Especial parte 2

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Llegue a casa alrededor de las nueve de la noche

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Llegue a casa alrededor de las nueve de la noche. Noah junto a Austin me dejaron en la puerta de mi casa. Al llegar no me sorprendí en lo absoluto ante la nueva discusión que se llevaba a cabo en la sala, nuevamente mis padres discutiendo con Maddie debido a las decisiones que estaba tomando su vida y como iba a arruinarla por estar con Doug. Negué un poco antes de simplemente subir a mi cuarto encerrándome en este, convencida de que ese lugar consumía toda mi chispa y alegría. Me estaba destruyendo lentamente y solo tenia 16 años.

Deje mis cosas sobre la silla junto al escritorio, donde tenía un par de fotografías junto a Noah. El me provocaba sonreír constantemente y olvidaba todo el caos de este lugar. suspire un poco al notar las cicatrices en uno de mis brazos, donde eran muchos más notorias. Había intentado acabar con mi vida hace un par de años, tenía catorce. Había escuchado a mi madre decir que yo solo había sido un accidente y que no entendía como podía ser tan irresponsable y tonta la mayor parte del tiempo. Había quebrado por error un viejo jarrón que al parecer tenía mucha importancia en su vida, dejo de hablarme por una semana y fingió que yo no existía. No me había dado cuenta de lo mal que estaba emocionalmente hasta ese momento. Evan me encontró y le suplique que no dijera nada. El era mi confidente. Y así continúe un par de veces más hasta que conocí a Noah, cuando le conté, lo primero que hizo fue dejar un par de besos en mis heridas, las que yo aborrecía.

Era consciente que en algún punto de mi vida terminaría alejándome de mis padres y quizás no volver a verlos en mi vida. Con Noah teníamos planes para nuestro futuro, ir a la universidad y estudiar juntos. Luego de eso irnos de viaje y recorrer el mundo, visitar el Taj Majal y la muralla china. Ir a la torre Eiffel y tomarnos una foto tomados de la mano, nadar en las playas de Australia en donde el quería aprender a surfear. Teníamos una larga lista de lugares que nos gustaría visitar, era un plan desquiciado, pero éramos consientes de que nos tomaría tiempo, pero íbamos a hacerlo.

Nuestro primer aniversario como pareja estaba a la vuelta de la esquina. Había preparado un regalo para Noah, una pequeña sorpresa, nada extravagante, pero que había tomado tiempo hacerlo. Había juntado suficiente para comprar la colección completa de la banda favorita de Noah. Todos los discos que el no tenía y con mucho esfuerzo había logrado obtenerla. Ahora la tenia en una caja envuelta lista para entregársela. Nos iríamos el fin de semana a la casa de campo de sus padres a una tres horas de la ciudad. Solo nosotros dos y aunque mis padres comenzaron con sus sermones, no estaba interesada en escucharlos. Noah era lo más importante en mi vida.

Paso por mi casi a las 10 de la mañana y como si fuera flash salí corriendo despavorida de la casa para poder subir al auto. Un Chevrolet Chevy que le pertenecía a su padre, no puedo creer que lo haya convencido de prestarle ese bebé. Se que el señor Thompson adora ese auto y creo que lo quiere más que a sus hijos. Ha invertido demasiado en ese carro y estoy segura de que si tiene un solo rasguño, tanto el como yo estaremos muertos.

Nuestra primera parada antes de ir a la casa fue en el mirador pacific overlook. Donde solíamos ir con bastante frecuencia a tomar fotografías y ver la ciudad. O simplemente estar en completo silencio disfrutando de un poco de música y demasiado chocolate. Al llegar al lugar bajamos del auto para sentarnos sobre el capo, teniendo cuidado de no rallarlo. Nos quedamos tomados de la mano, disfrutando de esa vista. Aprete mis dedos antes poner el regalo en sus manos.

— Un año. Ya un año desde que tuve el valor de invitarte a salir. – susurro mientras dejaba caricias en el dorso de mi mano. – Sin importar que pase, si llegamos a terminar ¿Seguiremos en contacto?

— Por supuesto que sí. Ten. – tome el regalo poniendo este en sus manos. – se que va a gustarte. O al menos eso creo. – curve mis labios en una sonrisa nerviosa mientras el lo abría. Sus ojos se acabaron por iluminar al terminar de abrirlo.

— ¡Oh por Dios! – dejo la caja a un lado antes de apretarme entre sus brazos dando un par de vueltas conmigo. – te amo. Mi turno. – menciono antes de soltarme y darme una bolsa de color amarillo. Dentro de la bolsa una pequeña caja con un brazalete de plata con varios dijes de los lugares que queríamos visitar. La torre Eiffel, una esfinge, el coliseo romano, el cristo redentor de Brasil. Era perfecto. – te ayudo. – asentí dejando que el la pusiera en mi muñeca.

— Te amo. -mencione con una sonrisa antes de besarlo.

— Deberíamos irnos, el viaje es largo.

El viento golpeaba mis mejillas, iniciamos el viaje en la carretera. Noah conducía con precaución manteniendo y respetando el limite de velocidad aun cuando la autopista estaba vacía. Pero teníamos todo el tiempo del mundo para poder disfrutar de ese viaje. Las canciones continuaban sonando y ocasionalmente intercambiábamos palabras y recordábamos anécdotas de cómo nos habíamos conocido, de la bonita casualidad que había sido encontrarnos. De que posiblemente había sido el destino encontrarnos, el había llegado a mi vida para sanarme y yo, pues estaba en la suya para hacerlo enloquecer.

— ¡Dios! Amo esa canción. – Dije antes de subirle un poco el volumen. Siempre había tenido un gusto culpable por las canciones de Queen. - ¡I want to break free from your lies! ¡You're so self satisfed, i don't need you! – Comencé a cantar a todo pulmón mientras el aire ingresaba por la ventanilla abierta despeinando mi cabello.

— Mete la cabeza CJ. – Me regaño Noah.

— Solo conduce...

— Demente. – me incline hacia el dejando un beso en su mejilla. 

¡Seguimos con este especial de CJ!

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