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- Y aclarate, ¿soy una hermosura o una rata?

- Hija de puta.
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Energía, energía era lo que le faltaba a Valesk, y le llevaba faltando durante varios días. Ese mismo día era uno de esos días en el que hubiese preferido no haberse metido a la universidad, ya que tenía que prepararse para ir para clases, no sin antes hacer toda una gran rutina.

Empezando por no haber dormido casi en toda la noche, como en varias anteriores, debido a su hermano más menor, que apenas contaba con un año y medio. Un bebé prácticamente que le había dado por llorar casi todas las noches, haciendo que Valesk estuviese con él intentando dormirle, sin siquiera conseguir que mantuviese los ojos cerrados por una hora completa. Y cuando lo hacía ella aprovechaba para cerrar los ojos y descansar sentada en el suelo de su cocina con el bebé en brazos, Marcos.

Después cuando escuchaba su horrible tono de alarma, que no sonaba a la hora en la que ella tenía que levantarse realmente, sino que sonaba una hora y media antes para poder preparar a sus otros dos hermanos menores, gemelos de ocho años, Dario y Lucas, ambos totalmente diferentes el uno del otro.

- Venga chicos, arriba -corrió las cortinas dejando pasar el sol matutino. Sus dos hermanos que dormían en una misma cama, en la antigua habitación de ella, bostezaban y se estiraban a la vez-. Os quiero ver en la cocina ya.

Siempre tenía que ir con un poco de mano dura con sus hermanos, ya que sino no le hacían caso y todo se volvía un caos.

Valesk preparaba el pequeño desayuno que le podía hacer a sus hermanos. Untó un poco de mantequilla en dos rebanadas de pan, uno para cada uno, y llenó dos vasos de leche a la mitad, tenía que racionar la comida si quería que le durase más tiempo hasta que le pagasen por su trabajo. Dejó los platos y los vasos frente a cada uno, Dario era el más tranquilo y perezoso, era el que desayunaba con los ojos cerrados intentando descansar más, mientras que Lucas era más hiperactivo, que cuando abría los ojos nadie lo podía tranquilizar, no paraba de mover los pies que no le llegaban al suelo.

- Desayunar, yo voy a prepararos la ropa -dijo la chica viendo como sus hermanos comían.

Preferiría no verlos comer, ya que ella era la que tenía que privarse de la comida, tenía que dejarle más a sus hermanos que estaban en pleno crecimiento. Llevaba desde la tarde anterior sin comer nada, y tenía que seguir un poco más.

Mundos diferentes | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora