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— Que mal me encuentro.

— Eso es porque bebiste mucho.
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— ¿Va a venir? —Lupita se acercó a su amigo castaño mientras le daba un sorbo a su copa.

— Me dijo que sí —contestó este—. Más le vale aparecer, estuve un buen rato intentando convencerlo —se quejó.

— Mirá —la chica señaló hacia la entrada, donde aparecía el de ojos claros.

Felipe cuando encontró a sus amigos entre las personas no perdió el tiempo en acercase a ellos. Conocía a más gente, pero sabía que con ellos estaría más cómodo, a pesar de todo.

— Ya estábamos preguntando por vos —Jorge le dio una palmada en el pecho a su amigo—. Te voy a traer una copa.

El muchacho se fue, dejando a la chica y a él solos. Un silencio incómodo se formó, en la que solo se escuchaba la música de fondo.

— Perdón por lo de esta mañana —ella inició la conversación, haciendo que el chico le mirase con sorpresa—. Sé que no fue la reacción que esperabas de nosotros, pero era porque nos preocupamos por vos.

Felipe chasqueó la lengua con una sonrisa—. Ya sé que os preocupais, y yo me siento halagado por eso, pero de verdad —miró con intensidad a su amiga—., creedme cuando os diga que Valesk es un encanto de mina, si os pararais a conocerla os llevaríais piola —Lupita apretó su vaso intentando esconder su molestia detrás de una sonrisa amable.

— No lo dudaría —mintió recordando la mini pelea que tuvo con la chica en la clase de baile.

— Acá estoy de vuelta —Jorge intervino alcanzandole la bebida a su amigo, que la agarró para darle un sorbo—. ¿De qué hablabais?

— De Valesk —contestó de manera rápida la chica.

— Oh, tema re interesante —dijo con un toque de ironía, haciendo que el chico rodase los ojos.

— Jorge... —le regañó este.

— No, no, lo digo enserio —llevó su mano a su propio pecho, a la altura del corazón—. Me alegro de que estés feliz con esa piba, cada quien con lo suyo —le restó importancia con una agitación de mano—. Es más, vení conmigo —Jorge pasó su brazo por encima de los hombros del de ojos claros para comenzar a caminar hacia el salón, donde estaba la mayoría de personas.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora