𝟬𝟯𝟴

63 13 5
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.








































_______________________________________

— Es la admisión para un centro especializado en cinematográfica.

— Te lo mereces.
_______________________________________









































El camino hacia la casa del muchacho se hizo en completo silencio, no había ni música colacada. Ambos iban metidos en sus pensamientos, Felipe pensaba en que era lo que su madre quería decirle, o que estaría tramando, porque sabía que esa llamada no era para una reconciliación. Valesk en cambio, se estaba preparando mentalmente para cualquier cosa que pudiese ocurrir, porque literalmente se iba a meter en la boca del lobo.

¿Esto cuenta como conocer a tus suegros? Se preguntó a si misma.

No se dio cuenta de que habían llegado hasta que Felipe le dio un apretón en su pierna sacándola de sus pensamientos. Ambos salieron del coche, para caminar hacia la entrada. Antes de abrir la puerta, Felipe buscó apoyo en la chica, entrelazando sus dedos. Valesk le dio una sonrisa tranquilizadora y con eso el chico tuvo la fuerza para abrir la puerta.

— Ya estoy en casa —avisó.

— En el salón —Valesk sintió como una electricidad recorrió su columna al escuchar la misma voz de la mujer del teléfono.

Ambos, sin soltarse de las manos caminaron hacia la gran habitación, encontrando de frente a la matriarca sentada bebiendo de una taza. Taza que casi se le cae al ver a su hijo con esa muchacha agarrados de la mano.

Tuvo que contener sus críticas y rabia, apretando el asa de la taza y poniendo el borde en su boca como si fuera a beber. Felipe con seguridad entró con la chica y ambos se sentaron en el sofá frente a la madre.

Un silencio muy incómodo se formó entre los tres, esa tensión no se podía cortar con un cuchillo, más bien necesitarían una motosierra. Valesk notaba como la adulta la estaba juzgando con la mirada, la miraba de arriba abajo y de abajo arriba, parándose unos segundo en las manos entrelazadas con su hijo.

— Tiene una casa re linda —tenía la necesidad de romper ese silencio y la única manera que tenía era alabar la decoración.

— Lo sé —respondió con sequedad, haciendo que la chica apretase los labios—. Aunque ya la viste antes, ¿o me equivoco? —Valesk no pudo esconder la sorpresa.

No sabía que la madre del chico supiese que ella había estado en su casa varias veces. Se limitó a asentir sin querer hablar más.

— ¿Qué querías mamá? —preguntó Felipe cansado de las miradas de su progenitora.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora