El fin de semana terminó, dejando un mal sabor de boca en la chica, fue tanto su preocupación sobre que Jorge hubiese dicho su secreto que no se había presentado a clases ni el lunes, ni martes, ni el miércoles, y tampoco tenía pensado ir el jueves.
¿Había pensado alguna forma de contarle a Felipe la verdad? Si, ¿lo ha hecho? No. Se llamaba a si misma cobarde, por no afrontar las cosas y tomarlas como responsabilidades, porque aunque estuviera metida en eso por ciertos motivos, es su responsabilidad y realidad, y tiene que aceptarla.
— Ya me podés estar diciendo porque no estás yendo a clases —Matías entró a la casa de la chica como si fuera la suya propia.
— Estuve enferma —dijo como escusa.
— Enferma mis pelotas —se veía que el chico no estaba de humor—. Juani me ha estado comiendo la cabeza sobre lo que te podría pasar y sobre el porqué no contestas a los mensajes.
Era verdad, en esos tres días que no había ido a clases no contestaba al móvil, tenía mensajes de Juani, Mati, y Felipe. Al saber que este último le preguntaba que qué le pasa, si estaba bien, y esas cosas, le tranquilizaba, porque eso le servía para saber que Jorge no se había ido de la lengua.
— Contame la verdad Valesk —el chico llevó sus manos a la cintura en forma de jarra esperando la explicación. Valesk dio un suspiro dejándose caer en el sofa—. Te he salvado de que venga Juani a sacarte a trompadas —Matías tomó asiento a un lado.
Se quedaron un rato en silencio, el chico esperaba pacientemente a que su amiga comentase lo que realmente le pasaba, porque sabía que estaba buscando la manera en la que contarlo.
— Ya sabes que tengo laburo —comenzó.
— Lo sé, lo dijiste... —le cortó.
— Con Lolo —eso hizo que Mati se quedase totalmente mudo, poniendo aún más nerviosa a la chica.
— ¿Cómo...?
— Fue cuando Mónica se volvió a ir —la chica restregó sus manos por su rostro—. No tenía plata y la necesitaba.