Capitulo diez: Demandante fraudulento.

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Pocos días después.


Mia y Eliot permanecían conversando animosamente en la cafetería de La Intemperie, cada uno calentaba sus palmas con un vaso desechable de un humeante y fuerte café para luchar un rato contra el gélido ambiente que desprendía el invierno. Estaban aprovechando que la pelirroja tenía un ratito libre antes de volver a retomar su guardia.

—Estoy muy emocionada por la navidad —confesó ella, dando un sorbo a su café mientras ambos miraban el noticiero en la pantalla plana de la cafetería—. La ciudad se pone muy bonita para estas fechas.

Eliot abrió la boca para contestar, pero frunció levemente el ceño al sentir una vibración en el bolsillo de su pantalón. Al sacar su celular, descolgó la llamada, aún extrañado.

—¿Bueno?

—¡No me lo vas a creer! —exclamó su mejor amiga al otro lado de la línea.

—¿Qué pasa, Bea?

—Necesito que vengas ya mismo al Starbucks que queda cerca del apartamento de Arantza, te tengo una noticia buenísima.

—Dame un spoiler  —pidió, alzando una ceja cuando la mujer al otro lado de la línea negó—. Al menos dime que no me harás perder el tiempo, estoy ocupado con Mia.

La aludida puso una mueca confusa al percibir que Eliot se iría, pero decidió no inmiscuirse en el asunto.

—¡Que sí, mi Eli! —chilló Bea, sin perder la emoción—. Se trata de Samuel, Pipper me llamó para contarme que descubrió algo que podría ayudarnos con el caso, pero no me dio demasiados detalles, quiere que estemos juntos para saberlo. Ella también está viniendo para acá.

Eliot soltó una bocanada de aire.

—Okey, ya voy —tras colgar la llamada, volvió su atención a la pelirroja—. Tengo que irme, lo siento.

—No hay problema, pero, ¿pasa algo malo?

—No, si más bien parecen buenas noticias —sonrió levemente—. La detective privada de Bea ha estado siguiendo a Samuel desde hace un par de días, y creo que descubrió algo importante.

—¿Detective privada? —Mia puso una mueca—. Está bien que quieran ayudar a Ara, pero ella no tiene tanto dinero como para pagar tan servicio, menos ahora que se quedó sin trabajo.

—Es sin fines lucrativos —aseguró Eliot, protando sus manos enguantadas—. Se trata de Pipper, ¿te acuerdas de ella?

Mia arrugó las cejas ipso facto.

—¿Cómo olvidarla? —apretó los labios, pese a que ya no sentía rencor, esperaba no volver a oír el nombre de esa chica—. ¿Aún sigue enamorada de ti? —inquirió, casi con reproche.

—¿Estás celosa? —cuestionó Eliot con un ápice de diversión.

—Sí.

—No puede ser —rió—. Los tres fuimos juntos a la misma universidad, pero cada quien escogió carreras distintas. Claro que Pipper se había inscrito con la intención de pasar tiempo conmigo o coincidir casi todos los días, pero en el segundo cuatrimestre conoció a un chico y están juntos hasta ahora.

—Mhmm —emitió la pelirroja, pasando la punta de la lengua por el interior de su mejilla.

—Sip. El caso es que también le he pedido ayuda a ella, los tres estamos trabajando para resolver esto y hacer que Sah esté con Arantza lo más pronto posible.

—¿Qué estudiaste tú, por cierto? —inquirió ella, ceñuda—. Por lo que veo, arte no ha sido, música tampoco. Recuerdo que una vez hablábamos de la universidad y me dijiste que aún no tenías una carrera fija que quisieras tomar.

Ambos nos equivocamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora