CAPÍTULO 33| RAÚL

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RAÚL POV

Me despierto con un dolor de espalda que me hace poner muecas. Miro a todos lados, siento que estoy despierto pero mi cerebro aún está dormido ya que no logro distinguir en dónde carajos estoy acostado.

Al parecer, estoy en una colcha en el piso. Miro mi cuerpo, no tengo camisa y luego distingo una caja de cereales en el suelo.

Eso es lo que me hace caer en cuenta de que estoy en mi propio departamento. O tal vez el desorden habitual a mi alrededor. Escucho unos ruidos a mi lado, y en el momento en que me giro no me sorprende ver a Maca allí sentada en el sillón. Tiene ojeras y de alguna manera sé que no ha dormido en toda la noche. Ni siquiera sé que hora es, pero el sol entra por la ventana. Han pasado horas.

¿Cómo regresé a casa ayer?

Maca está mirando un punto del piso con obsesiva fijación, pero también parece que no está mirando un punto en específico. Sus codos están apoyados en sus rodillas y una de estas se mueve de arriba a abajo repetidamente. Su pelo esta recogido en un moño alto y sin darse cuenta se está quitando el esmalte negro de las uñas con otra uña.

Y no es hasta que me muevo sentandome en la colcha que ella voltea a verme con lentitud, solo moviendo sus ojos siguiendo cada movimiento que doy sin mover ni un pelo. Su mirada es sería, aunque no me intimida ahora. Pero aún así me cuesta sostenerle la mirada.

Hasta que ella habla:

—¿Que ha pasado, Raúl?— la tranquilidad de su voz me hacen apretar la mandíbula. Tengo que hablar con claridad. Ella lo merece, se que si no mereciera saber nada de mí no estaría tan preocupado en como se lo tomará. Aunque también, creo que me siento amenazado por el hecho de que ha hablado con voz tranquila. Siempre lo he pensado, la voz relajada de Maca suena más macabra a que si me estuviera amenazando con darme quinientos golpes en la cara.

—No sé...

—Creo que no podría entenderte, ni tú a mí. Y también creo que cualquier cosa que me cuentes no sería tan... Grande como para yo...

—¿Alejarte? Eso es lo que me asusta.

—Pues confía un maldito segundo en mí, eso es lo único que te pido— sus ojos son fríos, pero ahora no soy un estúpido psicólogo para estudiar cada gesto de ella—. Nada de lo que me digas puede hacer que yo...

—Estoy enfermo, Maca.

Mis palabras causan un silencio largo y extenso que comienza a martirizarme. Luego ella se levanta del sillón, mientras tanto yo la miro tragando saliva desde la altura de mi colcha tirada en el piso. Ella rodea el sillón, y como si necesitara de algo interponiensose entre ambos (para más precaución, yo también lo prefiero así) pregunta:

—¿Qué? Digo... E-eacuche lo que dijiste...— su cara ha pasado de frialdad a confusión—. Pero, ¿Cómo que..? ¿Acaso sufres de jaquecas?

—No, Maca. No son jaquecas.

—Entonces... ¿Que?

Su cuerpo está más paralizado que el hielo (al igual que el mío) pero ya no puedo callarme, estoy cansado, y maldita sea, justo ahora quiero dejar de actuar como un niño que intenta parecer misterioso.

—Tengo cáncer, Maca.

MACARENA POV

Cáncer... Cáncer... Cáncer... “Tengo cáncer, Maca”

Esas palabras resuenan en mi cabeza como un eco. Raúl está hablando pero aunque intento escuchar, hay muy pocas cosas que logro distinguir. Palabras que mi cabeza no está lista para intentar entender su significado tras una noche larga.

Cálido y fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora