Capitulo tres: Enigma de un cigarrillo.

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De: eliot_marin.v@gmail.com
Para: mia.nashira@gmail.com
(Sin asunto)

Te amo, Mia. Sé que no tengo moral, mucho menos palabras para desmentir todas las razones que tuviste al irte. Deseo que puedas superar todo el daño que te hice sin querer, tenía la mente tan bloqueada que jamás fui capaz de detenerme a pensar en tu dolor.

Han pasado sólo cuatro días desde que te fuíste para continuar tu vida lejos de mí, como debe ser... no te escribo para que regreses, a pesar de que no puedo negarte que espero que el destino no sea tan mier*da como yo y decida juntarnos más adelante. Deseo que seas feliz y que consigas todo lo bueno que mereces, que de alguna forma recuperes el tiempo que perdiste conmigo... pero te suplico que no me olvides.

Sé que te hice daño, no sé cuánto, eso sólo lo sabes tú. Mia, perdóname, el sentir tu ausencia me ha enseñado que fui el sujeto más estúpido de la faz de la tierra al desaprovechar a una chica tan excepcional y maravillosa como tú.

No escribo esto para reprocharte el haberme negado una oportunidad que, estando yo en tu lugar, tampoco me la habría dado. Sólo lo escribo como un hasta luego, porque aunque he aceptado tu decisión de marcharte, no digo que no es tentadora la idea de buscarte más adelante, donde quiera que estés. Sana, yo estaré arreglando lo que hizo que te fueras.

Esta no es una despedida. Aunque no me contestes, o independientemente de lo que digas al recibir este correo; no volveré a buscarte sin antes eliminar de mí todas las actitudes tóxicas e inapropiadas, todo aquello que implique no tenerte.

Por favor, no me olvides. Demostraré que he llegado a amarte respetando tu distancia. Te amo, Mia.

De: mia.nashira@gmail.com
Para: eliot_marin.v@gmail.com
(Sin asunto)

Sin rencores, Eliot. Mi corazón sigue sin poder perdonar tus engaños, pero mi razonamiento acepta la idea de que quizás en algún futuro pueda existir algo sano y real entre nosotros. Por favor, no vuelvas a buscarme hasta que no te sientas lo suficientemente maduro como para dar la cara a un pasado que me incluye.

El tiempo es quien tiene la razón.

Por los momentos, no creeré eso de que me amas, aunque espero que cumplas lo que dices y lo demuestres al respetar mi distancia. ¿De verdad me amaste? No lo sé, y supongo que jamás lo sabré, porque no podías amarme mientras me hacías sentir que no lo hacías.

Hasta algún día, Eliot.

Mia estaba releyendo aquellos mensajes una y otra vez en su laptop mientras velaba el inestable sueño de su abuela, quien estaba en medio de la balanza de la vida y la muerte, y eran sus nietas quienes debían decidir a qué lado colocar más peso. Mia intentó evadir esa decisión al cambiar el sesgo de sus pensamiemtos. Comenzó a sentirse culpable a medida que recordaba su compromiso, sinceramente se había olvidado de esa especie de promesa que le hizo a Eliot la última vez que hablaron antes del —para ella— inesperado reencuentro, había dado a entender que aceptaría volver con él si sanaba, y lo hizo... pero ahora ella había tomado otros planes con respecto al amor.

Cerró sus ojos y soltó un bufido insonoro. Estaba siendo parte de dos corazones, el problema era que ninguno merecía ser roto para que el otro se completara.

Es muy sencillo aparentar ser fuerte cuando tu debilidad está muy lejos. A Mia le había funcionado la distancia, pero su debilidad regresó y comenzó a hacer estragos hasta en su existencia.

Ambos nos equivocamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora