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📍Londres
(Una semanas antes de los test pretemporada)

La Evangelitis, si era contagiosa. Tal y como lo había dicho Toto.

Ahora Jack estaba aferrado a la pierna de Julianna, como si su vida dependiera de ello.

—¡No, mami! ¡No te vayas, no me dejes acá! —las lágrimas caían sobre las mejillas del niño—. ¿Ya no me quieres? ¡Me portare bien, voy a limpiar mi cuarto seguido!

Julianna como pudo tomó a Jack y lo alzó con cuidado. El niño engancho sus brazos detrás del cuello de Julianna y lloraba más.

—Cielo, yo te amo, como no tienes idea. Eres mi gran orgullo y mi persona favorita —le acaricio el cabello Julianna—. Y me duele que no puedas ir con nosotros, pero solo es por poco tiempo, hijo.

—¡Pero yo no quiero ir a la escuela! Quiero estar con papá y contigo, con la tía Maddie o el tío Damien —sollozo Jack.

Antes Jack iba poco tiempo a su escuela presencial, pero él iba creciendo y los requisitos para cada nivel era diferentes. Ahora tenía que hacer un semestre completamente presencial y otro podría ser virtual. Jack amaba viajar con su papá y ahora más teniendo a Julianna en su vida, le gustaba ver las carreras y pasar con sus tíos. Pero él seguía siendo un niño, y debía socializar con niños de su edad.

—Lo sé, cielo. Pero te vamos a ver en Mónaco, Austria y Silverstone...

—¿¡Y Miami!?

—También en Miami —agrego Julianna—. También entre medio de una carrera a otra.

Jack se quedaría en Londres con la mamá de Toto.

—Y la abuela tiene el número de Evangeline y el mio, campeón —dijo Toto—. Nos vas a poder llamar todos los días.

—Pero me van a contestar ¿no? —frunció el ceño el niño.

—Por supuesto que si, cielo —Julianna le dio un beso en la mejilla.

—Y sí... y si ganas una victoria, Ev ¿me lo vas a dedicar?

Julianna sonrió ampliamente.

—Todos los que quieras...

—¡Todos los que ganes!

—Entonces te dedicaré todos los que quieras —le aseguró Julianna—. Te lo prometo.

Jack alzó su meñique para que Julianna también lo hiciera, la pinky promise era ley.

—Bien, pero me deben llevar por un helado cuando regresen.

Pasarían un mes y medio sin verse, hasta el Gran Premio de Australia que se llevaría en la primera semana de abril y Bakú hasta finales de ese mes.

—¿Cuándo regreses vamos a hacer otra pijamada, Ev?

Jack ya se había despedido de Toto, y el austriaco también le había dado una pequeña charla para calmarlo más.

Ahora solo faltaba Julianna.

—¿Quieres acampar cómo la última vez? —propuso Julianna.

—¡Sí! Y hacer una fogata y comer malvaviscos —la francesa asintió—. Te voy a extrañar...

—Yo también lo haré cielo, pero el tiempo pasa rápido —Julianna lo abrazo más fuerte.

—Te hice algo para que me lleves siempre contigo —Jack rebusco entre los bolsillos de su chaqueta—. Harry y la abuela me ayudaron en hacerlo.

Era un collar con pequeñas piedras de diferentes colores. Cuando Julianna se lo coloco, le quedo como una gargantilla colorida.

—Le iba a poner tus colores favoritos, pero todos se miraban bonitos. Entonces cada piedrita es una victoria tuya, mami —le explicó Jack sonriente—. Y tiene varias porque también son las del otro año. Además, así tienes la pulsera papá y mi collar.

Electric Touch ──𝗧𝗼𝘁𝗼 𝗪𝗼𝗹𝗳𝗳 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora