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— Lo digo porque soy muy torpe bailando y...

— ¿Querés practicar el baile?
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Valesk bajó las escaleras dando saltitos, se podía ver su buen humor desde lejos, ya que todavía seguía recordando los buenos momentos del día anterior que pasó en el barco con Felipe.

Aunque no pudo conseguir su cometido de compartir un beso con el chico, no se arrepentía de nada de lo de ayer, ya que pudo conseguir saber realmente si el chico le iba a corresponder, y eso hizo que esa misma noche ella durmiese como un angelito.

— Siento amargarte esta mañana pero... —Felipe dejó caer frente a la chica el libreto de la obra de la universidad, rápidamente la expresión de la chica cambió.

— ¿En serio tenemos que practicar? —preguntó con desgana.

— Mañana tenemos un repaso, ya queda menos para poder presentarla —el chico encogió sus hombros también con el mismo sentimiento.

Ambos no querían pasar sus últimos momentos de estar solos gastandolos en la obra que debían de hacer. Podrían dejarla para más tarde, pero sabían que si hacían eso había mucha probabilidad de que no lo hicieran realmente, por lo que no podían posponerlo.

— Te hice un café para que lo sobrelleves —Felipe le alcanzó una taza para después dejar un pequeño beso en su sien.

Valesk se podría acostumbrar siempre a estos recibimientos, pues aunque ya no sea su cumpleaños, el chico seguía siendo igual de servicial y cariñoso con ella, haciendo que su corazón se calentase aún más y sus sentimientos hacia él se intensificaran.

La chica siguió a su amigo hasta el salón donde ambos se dejaron caer en el sofá, cada uno con su libreto, aunque Valesk tuvo que ir a por los cascos, ya que ella debía de escuchar el audio de Juani leyendo el libreto para que ella lo pudiese estudiar perfectamente.

Felipe no se extrañó de ver a la chica de esa forma, ya se llegó a acostumbrar a esas cosas, además le daba orgullo ver como la chica no se ha rendido ante la adversidad de su problema, viendo como puede gastar horas solo para conseguir superar sus dificultades.

El chico se dio cuenta de que más que estar estudiando el libreto miraba con atención a la chica, viendo como su ceño se arrugaba mientras escuchaba el audio e intentaba seguir la lectura con su dedo, veía como mordía la uña de su dedo con concentración, sin llegar a partirla, escuchaba los leves chasquidos que soltaba al no enterarse bien de algo, pues volvía a repetir el audio.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora