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— Lo tenía que hacer. Se lo merecía.

— ¿¡Se lo merecía!? ¡¿Te estás oyendo Felipe!? 
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Valesk caminaba hacia la puerta, ya que esta estaba siendo tocada desde hace un rato.

— Ya va, ya va —dijo cuando estaba acercándose a ella.

Pero cuando la abrió se quedó totalmente confundida, nunca se esperaría ver ahí a la persona que tenía justo delante.

— ¿Lupita? —preguntó sin creérselo.

— Hola —hizo un intento de sonrisa que quedó en una mueca.

— ¿Qué hacés acá? —la chica se dejó caer hacia un lado, apoyándose en la pierna buena.

— Quería hablar con vos, ¿puedo? —fue tanta la confusión que tenía Valesk que tardó un poco en contestar, pero finalmente le indicó con la mano que pasara.

Le caía mal, obvio, pero le daba curiosidad saber como es que Lupita había llegado hasta su barrio y a su casa.

— ¿Querés algo? —le preguntó mientras la Cheta tomaba asiento en el sofá con cuidado de no mancharse con algo.

— Té negro con limón, por favor —le pidió mirando todo con un poco de escrupulosidad.

— Agua será —Valesk caminó hacia la cocina para coger la bebida.

¿Te negro con limón? ¿Quién bebe eso? Ni que fuera de la realeza. Pensaba mientras volvía hacia el salón.

Se sentó a un lado, manteniendo una distancia, mientras le tendía el vaso. Después de que Lupita le diera un sorbo se formó un gran silencio entre ellas, uno bastante incómodo, en el que Valesk le cuestionaba con la mirada, mientras que la Cheta pasaba su mirada por la casa de la pobre.

— Y... ¿Por qué estás acá? —preguntó finalmente.

— Quiero que perdones a Felipe —lo soltó con tranquilidad pero a la vez como una orden.

— ¿Qué?

Eso sí que le sorprendió ¿Lupita pidiéndole que volviese con Felipe? ¿No era que ella quería con él? La verdad es que no estaba entendiendo nada.

— Voy a hacer esto re rápido —se dio fuerzas a si misma para hablar—. Felipe no tiene la culpa de nada, toda la culpa es de Jorge y mía. Yo estaba celosa de ustedes, en un principio lo acepté, pero después de nuestra pelea en la clase de danza me subió la rabia a la cabeza y le pedí a Jorge que hiciese lo que sea para romper vuestra relación, pero no sabía que iba a llegar tan lejos —Lupita empezó a soltar todo su vómito verbal—. Quiero pedirte perdón por meterme en tu relación con Felipe, y no haber asumido que no quiere nada conmigo, y también porque estás de esa manera —hizo referencia a sus heridas—. Por nuestra culpa.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora