2 - Mirada

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GABRIELA

Cuando mi última clase terminó estaba por irme a mi casa, pero Hoseok llegó a buscarme y a impedir que tuviera la tarde tranquila que tanto necesitaba.

- ¿Estás lista? - preguntó y lo miré con curiosidad porque a veces podía llegar a ser algo extraño y hacía planes de la nada, de los que me enteraba en el último minuto.

- ¿Para qué exactamente? - lo miré con curiosidad y fingió tristeza, pero sabía que sólo bromeaba.

- Quedamos en ir a mi casa aprovechando que mis papás no estarán, me muero por estar contigo - movió la lengua de una forma que sabía que me ponía mal; sinceramente había olvidado los planes que teníamos, pero por nada del mundo me perdería la oportunidad de estar con Hobi en la cama, era un maldito Dios a la hora del sexo y yo pura y virginal no era.

- Es cierto, pero - planeaba hacerme la difícil, aunque las piernas se me abrían de inmediato a penas veía a Hoseok cerca.

- Pero nada, ven, vamos a empezar desde aquí - me atrajo a él y comenzó a besarme, una de las ventajas de ser los mejores estudiantes es que prácticamente podíamos hacer lo que quisiéramos y sólo recibíamos pequeños regaños, pero nada más, además, el padre de Hoseok daba un gran aporte económico para las becas de la universidad, así que era prácticamente intocable y yo, al ser su mejor amiga, también lo era, aunque bueno, mi padre no se quedaba atrás con el dinero que aportaba.

Además, era casi literal que todos en la universidad nos habían encontrado o en pleno manoseo o teniendo sexo en algún salón solitario, los jardines traseros o las duchas del gimnasio, así que como notarán, muy cuidadosos no éramos.

Estábamos disfrutando del beso más apasionado, hasta que nos interrumpieron, pero como dije, sólo nos dieron un pequeño sermón, aunque ni a eso llegaba, los profesores eran demasiado aburridos incluso para eso.

El tal Namjoon también nos dijo que no quería que se repitiera y nosotros hicimos como si nos importara, pero la realidad era que entre más nos decían que no podíamos hacerlo, más fuerte era el deseo y las ganas de que todos nos vieran.

Y cabe aclarar que Hoseok y yo sólo éramos amigos, los mejores amigos con derechos, pero ninguno estaba enamorado, llevábamos haciendo eso desde hacía años y siempre salíamos con otras personas, aunque también eso era aburrido y regresábamos uno al otro porque sólo entre nosotros sabíamos complacernos, lo nuestro era sólo deseo, el más puro y candente deseo.

No le di gran importancia a lo que nos dijeron y sólo me fui del lugar con Hoseok siguiendo mis pasos, necesitaba sentir el movimiento de caderas de mi mejor amigo sobre mí, anhelaba sentirlo dentro, así que lo apresuré para llegar a su casa cuanto antes.

Al llegar no dudamos y comenzamos a besarnos, la ropa nos estorbó y en cuestión de segundos ya estábamos completamente desnudos.

Hoseok me cargó, haciendo que lo rodeara con mis piernas y ni siquiera me dio oportunidad de procesar nada cuando entró en mí y sólo pude gemir contra su boca en medio de los mejores besos que alguien me podría haber dado.

Estaba por subir las escaleras para llevarme a la habitación que siempre acostumbrábamos a utilizar por tener mayor privacidad, cuando me separé y lo detuve.

- Quiero hacerlo en la piscina - siempre se me ocurría una cosa nueva y él nunca dudaba en complacerme, o al menos la mayoría de las veces lograba convencerlo.

- Pero alguien nos puede ver - dijo un poco preocupado, era igual de descarado que yo, aunque a veces se las daba de protector y puritano, pero de eso no había nada.

- ¿Y cuándo nos ha importado algo así? - sonrió en respuesta y aún siendo uno, caminamos hasta llegar a uno de los jardines de la casa de Hoseok, era el más pequeño, pero también el más privado ya que era el que estaba fuera de su habitación y al menos a ese lugar nadie del personal tenía acceso, aunque no podría decir lo mismo de los vecinos.

El espacio era pequeño, pero hermoso, rodeado de plantas, la piscina igual era pequeña, pero suficiente para cumplir con la fantasía que tenía en ese momento, de la segunda planta de la casa caía una especie de cascada artificial que utilizaría a mi favor, había un par de camastros que utilizábamos con frecuencia para descansar mientras hablábamos de cualquier cosa y finalmente, un detalle importante en ese momento, el lugar donde estábamos quedaba expuesto directamente a la casa de uno de los vecinos.

Al llegar se lanzó sin considerar que podríamos morir en el intento, pero había sido exquisito sentir cómo se movió tan brusco dentro de mí que morir con el pene de Hoseok en mi interior sería un honor.

Al salir a tomar aire sacó su gran pene y me dio vuelta para quedar a mi espalda y volver a introducirse sin consideraciones, me recargué en una orilla de la piscina haciendo que él quedara bajo la pequeña cascada que había y se quejó, haciéndome reír, pero también gané mi castigo.

- ¡Oye esto duele! - se pegó más a mi trasero y siguió penetrando con fuerza - así de cerca estamos mejor - dijo riendo luego de escuchar mis jadeos por su movimiento brusco.

Yo me deshacía de placer al sentirlo tan cerca y tan profundo, me acercó para quedar completamente pegada a su pecho y me sujeté a él por la parte trasera de su cabeza dejando mis pechos totalmente expuestos a la vista del nuevo vecino de Hoseok, quien nos veía atento.

Yo sólo sonreí y gemí todavía más al ver aquellos ojos que me penetraban casi tan fuerte como lo estaba haciendo mi mejor amigo en ese preciso instante.

Toda la situación era excitante, de todas las personas que podrían habernos visto, que fuera él, me hizo llegar al orgasmo demasiado rápido, algo que nunca me había pasado, lo que hizo que el hombre detrás de mí me susurrara al oído.

- ¿Tan rico está siendo que llegaste ya preciosa? - ¿cómo podía explicarle que no sólo él me había hecho tener el mejor orgasmo de mi vida, sino que su vecino había ayudado un poco?

- Sí, pero por favor no pares - fue mi única respuesta y siguió moviéndose, dando nalgadas a las cuales yo respondía con ruidosos gritos, y por momentos también me tomaba con fuerza del mentón mientras gruñía y me decía cuánto le gustaba poseerme y poco después lo alejé, no sin antes asegurarme de que no notara al sujeto en la ventana.

Lo hice dar vuelta, en realidad me sorprendía que no lo hubiera visto, era corpulento y musculoso, imposible no notarlo.

Volví a enredar mis piernas en su cadera y me restregaba contra él mientras seguía viendo aquellos ojos que me retaban.

Y yo sólo lamía mis labios provocándolo, después de todo, nos había prohibido dar show en la universidad, pero mi futuro director, el señor Kim, no podía hacer nada al verme en casa de su vecino, su jurisdicción no alcanzaba hasta ese lugar como para prohibirme tener sexo de la manera más indecente posible...



Perderte para saber que te amo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora