Capítulo 4

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Kiara

Cuidar mi cuerpo siempre ha sido una de mis formas favoritas de mantener el control en mi vida. Me gusta mantener una alimentación balanceada, seguir una rutina de ejercicio que me ayude a alcanzar mis objetivos y darme el tiempo necesario para respirar cuando siento que el mundo se vuelve demasiado. Son las pequeñas cosas que me hacen sentir centrada.

Este año académico tenía una meta clara: trazar límites. No más drama, no más chismes, solo enfocarme en pasar desapercibida, disfrutar mi último año y hacer nuevos recuerdos con Jess. Al fin sentía que había encontrado un poco de paz conmigo misma. Pero todo se ha derrumbado.

Justo cuando creí que lo tenía bajo control, todo se desmorona. 

Mis padres, ausentes durante gran parte de mi vida, deciden reaparecer y ahora, están metidos hasta en mis planes y sueños.

Luego está Mark, el capitán del equipo de fútbol. Es el chico más codiciado del instituto y parece que ha puesto sus ojos en mí. Al principio, pensé que era solo otro chico popular jugando a ser amable, pero pronto me di cuenta de que hay algo más detrás de esa sonrisa perfecta. Algo que no encaja.

 Es el tipo de persona que juega con las expectativas de los demás, haciendo que luzca encantador cuando en realidad es mucho más complicado de lo que aparenta.

Y como si no fuera suficiente, he perdido mi libro de historia, lo que significa que alguien más tiene acceso a mis anotaciones, sabe mi nombre y probablemente mucho más de lo que debería.

Ah, y para rematar, Jess ha decidido inscribirme en una aplicación de citas para la fiesta de San Valentín. Sí, eso también está sucediendo.

—Eres la peor mejor amiga de todas —le espeto, sin poder contener mi frustración.

—Me amas —responde con una sonrisa despreocupada, llevando su café a los labios. El rojo de su labial deja una marca en la tapa del vaso.

—¿En serio, Jess? ¿Un sitio de citas? —gesticulo exageradamente, indignada—. Pudiste haberlo hablado conmigo, no sé, tal vez algo como: "Hey, Kiara, ¿qué te parece si te inscribo en un sitio de citas porque no quiero ir sola al baile?". Quizás lo habría considerado, pero ahora tengo a un desconocido queriendo salir conmigo. ¡Nunca he tenido una cita! ¡Es incómodo!

Jess simplemente bebe su café, como si mis palabras no la afectaran en absoluto. Mi enojo crece. Su calma me saca de quicio.

Siempre es así con Jess. Yo soy la que se enciende primero, la que pierde el control. Ella, en cambio, siempre escucha, como si supiera que mi enojo se disipará tan rápido como llegó. No se toma nada a pecho y siempre se mantiene distante, lo que a veces me hace sentir peor. Pero esta vez, no puedo evitarlo.

Respiro hondo. Exhalo lentamente, intentando calmarme. Jess me observa con una mezcla de lástima y ternura.

—Lo siento, no quise sonar grosera —digo, finalmente calmada—. Es solo que sabes que no soy de las que salen en citas. Prefiero quedarme en casa viendo una película.

Jess se acerca y me rodea los hombros con sus brazos, dándome un suave apretón.

—No te preocupes. Cualquiera hubiera reaccionado así o peor —se ríe suavemente, tratando de aligerar el ambiente—Debería disculparme yo por inscribirte sin preguntarte. Prometo que no lo haré de nuevo.

Le devuelvo el abrazo, sintiendo cómo una parte de mi enojo se disipa por completo.

—Por cierto, ¿En que momento tomaste mi telefono?

Ella sonríe.

—El otro dia cuando estabamos en tu casa. 

La campana suena, marcando el inicio de clases. Nos despedimos en el pasillo, cada una yendo a su respectivo salón.

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El rumor de que estoy saliendo con Mark se ha esparcido por todo el instituto y ahora siento las miradas curiosas cada vez que paso por los pasillos. Todos hablan de ello en el chat grupal, como si fuera el último gran escándalo del año.

Cuando llego a clase, tomo asiento en la última fila, intentando pasar desapercibida. El profesor de francés entra con su habitual maletín marrón, escribiendo el tema del día en la pizarra. Intento concentrarme, pero mi mente sigue vagando.

No es solo que Mark me haya prestado atención.Cuanto más lo observo, más me doy cuenta de que hay algo raro en él, una especie de fachada que esconde sus verdaderas intenciones. Las bromas con sus amigos, las miradas furtivas, la manera en que siempre encuentra una excusa para acercarse a mí. 


.・゜゜・❥・゜゜・.  


Horas después, estoy en el campo, pintando el mural del equipo de fútbol. El director me asignó esta tarea, diciendo que me ayudaría a mejorar mis posibilidades de obtener una beca. La pantera, mascota del instituto, empieza a tomar forma bajo mis pinceles. Estoy casi terminando cuando escucho los gritos del equipo de fútbol acercándose.

—¿Qué pasa, bonita? —uno de los jugadores se cruza en mi camino. Lo ignoro y sigo pintando.

—¿Eres la novia de Mark? —grita otro, riendo—. Joder, eres de la que todos hablan.

Respiro hondo, intentando no prestarles atención, pero entonces siento unas manos en mi cintura.

—¿Viniste a verme? —la voz de Mark resuena detrás de mí y me da la vuelta para mirarlo. Su sonrisa es arrogante, y aunque intento apartarme, él me retiene.

—Suéltame —mascullo, mirándolo fijamente.

Los chicos se ríen, disfrutando del espectáculo. Mark me observa, como si estuviera esperando una reacción, algún indicio de que me importa lo que dice.

—¿Has pensado en mi oferta? —pregunta, insinuante—Sabes que sería divertido.

Lo miro directamente a los ojos, sin pestañear.

—Prefiero morir, Mark.

El abucheo de sus amigos es inmediato. La sonrisa de Mark desaparece, sustituida por una mueca de desagrado. Finalmente me suelta.

El entrenador aparece y disuelve la escena. Salgo corriendo, intentando dejar atrás el incidente. Mientras camino hacia los vestidores, el eco de las risas aún resuena en mi cabeza. Pero una cosa está clara: no voy a dejar que Mark juegue conmigo. No soy un trofeo en su colección.

Me cambio rápidamente, recogiendo mis cosas. Le mando un mensaje a Jess para que me espere en el estacionamiento. Al salir me encuentro con ella, apoyada contra su Mini Cooper blanco, escribiendo en su teléfono.

—Vámonos —le digo y ella asiente, guardando el móvil.

Este año está siendo más complicado de lo que imaginaba, pero no pienso rendirme tan fácilmente.

Cartas en Febrero ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora