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— ¿Te lo puedo compensar?

— ¿Qué? No hace falta.
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Valesk abrió los ojos despertando de su sueño, notó un peso sobre su pecho, sabiendo muy bien quien era. La cabeza de Felipe estaba recostada sobre ella, llevó su mano a la cabeza de este pasándola suavemente por su pelo.

No quería despertarlo por lo que se quedó quieta mientras le hacía cosquillas sobre el brazo desnudo del chico. Su mente viajó a estos días atrás, recordando como el viernes por la noche pudo conseguir que Felipe vaciara un poco su estómago y después lo llevó a su habitación para que durmiera. Ella estuvo sentada en una silla aún lado suyo, vigilando que no le diera por vomitar dormido pudiendo ahogarse.

Al día siguiente se levantó con un dolor de cuello y de espalda por dormir en la silla de madera, lo que le despertó fue los quejidos del chico. Se quejaba del dolor de cabeza, y ella lo único que podía hacer era ponerle un paño en la frente húmedo, ya que no podía darle pastillas, sabía que su organismo no había todavía eliminado toda la toxina. Sabía que todavía iba delirando, ya que entre sueño y sueño soltaba comentarios o quejidos. Solo se despertaba para pedir agua y volvía a quedar k.o, mientras ella se quedaba vigilandolo. Por lo que siendo sábado todavía estaban juntos.

Notó como la cabeza del chico se movía y se separaba de ella para dejarla caer de vuelta en la almohada. Escuchó un suspiro de él, sabía que se había despertado. Valesk giró su cuerpo en dirección al de ojos claros.

— ¿Cómo estás? —le preguntó rompiendo el silencio de la mañana.

— Mejor —respondió restregando sus ojos con las manos. Valesk llevó su mano a la frente del chico, comprobando que la fiebre hubiese bajado—. Ya no tengo la sensación de que vaya a morir —una pequeña risa escapó de ambos.

— Voy a preparar el desayuno, podés ducharte si querés —la chica se levantó de la cama—., hay ropa de Mati en mi armario —le dijo para abandonar la habitación.

La chica hizo la misma rutina que hacía todas las mañanas, levantó a sus hermanos, y les preparó a todos el desayuno. Escuchaba el agua caer de la ducha de fondo, y al rato vio aparecer a todos en la cocina.

Valesk chasqueó la lengua dejando caer su teléfono sobre la mesa, había estado llamando a Juani desde el día anterior, y no se lo cogía. Había hablado con Mati que le dijo que el chico no estaba dispuesto a hablar todavía.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora