Aura

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Aurora.

Mis maletas estabas listas, guarde las cosas más importantes y bastantes abrigos. Estaba decidida a visitar Nuuk, la pequeña ciudad donde viví toda mi infancia con mi abuelo y Carson. Probablemente su casa estaba muy descuidada, pero la podía poner en condiciones con los ahorros que me quedaban.

En su momento no supe reaccionar cuando él me dejo en su herencia esa casa, su hogar, pero creo que comenzaba a entender por qué necesitaba ir allí, era el único lugar al que llamé mi hogar. Necesitaba sanar mis heridas, necesitaba volver a conectar con algo.

Bajé hasta la entrada de mi edificio y pedí un taxi que me llevaría directo al aeropuerto, mi vuelo salía en una hora y comenzaba a sentirme ansiosa.

Tuve que sobornar al taxista con algunos dólares más por acelerar, pero al fin estaba allí esperando mi vuelo impulsivo.

Ni siquiera sabía que hacer al llegar, no sabía en qué condiciones estaba aquella vieja casa o si tal vez ya no existía, pero lo descubriría en un par de horas.

Llamaron para abordar mi vuelo así que me acerque a la puerta y luego de darle mi pasaje a la asistente, abordé esperando a llegar y saber que sería de mi vida, hoy probablemente comenzaba algo nuevo y debía admitir que me daba miedo afrontar cualquier problema que se me interpusiera, simplemente porque no resistiría nada más. Pero ahora entiendo que jamás tuve el control, de nada en mi vida, y menos ahora. Por suerte para mí, logré quedarme dormida o mis pensamientos me desbordarían por completo.

Desperté asustada por el aterrizaje turbulento, ya había llegado y solo me quedaba incorporarme para buscar mis maletas y encontrar un taxi aquí. Apenas puse un pie fuera del avión el frío me entumeció por completo, estaba muy bien abrigada pero igualmente el lugar era puro hielo, no lo recordaba así.

Tome mis maletas y camine a la entrada del aeropuerto, un hombre muy amable cargo mi equipaje en su taxi y le di la dirección que tenía en el sobre que dejo mi abuelo para mi junto con la llave y una carta. Realmente Nuuk estaba muy distinto, se había poblado muchísimo, era más grande de lo que recordaba, pero lo que no cambio es mi cosa favorita sobre el lugar, las casas coloridas sobre la descolorida nieve, pintaba el lugar como un sitio más alegre.

―Ya llegamos ―dijo el hombre mayor que me trajo, viéndome extrañado por el espejo retrovisor.

―Oh lo siento ―me avergoncé y le di el dinero, bajamos las cosas y él se fue.

Me dejo frente a la despintada y descuidada casita roja, en mis recuerdos aun veía el humo saliendo de la chimenea o el banco de mi abuelo frente a su ventana. Estaba sorprendida de que el camino de piedra no estaba cubierto de nieve como muchas otras casas.

Decidí sacar mi llave y comenzar a meter las cosas dentro, los pisos estaban polvorosos, la pintura rasgada y el olor era un poco asfixiante así que abrí las ventanas para orear el sitio. Además del deterioro, por dentro, la casa era como la recordaba con su hermosa chimenea.

Comencé por quitar las telas blancas que recubrían los muebles del polvo, debajo estaba el hermoso sillón verde ingles de mi abuela, parecía haberse detenido el tiempo aquí. Destapé la mesa ratona vidriada, junto a la chimenea los estantes con libros, mi abuelo había leído cada uno de ellos y aquí había como cientos.

Las plantas dentro de la casa estaban lo siguiente a muertas, pero me hubiera preocupado más si seguirían vivas, la cocina aun contenía algunos utensilios y todo estaba bastante limpio, realmente esperaba encontrarme con cucarachas o ratas. La mesa del comedor con sus 6 sillas de madera estaba igual de intactas.

