Cuando el viernes en la escuela terminó, casi corrí detrás de Akadia, había salido primero que todos pero yo me había distraído con mi teléfono. La tomé del antebrazo y volteó hacia mí rápidamente.
-¿Qué te sucede? -Frunció el ceño y la solté.
-Lo siento, solo quería alcanzarte. -Me sentí estúpido, incluso agresivo.
-¿Alcanzarme? -Rió. -Sabes mi nombre, pudiste gritarme. -Se dio la media vuelta y siguió caminando, rodé los ojos...sin embargo, la seguí.
-Akadia. -Volteó de nuevo al escuchar mi voz.
-¿Ves? Que fácil. -Sonrió. -Y sin necesidad de dejarme morado el brazo.
-No te dejaría morado el brazo por un simple agarre. -Echó una risa sarcástica.
-No me conoces, no sabes de mi cuerpo, así que callate. -Me susurró, los vellos de mi nuca se erizaron al sentir su aliento caliente tan cerca.
-Ugh, no quiero hablarte de tu cuerpo. -Agregué mientras la seguía hasta el estacionamiento de bicicletas.
-Nunca te hablaría de mi cuerpo. -Se inclinó para quitar el candado de su manubrio. Verla tan abajo me hacía estremecer.
-Como sea. -Miré hacia otro lado. -Dijiste que hoy me ayudarías con los temas que no vi esta semana. -Se levantó rápidamente con expresión confundida.
-El parcial aún no acaba, además no recuerdo haber dicho eso. -Sacó su bicicleta del lugar y la seguí.
-Pues lo hiciste. -Le dije, escuché su risa.
-¿Y dónde planeas tomar tus clases? Mi casa es un desastre, no esperes que te invite. -Dijo rápido.
-Mi casa está sola, podemos ir ahora. -Me miró.
-¿Y qué haremos? -Sonrió de lado, su cara se había transformado por completo a la de una chica mala. Arg.
-Bueno, yo creí que... -Dije nervioso.
-Tranquilo, Dolan. -Rió. -Dime dónde es tu casa y listo. -Se montó en la bicicleta. -Vamos, sube. -Frunci el ceño y reí.
-Estás tonta si crees que me subiré a tu bicicleta rosa con florecitas azules. -Bromeé.
-No seas marica. -Rodó los ojos y comenzó a pedalear.
-Puedo correr, no te preocupes, de cualquier manera eso me pone en forma. -Comencé a trotar detrás de ella, luego tomé velocidad y corrí hacia mi casa.
Ella me gritaba cosas, pero estaba con la adrenalina al tope y era difícil descifrar lo que decía, sin embargo, me daba mucha risa. Mientras corría sonreía, la escuchaba reír de vez en cuando o gritar por lo bajo. Me detuve cuando por fin llegamos a mi casa, la miré y su rostro enrojeció.
-¿Qué? -Le pregunté agitado. -¿Se te hace familiar esta calle? -Negó ligeramente con la cabeza. -Uh, claro. -Dije sonando lo menos sarcástico posible, aunque obviamente trataba parecerlo.
Akadia, viniste a la casa de a lado a tener sexo con mi vecino de treinta años, entiendo porqué estás tan sonrojada, pensé.
-Vamos. -Tomé su mochila.
Ella caminó lentamente arrastrando su bicicleta hasta la entrada, la dejó tirada y entramos. Examinó la sala de estar, el rubor había desaparecido de su rostro. Claro, mi vecino ya no la podía ver ahora que estaba dentro de mi casa.
-Sientate, por favor. -Le dije.
-Gracias. -Se sentó y me miró.
-Espero no te moleste, pero creo que me duchare, no tardo, lo prometo. -Tiré mi mochila en el suelo.
-No te preocupes. -Sonrió, asentí y me fui a mi baño.
Mientras el agua fría caía sobre mi cuerpo sudado, me imaginé un sinfín de momentos eróticos con Akadia en mi ducha: ella entrando con esa típica mirada inocente. Ella tocando mi miembro como si fuera algo que la fuera a devorar, ella gimiendo de placer en mi oreja mientras el agua cae sobre nosotros. Mierda, pero con ella no pasará eso, estaba seguro.
-Ya estoy de vuelta. -Me senté frente a ella en el sofá.
-Hueles mucho a jabón. -Dijo mientras sacaba su libreta.
-Sí, bueno, por algo se le dice "bañarse". -Frunci el ceño, algo confundido.
-Me gusta mucho ese olor. -Me miró con esa cara de inocencia que no podía resistirme.
-Eh, gracias. -Respondí nervioso.
Maldita sea, si ella vendría seguido a casa, debería controlarme un poco respecto a mis pensamientos, aunque tratándose de un sátiro como yo, y una chica tan inocente como ella, resistirse era mi tarea más difícil, incluso más que matemáticas.
-Bien, hemos visto muchas cosas durante la semana, supongo que para ti estarán difíciles. -Asentí un poco apenado.
-Supones bien. -Sonrió, pero trató de esconderlo con su cabello, que caía a ambos lados de su cara.
-Bien, entonces te explicaré hasta donde pueda. -Dijo bajo, comenzó a buscar en su libreta.
Por alguna razón no podía dejar de mirarla, pero no era porque fuera hermosa (lo era, eso es indudable), sino porque tení tantas ganas de preguntarle qué hacía en casa de mi vecino hace unas semanas atrás. Eso era algo que me intrigaba desde que Akadia entró por primera vez a la clase del señor Smith, desde ese día quería saber todo, pero no fue hasta ahora que se presentó la oportunidad. No debía desperdiciarla.
-Deja de mirarme, me pones nerviosa. -Su voz allanó mis pensamientos.
-¿Uh?
-Deja de mirarme, puedo sentirte haciéndolo. -Me miró directo a los ojos, inmediatamente sentí que no tenía lengua.
-Uh, lo siento, es que tengo una duda. -Sonrió y negó con la cabeza.
-No te he explicado nada. -Me aclaré la garganta, frunció el ceño.
-No es de matemáticas. -Sentí que mis manos sudaban, no sé por qué me sentía tan nervioso.
-¿Entonces? -Levantó una ceja.
-Eh, bueno. -Me pasé una mano por el cabello.
-Estoy esperando. -Dijo, la miré y trague saliva. ¿Cómo podría decir esto?
Tomé una respiración y luego la exhalé, me aclaré la garganta por segunda vez e hice un intento de sonreír, pero mis labios temblaron.
-Hace casi una semana te vi entrar a casa de mi vecino. -Levanté mi pulgar y señalé hacia la dirección de la casa de a lado.
Su rostro palideció más de lo normal, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y quedaron rojos. Se levantó del sofá y recogió sus cosas, corrió hasta la entrada y salió rápidamente de mi casa que no tuve la oportunidad de detenerla.
¿Qué estaba pasando con ella?
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Chicas, en serio muchas gracias por comentar y votar, me hacen feliz chingao :'( sigan haciéndolo, me motivan a seguirla. GRACIAS❤