05

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Julianna estaba callada, Checo y Max no le dejaban de observar con rareza.

¿Qué le había picado?

—Oye Lia, ¿quieres salir a dar una vuelta? —pregunto Checo.

—No, gracias.

Julianna seguía observando el ipad que tenía en su regazo.

—¿No quieres ir a comprar un helado? —intento persuadir el mexicano.

La francesa nego con la cabeza y observo el ipad con el ceño fruncido.

—Mierda Checo, ya la perdimos —dice asustado Max.

Ambos pilotos se observan con temor.

—Dejen sus tonterías —gruñe Julianna.

—¿Qué te pasa entonces? —se cruza de brazos Checo.

—No me pasa nada —suspira Julianna observandolos—. Sólo estoy ocupada.

—¿En qué? ya hicimos todo lo que estaba en la agenda —dice Max intentado recordar si faltaba algo.

—Estoy aprendiendo Alemán.

—¿Qué? —se burla Max.

—¿Alemán? esa cosa es horrible, Lia —dice con horror Checo.

Julianna bufa y bloquea el ipad para luego observarlos a los dos.

—Pero yo quiero aprender Alemán, es mi nuevo propósito del año.

—¿Quieres conquistar a un Alemán? —sonríe con picardia Checo.

Max chilla emocionado al imaginarlo.

—¡El amor volvió al corazón negro de Lia! —grita emocionado él.

Julianna toma el cojín que estaba a su lado para tirarselo primero a Max y luego a Checo.

—Mi corazón no es negro —bufa abrazando el único cojín que quedaba—. Y no me gusta nadie.

—Claaroo —dice con malicia Checo—. ¿Es amigo de Seb, picarona?

Julianna se sonroja haciendo que Checo y Max griten emocionados.

—¡No! —responde frunciendo el ceño.

—¿Entonces por qué te sonrojas? —se burla Max.

—Me ponen nerviosa —se excusa ella.

—Ajá...

—¡Ya suelta la sopa, Lia! Max y yo somos buenos consejeros —Checo da pequeñas patadas de emoción.

—Cupido es nuestro tío —asegura Max.

—No me gusta nadie, nadie es digno.

Y Julianna no mentía, no le gustaba nadie.

Tal vez solo llamaban su curiosidad.

Sus expectativas estaban altas, ya sabía lo que no iba a soportar por alguien y que sí. Por ahora solo iba a buscar conseguir su subcampeonato.

Quería aprender Alemán para gusto, le gustaba jugar con los idiomas y observar la cara de desconcierto de los demás. Y ser ella la que no sabía, no le gustaba.

Era simplemente curiosa.

Sí...

Solo curiosidad.

—¡Te brillaron los ojos, Lia! —grita Checo.

—¿Pensaste en tu amorcito? —se rie Max.

¿Le empezaba a llamar la atención ese individuo de una forma con corazones y todo eso incluido?

Electric Touch ──𝗧𝗼𝘁𝗼 𝗪𝗼𝗹𝗳𝗳 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora