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-¿Estás bien segura de que es quien buscamos?

-¡Que si joder!, es la chiquilla -grité irritada lanzando hacia la mesa un sobre de fotografías de ella en diferentes ángulos- fíjate bien, mismo color de ojos, mismo cabello, misma expresión.

-Está bien, cálmate. Este es un buen detalle para completar el plan.

Rodee los ojos al escuchar sus palabras.

-Vamos, que ya he hecho lo mío, dame lo que me corresponde -dije extendiendo mi mano esperando el dinero, el tipo se puso de pie para acercarse a mí.

-¿Sabes una cosa? hice una pequeña modificación en esto, sé que conoces a los miembros de la task... -le interrumpí agarrándolo del cuello de la camisa.

-No pienso poner mas un pie ahí, si planeas hacer un atentado contra ellos ve tú solo con tus hombres. Yo ya hice lo mío, y te lo repito, conmigo no puedes jugar cabrón.

-No intentes amenazarme, ¿crees que no se quien eres tú? -soltó burlón- lo que te digo puede hacerte ganar más de lo que daría ahora, incluso el cuádruple.

Sé que lo que me está diciendo es una gran oferta, algo tan fácil de adquirir, pero me detiene el hecho de acercarme a una zona donde se me tiene prohibido, solo por un estúpido favor a quien ni siquiera está de mi lado. Pero si me buscó fue porque sabe que yo tuve algo que ver con ellos en el pasado, se que está tratando de usarme de nuevo para algo tan ridículo. Sabe que tienen algo tan valioso a su disposición, más importante que el oro.

Y más peligroso que cualquier arma nuclear.

-Solo hazlo, inyéctale aquella sustancia, de todos modos los científicos que la fabricaron detallan que tiene un efecto relajante por unos días, su reacción no te afectará una vez que la droga esté en sus vías sanguíneas, a menos que claro, que la vayas a buscar y te despedace en unos segundos si no lo haces.

Me vi comprometida a hacerlo, este tipo sabe lo que hago a las afueras, y de lo que sería capaz.

Fue a la hora nocturna cuando me acerqué sigilosamente a la base, donde un tipo se me acercó sabiendo a lo que yo venía, pues habíamos acordado que le daría eso y me iría, y así fue. Solo le entregué un pequeño frasco, le di unas indicaciones, el efecto, la duración y donde pinchar.

Después de eso han pasado unos días de habérselo dado, se lo comenté a quien le hice el favor, entonces me ordenó a que averigüe el asunto y busque detalles, de modo que me adentré con discreción al lugar cuando el sol del amanecer estaba saliendo, entonces escuché unos disparos que provenían de un gran espacio poco mantenido lleno de vagones viejos.
Caminé acercándome unos centímetros y me encontré una bala tirada sobre montones de tablas de madera, la agarré y de pronto a lo lejos vi a la chica quien tenía su mirada en el suelo, buscando algo, tal vez la bala.

Me quedé inmóvil viéndola, ella me miró con una mirada neutra, también me habló, mostrándose tranquila. Me relajé y me dispuse a entregarle su bala, mostrándome amable para que no me tenga miedo.

Al parecer el efecto esta vez fue positivo en alguien como ella.

Llegada de lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora