24.

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Antes de medianoche, ya estaba volviendo de casa de Akadia, al parecer ese era su toque de queda por parte de su madre, afortunadamente Kyle no estaba en casa, así que no tuve preocupaciones al despedirme de beso en los labios con Akadia. Por muy estúpido y cursi que sea, fue una de las mejores citas, no hubo mucho coqueteo entre nosotros pero siempre había buenas historias que contar a la luz de la luna y la serenidad del viento. Me sentía muy feliz por esta noche, esperaba con ansias que nada lo arruinara. Estacioné el auto rápidamente, salí corriendo y entré a casa, Grayson estaba en la sala jugando videojuegos y cuando entré, pausó su partida de inmediato.

—¿Compraste pizza? —Pregunté dejando las llaves en el mostrador, Grayson se levantó y me miró como si tuviera que decirte una mala noticia. —Grayson. —Repetí, pero él movió los ojos hacia la derecha, fruncí el ceño y me acerqué más a la sala. Santa madre del cielo, no puede ser. —¿Qué demonios haces aquí, Marion? —Casi grité, en serio me molesté.

—Hola, Ethan. —Se levantó y me sonrió, pero no pude hacer lo mismo.

—¿Cómo te atreves a venir aquí? —Fruncí el ceño considerablemente. 

—¿Acaso una ya no puede hacer una visita amistosa? —Hizo cara de asco.

—Creí que ya no éramos amigos. —Le dije sarcástico, Grayson se ruborizó ya que, literalmente, estaba en medio de nosotros.

—Solo estaba molesta, pero ya estoy bien. —Sonrió cínica.

—Pero yo no, así que vete, por favor. —Me quité la chaqueta, en el momento que la moví, el olor del cabello de Akadia, que se había impregnado en ella, me tranquilizó un poco.

—Agh, esto no se quedará así, Ethan, tarde o temprano tendremos que hablar seriamente. —Tomó su bolso y caminó hecha una furia. —Adiós, Grayson. —Gritó desde la puerta, luego la cerró con fuerza.

Gruñí y maldije por lo bajo, fui a la cocina y tomé un poco de agua. ¿Por qué justo cuando creo que algo me sale bien, algo o alguien la tiene que cagar? El cinismo de Marion me sacaba canas verdes, probablemente ya tenía unas cuantas debajo de mi cabello negro. Grayson se acercó a mí con cara de niño regañado, tenía el control del videojuego en sus manos.

—¿Por qué la dejaste entrar? —Le pregunté tranquilo, no tenía por qué estar molesto con mi hermano.

—No lo sé, ella... —Frunció ligeramente el ceño, su cara se veía justo como la mía cuando quiero llorar.

—¿Qué pasó? —Bebí un poco. 

—Es que ella... —Suspiró. —Ella me besó, y sabía que era yo y no tú. —Miró el taburete, ahora sí me sentía molesto, pero no con mi hermano.

—¿Ella te besó? —Abrí los ojos como platos, él asintió. —Que mierda. —Negué con la cabeza.

—¿Estás molesto? —Seguía sin mirarme.

—Si una de mis ex novias te besa porque quiere, yo no tendría ningún problema, pero tratándose de Marion, eso sí me molesta. No por ti, sino por ella, su cinismo tamaño Dios. —Rodé los ojos.

—Lo siento. —Sus mejillas estaban rosadas.

—No te disculpes, no tengo nada qué perdonarte. —Palmeé su hombro. —Vamos, quiero jugar también. —Lo empujé ligeramente del hombro, pero él ya no se veía con ánimos.

Lo que más me gusta de Grayson es que no es tan marica como yo, sin embargo, uno fácilmente se da cuenta cuando él está afectado por cualquier cosa, y lo que pasó con Marion lo tenía mal. Sabía que en el interior, él se sentía un traidor, pero yo no lo veía así, la única perra aquí era Marion, y que Dios me perdone por expresarme de ella así, pero es la verdad. Nos sentamos en el sofá y comenzamos a jugar, en la mesa de centro estaba la caja de pizza que todavía contenía cuatro rebanadas, y esas cuatro eran solo para mí. Luego de casi una hora de jugar en silencio, Grayson rompió el silencio, y con eso también rompió con su pequeña depresión innecesaria.

—¿Cómo estuvo la cita? —Dijo cuando regresó con un vaso de limonada natural.

—Estuvo maravillosa. —Lo miré muy ilusionado. —Por fin le dije lo que siento. —Levanté las cejas y él me miró sorprendido.

—¿De verdad? —Asentí. —¿Y ella qué dijo? —Dejó el vaso en la mesa, y por la emoción, derramó un poco, reí por lo bajo.

—Ella me besó. —Dije un poco abrumado, pero muy emocionado de por fin decir que Akadia Brady y yo nos besamos. —Creo que eso significa que le gusto también, ¿no? —Lo miré, y sonrió de oreja a oreja.

—Claro que sí, estúpido. —Me sacudió de los hombros.

—Entonces le gusto también. —Susurré.

—Entonces eres un chico con suerte. —Me golpeó con su codo.

Seguimos jugando por un par de horas más, mamá aún no llegaba de estar con su novio, pero eso no nos molestaba, no necesitábamos de mamá para cenar o bañarnos, era mejor sin ellos, en realidad. Mi papá ni siquiera me había llamado o mandado un mensaje, ya eran casi las cuatro de la mañana y no daba señales de vida hacia mí, pero era típico de él, que casi nunca me llamara y eso, pero repito, no me molestaba porque tenía a mi hermano conmigo.

—Ya no aguanto mis ojos. —Se quejó en su cama mientras yo me quitaba los pantalones.

—Esta vez no madrugarás como siempre, ¿eh? —Me burlé.

—Las diez de la mañana no es madrugar. —Me miró con el ceño fruncido.

—Claro que lo es. —Dije.

—Oh, claro, como el señor despierta a las dos de la tarde, a las diez de la mañana aún es de madrugada. —Levantó una ceja y yo reí fuerte.

—Lo siento, pero dormir es el mejor deporte que existe. —Me acomodé en mi posición habitual.

—No es un deporte. —Apagó la luz.

—Para mí lo es. —Respondí cerrando los ojos.

No escuché su respuesta, estaba tan cansado que de inmediato me quedé dormido, ni siquiera pensé en la dulce Akadia.

★★★

Espero que les esté gustando todo, hay nuevas lectoras y me siento muy bien :D gracias por las que votan y comentan, sigan haciéndolo, saben que me gusta jejeox :'D

satyr «e.d.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora