Dulce o truco

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— Bien pequeños

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— Bien pequeños. Mañana es Halloween y yo les traje una pequeña sorpresa ¿Listos?

— ¡Si!

— Perfecto. Quiero que cierren los ojos ¡Sin hacer trampa Donna! – Espere a que cerraran los ojos para sacar una bolsa de debajo de mi escritorio. Uno por uno fui dejando las bolsas con forma de calabazas y algunos de los monstruos más famosos en sus mesas. No era mucho, pero había hecho el esfuerzo de conseguir algo para todos. – bien, ábranlos. – Esboce una sonrisa al ver la cara de felicidad de todos mis pequeños. – Ya pueden irse. – Dije una vez que el timbre sonó. – nos vemos en unos días.

— Tome señorita CJ. – Lucas, el más pequeño de mi clase avanzo hacia mi con un pequeño regalo. – son galletas, mi mamá las hizo para usted. – Dijo este. Deje una caricia en su cabello junto con un beso.

— Eres un amor y dile a tu madre que muchas gracias. Que pases un lindo Halloween.

— Igual usted señorita CJ.

Mi vida estaba tomando un curso normal. Los ataques de pánico continuaban, pero intentaba ser fuerte y no mostrar mi tristeza frente a las demás personas, estaba angustiada casi todo el día, pero era bastante buena fingiendo que estaba bien y no estaba aterrada con cualquier cosa que pudiese pasar. Mientras despedía a mis alumnos asegurándome de entregarlos correctamente a sus padres arreglaba mis propias cosas para irme a casa, si ahora tenia mi propia casa, aun cuando Evan había insistido en que me quedará con él, pero ya no podía seguir invadiendo su privacidad, yo necesitaba mi propio espacio. Un crédito hipotecario había bastado para comprar una casa en la calle Alamy. No era la gran cosa, una casa sencilla con dos dormitorio y un jardín trasero ideal para una futura mascota. No es como que quiera una mascota, o tal vez si. Pero aun así mi hermano pasaba a diario por mi para llevarme a comer a la estación con todos los demás.

— ¿Ya te vas?

— Si... estoy agotada.

— Hay una fiesta mañana, en el bar Caverna. – Alce las cejas por ese nombre. – si lo se el nombre es raro, pero es un buen lugar.

— Me encantaría Carter, pero ya me comprometí con mi hermano. Los bomberos entregan dulces a los niños de la ciudad y yo estaré ahí ayudando.

— Tu te lo pierdes. Pero me debes un trago.

— Hecho. Para la próxima.

Por alguna razón que no entiendo mi hermano no llego a recogerme, tal vez una emergencia. Pero la sorpresa se hizo más grande al ver llegar a Eddie quien no tardo en bajar de su camioneta, de inmediato los murmuros comenzaron a escucharse tras de mí "que guapo" "Ojala accidentarme y que me rescate el" mordí mi labio inferior intentando aguantar la risa por tan desesperados comentarios por parte de mis colegas. Ahora tendrán mucho más para hablar, avance hacia Eddie dándole un apretado abrazo el que no tardo en corresponder. Olía de maravilla y si fuera por mi me quedaría de esa forma junto a él.

On fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora