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📍Francia
(Carrera final de temporada de karting)

Damien Beaumont era un hombre meticuloso. No le gustan los planes a última hora o mal hechos. Le gustaba planear todo a detalle y ver todos los escenarios posibles. Su trabajo era el lugar en el que más pasaba, pero a veces habían excepciones.

Julianna era su ahijada.

La menor de los Bianchi, desde pequeña había corrido y seguido a su hermano a todos lados.

Donde habían ruedas y velocidad, los hermanos Bianchi estaban.

El patriarca de la familia, había aprovechado la facilidad de su hijo mayor y lo había impulsado con su sueño de ser piloto. Mientras que a Julianna le gustaba pintar, Damien le cumplía y regalaba cada cosa que cualquier niño adicto al arte podía desear.
Pero también empezaba a llamarle la atención la idea del karting, ella había observado como su hermano corría sin problemas.

—¿Quieres intentarlo, Ev? —el francés le sonría a su hermana—. Aprendes rápido, apuesto que no se te va a dificultar.

Julianna observo a su hermano con duda, ella quería intentarlo pero su padre la iba a regañar.

—A papá no le va a gustar —hizo una pequeña mueca la niña—. Prefiero quedarme viendo.

El niño nego con la cabeza y la tomó del brazo.

—El tío Damien es el único que va a enterarse. Será nuestro secreto —asegura él—. Anda, te va a encantar.

El ingles estaba charlando con el dueño del lugar cuando noto como dos karts empezaba a dar vueltas. Damien sonrio levemente, podía notar la diferencia entre Jules y Julianna por la estatura y la confianza en el volante.

Al principio el mayor pasaba a la Julianna sin problema, logrando que la niña se frustrara y acelerará más.

Julianna pudo superarlo en una ocasión y para ella fue lo único que valía.

—Ella tiene agallas —dijo sonriente el dueño a Damien.

—Le gusta la velocidad —sonrió orgulloso el hombre.

Él había curado las heridas y cubrido los golpes que Julianna hacía cuando estaba subida en una bicicleta, scooter, mini kart, y todo lo que se moviera.

Ese día, la idea de unirse al karting había quedado grabado en la mente de Julianna.

—¡Pero papá!

Philippe Bianchi negaba, el karting era de Jules no de Julianna.

—Ya dije que no, Julianna. Ve con tus pinturas y deja esa idea de lado.

Pero Julianna era terca y sabía a quién acudir.

—¿Vas a dejar tus dibujos por horas bajo el sol y carros pequeños? —pregunto Damien sin intentar sonreír.

Julianna estaba sentada con los brazos cruzados en su oficina.

—Sí.

Le había gustado la sensación de los go karts.

—¿Y Philippe y Christine aceptaron?

—No —dijo con obviedad Julianna—. Por eso vine acá.

Mon ange, no puedo meterme en lo que tus padres opinen —Julianna bufo y rodos los ojos—. No me ruedes los ojos, jovencita.

—¡Ni siquiera tengo diez! —se quejo Julianna—. Por favor, padrino. ¡Incluso Jules me apoya con la idea!

Su hermano ya tenía un plan diseñado.

Electric Touch ──𝗧𝗼𝘁𝗼 𝗪𝗼𝗹𝗳𝗳 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora