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— ¡Espera! ¿Te apetece que quedemos algún día para estudiar el libreto juntos?

— No pensarás que porque sepas mi problema vamos a ser súper amigos, ¿verdad? 
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Juani bajó de la moto de la chica, para dejarle más espacio a ella para hacer lo mismo, habían aparcado en el mismo lugar de siempre. Valesk reía por una tontería que había dicho su mejor amigo. Ambos se acercaron al de pendientes que tenía una mueca de cansancio en su rostro.

— ¿Y esa carita amor mio? —Juani se burló de su amigo.

— Uf, una noche re larga —restregó sus ojos cansados.

— ¿Y eso?

— Mi hermano invitó a sus amigos y hubo fiesta —explicó.

— ¿Peda un domingo? —los tres comenzaron a caminar para entrar a la facultad y empezar la jornada de clases.

— Ya sabes como es mi hermano —encogió sus hombros pasando su brazo alrededor de los hombros de su amiga. Ambos asintieron de acuerdo con las palabras de su amigo.

Conocían al hermano de Matías, quien no lo hiciese es que no vivía en el barrio, David era muy famoso en el barrio y no por cosas buenas. Es el vendedor de armas más famoso del barrio, todos lo que necesitaban una acudian a él para comprársela. En ese mercado también estaba Matías, que se encargaba de algunas entregas.

La verdad que era un grupo bastante peligroso, no solo porque se encargaban de ese tipo de ventas, sino que también era un grupo bastante grande en el que la mayoría de los miembros no se acercaban a ser buenas personas. Por eso Matías, Juani y ella estaban "protegidos" en ese barrio, David conocía a los amigos de su hermano menor, y les tenía bastante estima, por eso se encargaba de defenderlos de cualquiera que intentara hacerles daño.

A Valesk le caía bien David, aunque si que era verdad que algunas veces se pasaba con Matías, ya que ellos dos se solían pelear bastante, haciendo que Matías pasase algunas noches en casa de Valesk, con ella y sus hermanos.

El trio de amigos caminaban con tranquilidad por los pasillos, había tiempo todavía para entrar a clase, aunque tampoco tenían mucha prisa de llegar a ella. Lo bueno es que le tocaban juntos.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora