Capitulo dos: El renacer de las polillas.

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Una vez más, Eliot Marín llegó a la hipótesis de que sus creencias erradas no había llegado a su fecha de fallecimiento; pues, él creía que el insomnio acabaría al ver luego de tanto tiempo a la ninfa de cabello naranja.

Luego de que el autocontrol lo sacó del abismo en el que había caído tras ver la escena de amor que él no protagonizaba, alquiló una habitación de hotel y meditó entre la luz apagada, el silencio eclipsado entre las cuatro paredes, y la taquicardia causada por esperanza quebrada.

El sentimiento de culpa había carcomido sus ganas de existir junto al remordimiento aquella tarde de otoño cuando vio partir a la chica en un autobús. A pesar de que antes de ella dependía emocionalmente de un recuerdo, Mia con su sola existencia se convirtió en el nuevo pilar de su vida, en el eslabón más fuerte de su cadena... Sólo que él ya había mentido lo suficiente como para que la verdad valiese más que sus engaños.

Su estabilidad se tambaleó a medida que el autobús se hacía más y más pequeño por la carretera, hasta que simplemente su razón de ser colapsó, como un principiante al caer de la cuerda floja por falta de conocimiento, confianza en sí mismo y dominio.

Lo único que lo mantenía al margen de una pérdida de cordura, era la idea de que Mia sanaría al reencontrar su amor propio, pero el muy igualado pensó que él podría ser el único digno de su amor.

Dijo el karma: Amarás a quien no te ama por no haber amado a quien te amó; pero, ¿Qué pasa si se trata de la misma persona? ¿Qué pasa si en realidad la amaste desde el principio, pero no fuiste lo suficientemente valiente para decirle la verdad y demostrárselo?

Eliot sí la amó, no sabía exactamente desde que punto, considerando que al inicio de la relación estaba con ella para satisfacer su obsesión. No tenía ni la más remota idea de cuándo nació su amor genuino, pero se dio cuenta de su existencia cuando ya no recordaba a Vianka, sino a Mia.

Que ella estuviera con otro hombre no era obra del karma, sino lógica, o una acción del destino para dar a entender que hay personas que pasan por tu vida para romper tu corazón, luego reconstruirlo y aprender a no cometer los mismos errores con el alma Dios creó con el propósito de complementar la tuya.

Que ironía del ser humano; descubrir el verdadero valor de una persona cuando ésta ya no forma parte de su entorno.

Meditando sobre el colchón de su habitación efímera, Eliot llegó a la conclusión de que no le importaba si era karma, lógica, o simplemente ganas de joder del destino; él regresaría al corazón de la pelirroja a cualquier costo, así tuviera que sacar a empujones a un hombre inocente de su error.

Quizás su egoísmo había mermado, más no desaparecido.

***

Los dedos de Eliot se retorcían entre sí con nerviosismo, tan voraz que sus nudillos palidecían constantemente más de lo habitual, y la carpeta amarilla que llevaba consigo sufría las consecuencias de esa intranquilidad. Llevaba puestos unos pantalones gruesos de lana, un abrigo jersey unicolor y una bufanda gris que hacía juego con el gorrito de lana que aplastaba su cabello, todo para evitar que el frío del fallecimiento del otoño acariciara tanto su piel.

A pesar de que sabía que estaba en el lugar y el momento exacto, se sorprendió un poco al ver a Mia atravesar la salida del hospital con un sobretodo beige que hacía resaltar su perfecta melena naranja. Iba junto a su pareja actual.

Eliot sacó valentía suficiente como para despegar sus pies del suelo y acercarse. ¿Por qué el interior de las personas se estremece al ver a una persona que significó tanto en el pasado? El tiempo deshace lágrimas y merma el dolor de las memorias, pero nunca será capaz de borrar una futura impresión.

Ambos nos equivocamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora