CAPITULO 09| SEGUNDO OBJETIVO: LANZAR A MACA AL MAR

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MACARENA POV

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MACARENA POV

—¿Maca, quieres mear?— pregunta María y yo niego—. Pues entonces, ¿Por qué caminas así?

—¿Asi como?— pregunto con la mirada puesta en la arena debajo de las grandes chanclas que tengo ahora, son muy grandes y se entierran en la arena todo el tiempo haciendo que mi pie quede completamente escondido entre los granos finos de arena dorada.

—Asi como... Si te estuvieras meando— concluye y yo bufo un poquitín frustrada de que ellos caminan como si nada y yo me este hundiendo a cada momento, levantando arena con la chancla a cada segundo.

—¡Es que no entiendo por qué tiene que ser tan fina la arena, me hundo los pies!— digo parando mi caminata. Nos hemos ido nosotras antes a cambiarnos y luego los chicos se han ido, nos han dicho que busquemos un sitio. Todo estaba perfecto, comenzando por el hecho de que los pantaloncillos cortos de surf con dibujitos de playas y de palmeras que nos ha prestado Raúl y que ya me he puesto me queda estupendo, la franelilla blanca no tanto, me queda un poco grande pero eso no tiene importancia ahora.

LO QUE ME MOLESTA UN POCO ES LA ARENA SI NOS PONEMOS TÉCNICOS.

—Bueno tía, es que así es— dice ella sonriendo—. Pero todos la aman.

—Pues yo no tanto, la verdad— digo viéndola con curiosidad, analizando la arena. La verdad, si que es hermosa, es fina y delicada y por lo que se ve en este sitio a todo el mundo le gusta, puedo ver a personas acostadas sobre ella tomando el sol con tan solo unas chanclas de almohada, una pareja dándose mimos también sobre está, incluso a unos niños peleándose entre ambos tirándose arena en el cabello u otros enterrando a sus padres—. Supongo que es algo como una relación amor-odio con la arena.

—Ya vez que te vas a adaptar, para más tarde no querrás irte, ya lo verás— ella mira hacia atrás y yo también, fijándonos en los chicos. Vienen charlando en nuestra dirección, e incluso traen unas tablas de surf que han pedido prestados (supongo) del casete de los socorristas, nosotras los esperamos hasta que llegan—. Ya estamos aquí, ¿Cuál es el plan?— pregunta María mirando la playa queriendo meterse rápido al agua como una niña emocionada, que ellos mismos lo dijeron, vivimos rodeados de playas, ¿No sé aburren?

—No lo sé, ¿Que les apetece?— pregunta Landon.

—¿A mí?— pregunta la rubia—. Nadar un poco, si me apetece.

—¡Que bien!— digo yo—. Ustedes pueden irse a nadar y yo puedo quedarme justo aquí acostada sobre esto— levanto la manta que tengo en brazos—, leyendo, la idea de mi vida.

—No, para nada. Ni de coña— dice Raúl—. Maca se viene conmigo, que no sabe nadar, y yo la voy a enseñar.

—¿¿Queeé??— exclamó yo mirando con los ojos como platos el agua del mar—. No, antes de intentar aprender me ahogo, me muero y ¿Se imaginan? Ustedes vivirían vistiendo de negro por toda su vida, de luto, hasta la misma María que le encanta el rosa y los brillitos. Entonces, me muero y ustedes van a  intentar seguir con sus vidas miserables, PDTA: no van a poder. Siempre van a sentir ese algo que les falta a sus vidas, ¿Y que va a ser? Nada más, ni nada menos que mi luz, la luz de Macarena, la luz que alumbra sus caminos, la luz que los salvó a los tres de una vida de tristeza antes de que me encontrarán. Así que no, ni de coña, yo no meto un pie en esa agua ni loca— escucho mi voz tan rápido que es hasta alucinante, inhalo, exhalo y me tranquilizo.

Cálido y fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora