Capítulo 34

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Como parte de su plan de mejora como novia, Nicole propone un regalo de Navidad considerado y extravagante para Chiara: una noche en el museo.

Más concretamente, una fiesta de pijamas para adultos en el Museo Americano de Historia Natural, donde la gente paga cientos de euros para pasar la noche y dormir bajo la icónica ballena azul de 35 metros del museo.

Cuando Chiara se entera, chilla con entusiasmo y la abraza.

Las caras entradas incluyen champán y una cena tipo buffet. La rubia tiene la intención de aprovechar al máximo ambas cosas.

***

Al comenzar la velada con la cena, ya tiene ante sí tres copas de champán y dos platos completos. Están en el salón central del museo, donde las mesas para la cena se han colocado alrededor de la sala futurista, inundada de brillantes luces azules.

—Estoy deseando que volvamos a Menorca en un par de días —dice entusiasmada Nicole después de bajarse otra copa de champán—. Me alegra tanto pasar las Navidades en casa. Va a ser genial. Hace mucho tiempo que no vuelves, ¿eh?

—Sí, creo que han pasado unos cuantos años —Chiara picotea con delicadeza su plato, más por cortesía que por otra cosa, esperando que la cena termine para poder explorar las distintas zonas del museo.

—Hay muchas cosas que han cambiado. Ya lo verás. Habrá muchos lugares que reconocerás. —La chica parlotea y le cuenta a Chiara que su madre ha renunciado a su trabajo en la cafetería después de discutir con una camarera.

Chiara escucha atentamente. Hasta que ve una figura familiar.

Al principio, no está segura de lo que ve, o mejor dicho, no quiere creerlo. Como ha soñado y pensado en ella tan a menudo en los dos meses que llevan sin estar juntas, a veces cree verla entre la multitud.

Pero esta vez no hay error. Es Violeta, al otro lado de la habitación, con un aspecto imponente y seductor, con su blazer gris tan característica y su camisa de vestir negra de cuello alto.

Y ahí está Julia, a su lado, con un brazo alrededor de la cintura de la reportera.

La inglesa siente que está a punto de morir. Sólo quiere hacerlo.

—Amor, —dice temblorosamente.

—¿Sí, cariño? —Chiara no responde, así que ella sigue su línea de visión para ver qué la tiene hipnotizada. Cuando ve a Violeta, no puede evitar girar sus ojos.—Joder, otra vez no.

La pelinegra se vuelve hacia su novia, apenas capaz de reprimir su angustia, ansiedad y todas las cosas terribles que sabe que no tiene derecho a sentir al ver a Violeta con otra persona. Su miseria se agrava cuando ve a Nicole con la mirada perdida y el ceño fruncido.

Ahora se siente la peor persona del planeta.

Desesperada, le suplica.

—¿Podemos irnos?

La rubia duda.

—Amor, he pagado mucho dinero por estas entradas... Es un evento muy raro. ¿Quién sabe cuándo tendremos otra oportunidad como esta? ¿Podemos quedarnos un poco más? Es un lugar grande, no tenemos por qué verla más.

—Yo... no sé si es una buena idea.

Corrección: ella sabe que no es una buena idea.

—Vamos, sólo inténtalo. Puedes ignorarla.

La menorquina, aún culpable por su infidelidad emocional, asiente con la cabeza. Puede hacerlo. Terminará la cena rápidamente y se irá a explorar otras secciones del museo. Su novia tiene razón, es un lugar grande, puede encontrar algún sitio para esconderse.

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