Electric Touch ──𝗧𝗼𝘁𝗼 𝗪𝗼𝗹𝗳𝗳 ✓

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—¿Así o más?

—Más o quedará simple.

Madeleine seguía las indicaciones de Julianna para hacer las galletas.

—¿No nos vamos a intoxicar? —dudo James, él sabía que los dotes de cocina de su tía no eran tan buenos.

—Soy muy joven para morir, tía Maddie —chillo Jack.

La británica no dudo en chasquear la lengua.

—¿Ves Julie? Por eso eres la heredera de todos mis bienes —la niña rio al escuchar su nombre—. Dios, Line. Tú hija no es muy anticonceptiva.

Juliette estaba sobre los brazos de Julianna sonriente, ambas llevaban un moño rojo aterciopelado en su recogido.

Madeleine aseguraba que su sobrina parecía una pequeña muñequita, claramente de edición exclusiva.

—Tía Maddie, ¿y tú cuando tendrás hijos? —interrogó Jack.

—Tiene que ser un niño, tía —añadió James.

—Cuándo el papá de mi hijo deje de ser un idiota y quiera algo serio —bufo la británica.

James y Jack asintieron al mismo tiempo, ambos escuchaban siempre a su tía quejarse con Julianna sobre Carlos.

—¡Madeleine! —la regaño Julianna.

—¡Diota! —chillo Juliette agitando su peluche de conejito.

Julianna bufo a diferencia de Madeleine que se reía complacida. Juliette estaba en la etapa que repetía todas las palabras que escuchaba, por eso Toto realizaba sus llamada afuera si se trabaja de trabajo.

No quería que su hija repitiera groserías.

—Debes repetirlo cuando papá llegue, Julie —tarareo Jack a su hermana.

—¡No, Julie! ¡Malo, malo! —dijo con rápidez Madeleine—. Las niñas bonitas no dicen groserías.

Toto ya había amenazado a Madeleine sobre las palabras que le enseñaba a su hija.

El CEO había ido a comprar flores con su hija para Julianna, un empleado había chocado contra él y su hija soltó una grosería que aprendió cuando quedó al cuidado de su tía.

—¡Diota! —volvió a chillar Juliette riéndose contra el pecho de Julianna.

—Cuándo el tío Toto te mande a tu departamento, ¿puedo cambiarle el color a tu habitación, tía Maddie? —pregunto con malicia James.

La habitación de invitados tenía una buena luz según James.

—Pero solo puedes pintar la mitad, James. Es mitad o mitad —agrego Jack.

Madeleine los observo indignado a ambos.

—Engendros del diablo —siseo ella.

—¡Diabo!

—¡Madeleine!

James y Jack no tardaron en reírse al escuchar como Julianna regañaba a Madeleine mientras Juliette balbuceaba jugando con su peluche.

El sonido del motor de un auto hizo que el no tan pequeño Bolt empezará a ladrar y Juliette gritará emocionada.

—¡Papi!

—¡Yo voy! —se adelanto Jack con diversión.

Juliette no dejaba de moverse en los brazos de Julianna, así que la francesa no tardo en bajarla y seguir los pequeños pasos de su hija que iban directo a su esposo.