Subí las escaleras hasta la planta alta, donde estaban las tres habitaciones y el baño, la primera puerta la recordaba, la habitación de mi abuelo, giré la perilla y también descubrí las cosas, su cama vieja junto a las mesas de noche y la cómoda frente a esta, allí también había portarretratos nuestros, como la foto de la primera vez que se me cayó un diente, hizo que riera por primera vez. También vi la foto de Carson ganando su primer trofeo en un partido futbol, parecía tan pequeño.

Salí de allí antes de que me alcanzara la melancolía, pasé por alto la siguiente habitación y el baño, solo entre a la que fue mi habitación hasta la adolescencia, muy similar a la primera, pero con menos carga sentimental, así que dormiría aquí. Subí mis cosas para acomodarlas en los cajones y ganchos, para sentir que el lugar tomaba forma, necesitaba sabanas nuevas y tal vez varias cosas.

Barrí el lugar de arriba a abajo, traté de quitar el mayor polvo posible de los muebles y superficies. Y ahora si cerré las ventanas y puertas, además de estar muriendo de frío el olor ya era distinto.

Decidí tomar mi bolso y salir por las cosas esenciales que necesitaba, no muy lejos de la casita había un gran bazar donde tomé una cesta y comencé a cargar unas sabanas, cobijas y medias súper calientes. Unas ollas, cubiertos, objetos de limpieza y más. Necesitaba mi champú y dentífrico, al pagar camine un poco más con las bolsas hasta el mercado, necesitaba comer algo urgente. Compre algunas frutas y verduras, carne y el indispensable café. Ya teniendo todo estaba regresando a la casita, para ordenar y poner en funcionamiento el vejestorio que había por heladera. Acomodé todo en su lugar y ordené la habitación, comenzaba a sentirse acogedor ahora que tenía vida.

Me senté en el sofá con mis nuevas medias, mis pies ya no eran témpanos de hielo. Solo faltaba encender la chimenea, pero comenzaba a oscurecer y me daba un poco de miedo. Por hoy solo calentaría una sopa de paquete y me iría a dormir, mañana quería comprar pintura y tal vez conseguir algún pequeño trabajo, el dinero no crecía de mis árboles, no tenía demasiados ahorros.

Me dispuse a dormir, un poco más tranquila que ayer sabiendo que mañana sería un mejor día porque tenía cosas de las que ocuparme sin adentrarme tanto en mis pensamientos.

Al despertar decidí ponerme ropa deportiva y salir a trotar para ver la ciudad un poco más, me coloqué mis auriculares y salí. Iba fijándome en cada cosa que creía conocer y hoy había cambiado, aunque había olvidado casi por completo este sitio. Lo único que seguía igual era el frío. Estaba llegando al consultorio odontológico que pertenecía a mi abuelo, era un destacado odontólogo hace muchos años, el mejor. Recuerdo cuando venía después de la escuela, me gustaba darle de comer a los peces y esperar a mi abuelo para volver a casa. Hoy probablemente estaba abandonado.

Sin embargo, llegando disminuí la velocidad y me pare casi en seco a ver que el lugar estaba intacto y como lo recordaba.

Mi corazón se aceleró como nunca en mi vida, el letrero de ¨Aura¨ estaba colgado sobre la puerta, era como me decía mi abuelo y como le dije que algún día ocuparía su lugar, lo había nombrado por mí.

No podía creer que mi abuelo vendió su consultorio con el nombre incluido y nadie lo había cambiado. Por el vidrio vi a un hombre de bata blanca de espaldas discutiendo con una señora. No entendía que pasaba, así que, con la respiración cortada, retrocedí en silencio como si me pudieran oír y volví sobre mis pasos casi corriendo esta vez.

Quería volver a casa antes de que me alcance una crisis, en estos años siempre había tratado de evitar pensar en esos años que estuve aquí simplemente porque me rompía el corazón. Al llegar me encerré en el cuarto y me tapé con las colchas a llorar, necesitaba a mi abuelo como cada día desde aquel día.

Bajo la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora