Estaba siendo un proceso largo, tedioso y angustiante. Cada paso se sentía como una tortura constante que me hacia sentir aún más frágil de lo que ya estaba. Día tras día llegaban flores, peluches y cartas por parte de mis compañeros de clase. Toda esa lastima solo empeoraba el como me sentía, mi salud mental se estaba destruyendo lentamente. No sería capaz de vivir con toda esa culpa, con todos esos recuerdos y ese momento exacto en el que vi morir a Noah, el ver sus ojos por ultima vez y su ultimo te amo estaban en mi memoria, tan claros como el momento en el que ocurrió.
Yo era un milagro o al menos así decían los doctores y enfermeras cada que me visitaban para checar mi progreso. Pero yo no me consideraba eso, no quería serlo. Hubiera preferido no serlo. Evan enumero todas las cosas que me habían pasado desde que me subieron a la ambulancia, dos paros cardiacos. Una fuerte contusión en mi cabeza con una leve fractura provocaron mi estado de coma, además de varias fracturas en mis piernas, mi hombro y mis dedos, un par de costillas. Había sobrevivido, la vida me daba una oportunidad para intentar ser feliz, pero lidiando con todos los demonios internos de mi cabeza.
Mis padres, no habían hecho acto de presencia desde el día en que desperté, ese fue el último día que los vi. Era decepcionante, como todo lo que ellos hacían. No esperaba menos de ellos. Las terapias se volvían tortuosas, intentar caminar de nuevo, se sentía como la primera vez que lo hice, aunque no recuerdo todo eso. Mis piernas estaban frágiles, como dos varillas a punto de partirse a la mitad. Tenía fierros anclados a mis piernas para mantenerlas firmes, además por haber estado tanto tiempo acostada, era aun peor.
— Bien Cristine, estas progresando.
— ¿Cuándo podre irme a casa?
— Aun no. Cuando recuperes la movilidad de tus piernas. Y el psiquiatra considere que estas apta para irte. Lo vamos a considerar. – asentí. – Tomemos un descanso. – menciono Mark, uno de los kinesiólogos que me ayudaban a diario. – ten.
— Gracias. – recibí el vaso con agua jugando con este en mis manos. - ¿Puedo hacerte una pregunta?
— Claro.
— ¿Has perdido a alguien? – el asintió con un movimiento de cabeza. - ¿Alguna vez lo superas?
— No, pero aprendes a vivir con eso. Una vez alguien me dijo que me quedará con los momentos buenos junto a esa persona y eso hago. Intenta hacerlo tu también.
Meses de terapia estaban dando resultados, ahora podía caminar por mi cuenta con ayuda de una muleta, la silla de ruedas había quedado en el hospital al que tendría que volver al menos dos veces por semana para continuar con mis terapias y cuidados. Tanto físicos como psicológicos. Tenía claro que sería un proceso realmente largo. Al llegar a casa me quedé un momento en la sala viendo con rechazo a mis padres y solo fui hacia la habitación que habían adaptado para mi en el primer piso, aun no tenía la fuerza suficiente como para subir y bajar las escaleras. No deseaba verlos, después de todo había sentido la falta de interés de ellos al no visitarme, eso me lastimaba mas que cualquier cosa. Necesitaba de su apoyo en este momento en donde estaba rota e intentaba sanarme de a poco.
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On fire
Fiksi PenggemarLos miedos se hacen más fuertes a medida que pasa el tiempo. Algunos dicen que los superas, pero en mi caso simplemente los cubría con otras memorias. Pero en algún punto de la vida todas esas cosas vuelven a aparecer.