Capítulo 13

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Kiara en multimedia.

Kiara

Castigada. No me lo creía, pero el papel firmado por el director en letras azules me lo confirma. Castigada. No puede ser, he manchado mi impecable récord académico.

Park habla con seriedad a mis padres a través de la pantalla del computador, sus palabras fluyen como un torrente, dando detalles sobre la pelea, como si se los hubiesen pedido. La oficina es increíblemente grande, con un baño privado, archiveros repletos de registros, una maceta de palma y un dispensador de agua que gotea suavemente.

Tras el director, cuadros patrióticos adornan las paredes, recordándome la gravedad del momento. El computador es girado hacia mí y, al pestañear, siento que el tiempo se detiene.

―Hola, mami. Hola, papi ― río nerviosa, intentando esconder la tormenta que se agita en mi interior. Ellos me observan: las cejas de mamá están fruncidas, y papá tiene una expresión divertida que no encaja con la situación. De fondo, se vislumbran asientos en fila y mesas vacías que parecen presenciar mi humillación.

―¿Qué pasa contigo, Kiara? ― pregunta Sarah, su tono mezcla preocupación y decepción. Bajo la cabeza, sintiendo cómo la vergüenza me inunda. Es la primera vez que ocaciono problemas en la escuela y eso me resulta devastador.

―Se me ha ido de las manos. La creída de Dania me faltó al respeto, dijo que estoy con Mark por su dinero. ¡Y no es cierto! No me gusta. Se lo merecía.

Mi madre abre la boca, asombrada, mientras Robert acaricia su espalda, tratando de calmar la situación. Me miro en la cámara: el uniforme destrozado, arañazos en mis brazos y mejillas, la máscara de pestañas corrida como un triste recordatorio de lo que ocurrió. Respiro hondo mientras me pregunto en qué momento me convertí en esta versión de mí misma.

―La violencia no es una opción, Kiara ― dice Robert, su voz grave resonando en la habitación. ―No hay mejor defensa que darle la espalda a sus habladurías. Si reaccionas, Dania gana y tú sales sin honor. Ignórala, y ella pierde, mientras tú mantienes tu dignidad. Recuerda, las mejores batallas no se ganan con arrebatos, sino con inteligencia.

Finalizo la videollamada, sintiendo un nudo en el estómago y nos despedimos con abrazos virtuales que parecen vacíos.

Iré a detención por unas semanas y seré voluntaria en la escuela, organizando libros y limpiando estantes en la biblioteca. El mural que semanas atrás me tocó pintar ha sido un éxito total; durante los partidos de fútbol, no dejan de fotografiarse con él, etiquetando la cuenta del instituto.

Tendré que pedir créditos.

Me cambio el uniforme por uno nuevo y limpio mis heridas. No quiero preguntas, aunque sé que la creída ya le contó a todos sobre nuestro intercambio de golpes.

La bandeja de entrada está a reventar de mensajes de Jess. Los leo mientras camino por los pasillos.

Rubia:

¿Chica, dónde estás?

¿Kiara...?

¿Pasó un apocalipsis zombie y no me enteré? 😨

Si eres un zombie inteligente y estás leyendo esto, por favor no me muerdas. Recuerda nuestros años de amistad...

Estamos preocupados.

Si no contestas en tres segundos, llamaré a tus padres.

1...

2...

3...

😭😭😭😭😭

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Cartas en Febrero ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora