en mi asiento.

Ese hombre había creído encontrar mi bolso y agitado llegó hasta aquí con, al parecer, la excusa de devolverlo.

―Bien Miriam, vuelve en un mes para tu control, ¿sí? ―Archer acompañaba a la paciente a la salida.

―Sí, doctor ―tragué en seco y me puse nuevamente a trabajar. La paciente salió y Archer se paró a mi lado para ver si efectivamente estaba cumpliendo con mis deberes.

―En tal vez media hora llegará Birdie, solo dile que espere aquí a que salga ―me dijo mirando su reloj.

―Claro, yo me encargo ―aún sentía las mejillas rojas, así que no quería mirarlo.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora