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- No, no, no. Ya podéis estar borrando lo que tengáis en esa vacía cabeza.

- Ni siquiera dijimos algo.
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Todos los alumnos de la universidad se acumulaban en la salida del edificio, las clases habían terminado por ese día, por lo que ahora todos estaban despidiéndose o hablando con sus amigos con los que no comparten clases.

Valesk y Juani caminaban en dirección a la moto de la chica, mientras que Matías iba enganchado a la muchacha rodeando sus hombros con su brazo.

- ¿Dónde aparcaste vos? -Juani asomó su cabeza para preguntarle a su amigo.

- Por allá -contestó después de soltar el humo de su cigarro, señalando con este a una dirección.

Aunque no hubiese especificado muy bien el lugar del coche se podía ver perfectamente si dirigias la mirada para esa dirección, ya que un coche no tan moderno y con varias roturas, destacaba entre los otros de tan alta gama siendo el más diferente.

- Dale unos días más, y los demás carros no aparcaran allá -se burló el mismo, haciendo referencia a su destrozado coche, que se notaba de lejos que no le pertenecía a un Cheta.

Matías era el que más dinero tenía de los tres, no como para compararse con uno de los de esa universidad, ni tampoco lo suficiente para salir del barrio donde viven, pero para compararse con Valesk que apenas tiene para llegar a fin de mes, o con Juani que aunque intentase ahorrar su dinero iba a parar a su madre.

Por lo que podría llegar a comprarse un coche mejor que el que tiene, pero el trío de amigos sabía que eso no era una buena idea, porque coche nuevo o bueno que entraba a Loretta, coche que al día siguiente aparecía sin ciertas partes, o que ni siquiera aparecía.

Cuando llegaron a donde estaba el vehículo de la chica se quedaron unos pocos minutos hablando.

- Ya te dije que podés venir a mi casa cuando quieras -el de rizos se quejó a su amiga, que encogió sus hombros.

- Che, ¿por qué ese pajero no para de mirarnos como si nos quisiera matar? -Matías cortó la mini conversación que estaban teniendo ambos amigos, que miraron a la misma dirección que miraba el que fumaba.

Encontraron a Jorge apoyado en su coche mirándolos fijamente mientras jugaba con su mechero, estaba con un grupo de chicos que hablaban animadamente, pero él parecía estar más metido en sus pensamientos mirando con odio al trío de amigos, o más bien a la única chica presente.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora