Capítulo 13: Mina El Edén.

39 16 13
                                    

La primavera había comenzado a recoger sus colores, dejándole el camino libre al irradiante sol del verano para que alumbrase todo a su paso, y junto a esa nueva estación; venía consigo el sentimiento de amor sembrado en los pechos latentes de dos amigos que comenzaban a desear ser mucho más que eso.

Mia se encontraba haciendo tarea de historia junto a su gato Vincent, recién había llegado del colegio, había decidido adelantar algunas páginas de su ensayo para tener un poco de tiempo para su sagrada lectura, esta vez, releía otro de los libros que su amada hermana le había obsequiado: La masacre de Nunca Jamás.

Axael Velasquez lograba atraparla con cada verso de sus ejemplares.

Era lunes, por ende habían pasado dos días desde la fiesta de su nueva amiga Bea Francis. Por más que la pelirroja intentaba prestar atención a su tarea, su mente se negaba a disipar al menos momentáneamente la historia desgarradora de Vianka Marín, basada en hecho reales. Y mucho menos podía arrancar de su memoria y corazón las seis palabras que brotaron de los labios de Eliot esa misma noche.

«Mia, me estoy enamorando de ti» Aquella frase dicha por un tonto adolescente ebrio hacía eco en su mente y descontrol en su rítmo cardíaco a cada nada. No se atrevía a confesarlo más allá que en su simple cabeza, pero esa noche hizo demasiado acopio de su autocontrol para no besarlo.

En ese entonces, más que nunca, se sintió como la protagonista de todas esas novelas cursis en las que acostumbraba a perderse, siendo ese el único vicio que saciara sus fantasías que creía imposibles de cumplir hasta que le dijeron «Mia, me estoy enamorando de ti»

Ella dentro de lo simple, no sabía cómo se sentía estar enamorada porque jamás había experimentado tal emoción. Pero si estar enamorada es querer estar siempre junto a esa persona, sentir que juntos crean un ambiente de paz, suspirar al recordar cualquier suceso junto a esa persona y colocar su nombre en la última hoja de tu cuaderno cuando estás aburrida en clases, entonces sí; la pecosa se encontraba perdidamente enamorada del espécimen de anteojos y cabellera marrón.

El gato Vincent se bajó de su lado, dando maullidos como si tuviera hambre.

—Vincent, me desconcentras —dijo a la nada, pues el mestizo tenía otro centro de atención.

El felino siguió maullando hasta que Mia tuvo que voltear para volver a ordenarle que hiciera silencio, no obstante, se desconcentró aún más cuando vio el motivo de la loquera de su gato.

Eliot.

Eliot Marín estaba recostado del marco de la puerta, acariciando a Vincent entre sus brazos y viendo a Mia como si tuviese miedo de que se desvaneciera si apartase la mirada por un microsegundo.

—¿Por qué no me dijiste que estabas ahí? —preguntó ella, cerrando su libreta e incorporandosd sobre el colchón —¿Cuanto tiempo llevas observandome?

Él bajó al mestizo y sonrió, haciendo notar los hoyuelos a los lados de sus comisuras.

—El suficiente como para convencerme cada día más de que eres lo más hermoso que he visto en mi vida.

Mia, como de costumbre; se ruborizó.

Él se sentó en una silla de madera que había junto a la cama y le tendió una hermosa margarita que no había hecho notar hasta ese momento. Ella la tomó sin dejar de ver los ojos del chico.

—La arranqué del jardín de nana, confío en que no irás de soplona —apretó los labios.

—¡Por Dios, Eliot! —lo vio horrorizada, como si un tercer ojo hubiese comenzado a crecerle en la frente en ese mismo instante —¿No que muy amante de la naturaleza?

Ambos nos equivocamos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora