Capitulo doce: El veredicto.

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Pese a que las decoraciones navideñas existen para dar espíritu y un escaso aliento a los alrededores, no eran muy útiles en aquella corte donde se discutía entre el juez, testigos, abogados y demandante, por la custodia de una infante con una condición psicológica anómala.

—Un hogar debe conformarse por dos padres, mujer y hombre, no por dos madres, su señoría —objetó Samuel tras haber escuchado el testimonio de la pareja de su ex amante.

—¿Esa es su defensa, señor Cedeño? —inquirió la mayor fuente de autoridad en la sala.

—No.

—Entonces no sea maleducado y espere a que se le conceda el derecho a la palabra —la juez se volvió hacia la abogada Francis—. ¿Está usted segura de que tiene pruebas contundentes de que el señor Samuel es un hombre no apto para ser padre?

—Completamente —aseguró Bea—. Mientras mi cliente acataba las ordenes mudas de la denuncia, me tomé la molestia de reunir a mi equipo para recolectar información sobre el señor Samuel. Lo cual me parece justo, puesto que él también pasó tiempo imprudente en vigilia de mi cliente como todo un acosador empedernido.

—Señor Eliot Marín y señorita Pipper Velazco, ¿ambos dan créditos a las palabras de la abogada Francis?

Ambos asintieron; Pipper, con su cuerpo fundado en un elegante gabán beige y su cabello atado en una perfecta coleta alta, se inclinó hacia adelante para acercar sus labios al micrófono:

—Inclusive, su señoría, contamos con testigos y evidencia sumamente valiosa.

Samuel ya había dado su testimonio, al igual que Joselyn, ambos habían ideado un presunto plan infalible que tenía todas las de ganar... Pero no contaban con la infortuna de que se filtrase aquella dichosa evidencia. ¿Qué podría ser? Si Eliot Marín nunca había estado lo suficientemente relacionados con ellos como para saber cosas... O al menos eso pensaba el matrimonio nefasto.

Cuando el abogado vio la expresión estupefacta de su cliente, exclamó:

—¡Objeción! —ante el silencio de la juez, supo que podía continuar—. Cualquier evidencia que sea mostrada tiene derecho a ser desmentida por mi cliente.

—Depende de cuál sea la evidencia, claro —afirmó la mujer en su átril, dirigiéndose después hacia Bea—. Prosiga, doctora Francis.

La susodicha entrelazó los dedos detrás de su espalda y dijo:

—La noche del veinticuatro de diciembre del presente año, la pareja de mi cliente recibió una llamada del teléfono celular del señor Samuel. Tanto ella, como mi cliente, se negaban a entablar conversación con Samuel por más insignificante que fuera, pero Cyia supuso que podía tratarse de algo importante, por lo que decidió grabar antes de contestar. Si me permite, su señoría, tengo en el celular de la receptora la grabación de la llamada.

Bea acercó a la juez el celular de Cyia Suarez dentro de una bolsa plástica, al ser encendido, se colocó la grabación en altavoz para que todos los presentes en la corte pudiesen oír.

La mayor fuente frunció el entrecejo al oír a la pequeña desesperada, diciendo que Santa Claus era horrible y que deseaba volver con su madre, también abrió los ojos en exceso al escuchar perfectamente a Joselyn Cedeño agredir verbalmente a Cyia antes de colgar.

—¡Objeción! —exclamó el abogado al finalizar la grabación. Joselyn se colocó de pié para hablar.

—Es un montaje —aseguró, mirando de manera furibunda a Pipper cuando intentó aguantar la risa, pero fue imposible.

Ambos nos equivocamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora