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— Lo que faltaba, ver a ratas por acá.

— Ni si quiera sabemos quienes son, o si hay acá.
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— Estoy re cansado de las cenas de empresa de mi papá —se quejó Felipe mientras salía de su coche recién aparcado.

— Pues no vayas boludo —le dijo con obviedad su amigo Blas.

— ¿Posta? Ni se me ocurrió fijate —le contestó con sarcasmo, haciendo reír al ruloso—. Vos lo ves fácil, nunca vienes a una.

— Lo bueno de tener hermana pequeña, que tengo que cuidarla —encogió sus hombros con burla.

— Yo también tengo una —Pipe resopló mientras seguían su camino hasta el punto donde se encontrarían con sus otros dos amigos.

— Pero boludo, la cena es en tu casa, no te la podés saltar igualmente.

— Iré a tu casa a cuidar a tu hermana también —Blas encogió sus hombros como respuesta, y antes que pudiese contestar a su amigo, un coche frenó en seco justo en frente de ellos asustandolos.

— ¿Qué pasó princesitas, os doy una vuelta en mi nuevo carro? —Jorge masticaba de manera exagerada su chicle mientras sonreía con cinismo.

Blas rodó sus ojos teniendo que soportar al muchacho desde tan temprano en la mañana, y Felipe sonrió ante la aparición de este. Eran amigos desde la infancia, y seguían siéndolo ahora en la facultad. Siempre fueron ellos dos, hasta que en el instituto se integró Blas, siendo un nuevo amigo para el grupo. Bueno, en verdad nuevo amigo para Felipe, porque Blas y Jorge solo se soportaban por el de ojos claros.

— ¿Viste mi nueva adquisición? —preguntó de nuevo Jorge pasando su mano por el volante, haciendo que Felipe se apoyase en la puerta y asomase su cabeza viendo el interior.

— ¿Tuya o de tu viejo? —picó Blas sin tener interés en ver el coche. Jorge ignoró eso.

— Es un Bugatti de última gama —el muchacho sonreía con superioridad al ver como su amigo miraba con una sonrisa su coche.

— Lo conozco, mi hermano tiene el mismo —Felipe guardó sus manos en los bolsillos con desinterés, haciendo que la sonrisa de superioridad de su amigo se transformase a una tensa.

Si que es verdad que Jorge y Felipe se conocían desde que se comían los mocos, sus familias eran muy unidas, ya que sus padres trabajan en la misma empresa, bueno, más bien el padre de Jorge trabajaba para el padre de Felipe, siendo la mano derecha de él, e incluso sus madres iban juntas a yoga, y casi todos los fines de semana comían o cenaba juntos.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora