Capítulo 8

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Chiara aparece en la puerta de su casa con dos cuartos de sopa, panecillos, queso crema, bombones, galletas, tres pintas de helado y el ceño fruncido. 

Pasa por delante de Violeta y se dirige a la cocina. Violeta la observa, sintiéndose inadecuada. Lleva una sudadera negra para estar más cómoda y el pelo recogido en un moño suelto y desordenado. Estaba demasiado acalorada y cansada como para molestarse en maquillarse, y ahora, al ver a la pelinegra con su piel perfecta y sus mejillas sonrosadas, se arrepiente de esa elección.

Lo primero que dice Chiara es—No puedo creer que pienses que no voy a venir sólo porque no vamos a tener sexo.

Violeta sigue a Chiara hasta la cocina justo cuando la inglesa se quita el abrigo. Sin mediar palabra, Violeta le quita el abrigo y lo deposita en una silla de comedor cercana. Chiara lleva un jersey de cachemira azul ajustado y unos pantalones de color azul oscuro, cuya combinación acentúa los músculos tensos y las curvas. Una vez más, Violeta se arrepiente de sus elecciones de esa mañana. Cohibida, tira del dobladillo de su sudadera holgada. ¿Por qué pensó que sería una buena idea que la viera así?

—¿No es ese el objetivo de nuestro acuerdo?

—Pensé que habíamos acordado que podíamos pasar el rato —Chiara mete el helado en el congelador y cierra la puerta, apoyándose en su marco—. ¿A menos que no quieras? ¿Querías estar sola?

—No —dice Violeta apresuradamente—. Estoy, me alegra mucho estés aquí. No quería que te decepcionaras.

—Como he dicho, eres ridícula. Me gusta pasar el rato contigo.

—¿En serio?

Esa mirada de escepticismo e incredulidad golpea a Chiara más fuerte de lo que pensaba.—Sí —escupe con énfasis—. ¿Por qué es esto una pregunta? Eres divertida, graciosa, cálida e inteligente y, simplemente, es increíble estar cerca de ti.

Violeta se tira y revuelve un mechón de pelo errante, sintiéndose abrumada por los cumplidos.

—Una de las razones por las que Julia rompió conmigo es que dijo que no era alegre estar a mi lado. Ese tipo de cosas... se quedan en una persona.

Un destello de ira cruza el rostro de Chiara.—Julia es una idiota. Ahora, vamos, lleva tu trasero al sofá. Vamos a ver Netflix y a relajarnos de verdad.

Así es como pasan la tarde. Ven la televisión, comen bocadillos y, tras algunas débiles protestas, Violeta deja que Chiara la adule y la mime. Chiara se levanta de un salto a buscar su aspirina y su helado. La pelinegra le quita el cuenco cuando termina. Mantiene un brazo suelto alrededor de sus hombros, acariciando suavemente su brazo.

Cuando cae la noche, la ojiverde pide pizza para ellas. Deja que Violeta elija los ingredientes y pide ensaladas de acompañamiento sin que la pelirroja tenga que pedírselo.

—Me estás mimando —le dice Violeta. Casi bromea diciendo que si Chiara sigue así, nunca querrá que se vaya. Sabiamente, lo piensa mejor antes de decirlo—. Tendré que devolver el favor pronto. No es fácil aguantarme con el periodo.

—¿Y si nuestros ciclos nunca se sincronizan? Los seis meses que tenemos juntas serían más bien tres.

—Cinco ahora —le recuerda Violeta—. Nicole vuelve en cinco meses.

—Oh —El tono de Chiara sugiere que no había considerado eso. Pero es cierto—. No me había dado cuenta de que ya era... um, sí. Tienes razón. Nos quedan cinco meses.

Chiara vuelve a centrar su atención en el televisor, pero está demasiado distraída para saber qué pasa con la película que están viendo, una ridícula comedia romántica navideña.Después de un momento, con los ojos todavía pegados al televisor, Chiara pregunta—Oye, ¿y si...? Quiero decir, me preguntaba... —Esto no funciona, así que Chiara lo intenta de nuevo, esta vez apartando la vista de la pantalla para mirar a Violeta—. Así que, quiero decir, estudio en el centro y paso por esta zona todos los días. ¿Y si... y si me paso algún día después del trabajo?

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