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John Price.

Realmente no quería hacer esto, me sentía expuesto al peligro que podría desencadenar teniéndola frente mío muy cerca. Aún si estaba bajo el efecto de una droga nada me asegura que pueda haber secuelas graves de que lo pueda ocurrir en un ser humano especial.

Pero al fijarme en su aspecto físico parecía estar en una situación muy débil y desafortunada, su cabello cubría casi por completo su rostro, apenas puedo ver sus labios de los que carecían del color normal. Está terriblemente deshidratada.

La miré detenidamente por unos segundos antes de empezar a hablar de una vez por todas.
Me incliné hacia adelante unos centímetros para que me escuche.

-¿Cuál es tu nombre, niña? -vi que comenzó a respirar pesado, abrió levemente su boca entonces me aseguré de estar atento a su respuesta pero fue negativo, no oí nada salir de sus cuerdas vocales, haciéndome perder la paciencia, así que me le acerqué preguntándole lo mismo en un tono más molesto- ¡¿Cuál es tu maldito nombre?!

Pero ella reaccionó a la defensiva por más vulnerable que estuviera.

-No me hagas daño.

Aquello me sorprendió, creí que me lastimaría pero ni siquiera movió un solo dedo. Mantuve mi postura firme y continué.

-Primero dime cómo te llamas, supongo que debes tener uno.

-...Yo, no tengo un nombre específico -susurró débilmente. Me la quedé mirando un rato cruzado de brazos, parecía un muñeco de lo quieta que estaba.

-Tal vez deberías ponerle un nombre -agregó Graves a la conversación- creo que sería buena idea para al menos tratar de lidiar con ella.

-Perfecto, otra cosa más para preocuparme.

-Ugh no es tan difícil Price, solo mírala, es una muchacha de unos veinte o no se cuantos años, solo ponle algún nombre, ¿o qué harás el día que formes una familia? -aquello último que Graves dijo me sacudió.

-Familia, ¿tú en realidad crees que nosotros podemos tener una relación seria a largo plazo? -solté algo nervioso y incrédulo a tan ridícula pregunta. Suspiré buscando algún tipo de seudónimo pero sin tanta esperanza de algo común. -Geevar.

Todos arrugaron la frente de la confusión seguido de un "¿Qué?".

-Geevar. Es así como la vamos a llamar.

-Eso no suena a un nombre real -comentó Gaz.

-Pues ahora ya es un nombre y esta chica es la personificación de lo que significa -dije mirándola de arriba para abajo- ¿oíste bien, Geevar?

Ni siquiera esperé su respuesta pues lo último que dije fue una ironía, aunque tampoco me percaté de que ni ha reaccionado en la más mínima expresión. Pero siendo sincero tampoco me importa, a lo único que le doy realmente importancia es que desde ahora tiene que adaptarse a lo que conlleva manejar las armas, reconocerlas, y sobre todo aprender a recargarlas.

Me giré a Geevar y la agarré por los debajo de los hombros sintiendo su fría piel a través de las delgadas prendas, arrastrándola por la punta de sus descalzos pies hasta recostarla sobre una superficie blanda dentro de la misma sala en la que todos estábamos. Era una cama de poco uso, pero por el momento era necesario tenerla cerca.

La dejé en su estado al menos hasta mañana, de todos modos es de madrugada y el sol no tardará en salir.

...

7:50 am.

Esperé a que se despierte estando parado frente suyo junto con una cubeta de agua y un trapo en el piso justo a su derecha. Finalmente abrió sus ojos conectando con los míos.

Tenía unos ojos muy particulares.

-Lávate y ponte este uniforme -le señalé la cubeta y la prenda militar reposada sobre su cama- cuando termines sal afuera.

Cuando terminé de hablar me giré para volver al campo de entrenamiento.

Al menos de media hora volví para ver si estaba todo en orden. Pero me llevé la sorpresa de que Geevar seguía en su mismo estado y la cubeta fue cambiada de lugar, me acerqué y me encontré que estaba vacía, entonces la miré perplejo.

-¿Por qué la cubeta está vacía y sigues luciendo igual?

-Tenía sed -me respondió mirándome con inocencia, pero yo no me lo creía. Me limité a soltar un comentario hiriente tratando de mantener la calma al ponerme un poco en su lugar.

-Bien, tienes suerte de que no contenía cloro puro -me agaché agarrando la cubeta para llenarla otra vez de agua y volver hacia ella dejándosela a un costado- lávate.

Me quedé esperando su siguiente movimiento, y resultó ser ridículo. Uno de los trapos lo tomó tirándolo a la cubeta.

Ni supe cómo reaccionar al respecto.

-¿Es en serio que estés haciendo eso?

-¿Hacer qué?...

-El ridículo. ¿Es tan difícil? ¿O no sabes cómo hacerlo acaso? -solté burlón y me llevé la sorpresa de que me lo negó con la cabeza. La miré de pies a cabeza otra vez- ¿cómo es posible? No eres más una niña chiquita que no tiene fuerzas...

-No sé hacerlo. -me interrumpió mirando al piso.

Resoplé de la irritación. Mi acto seguido fue dejar sobre la cama mi escopeta y sacarme el chaleco antibalas apoyándola sobre la misma.

-Deja que te explique unos detalles importantes, ¿si?, pero primero quítate las prendas.

-¿Qué?

Me giré dándole la espalda -cuando te las quites dime.

-Ya. -escuché a los segundos, de modo que me giré tratando de mantener discreción en cuanto ver su cuerpo descubierto. Me volví a agachar agarrando un trapo para remojarlo y frotarle el brazo primero, luego seguí por su rostro haciéndolo con más suavidad, haciendo contacto visual directo conmigo, siendo un momento muy extraño al menos para mi, tanto que aparté mi mirada de la suya, continuando por debajo de sus axilas. Remojé y escurrí de nuevo el trapo para seguir lavándola siguiendo por la espalda, de modo que me posicioné detrás de ella removiendo su cabello. Al momento de hacerlo a un costado, salió al descubierto una extraña marca agrietada en su piel, volví a quedar perplejo y dudé de pasarle el trapo por esa zona, pero lo hice igual recibiendo un gemido de ardor por parte de ella, dejando de frotarle ahí inmediatamente.

Ignoré la situación siguiendo lavando las partes adecuadas, pero mis manos se detuvieron cuando me di cuenta que me estaba acercando a una zona que no me pertenecía, entonces le di el trapo para que ella lo haga.

-Lávate tus partes privadas, yo no lo haré, cuando termines sécate y vuelve a avisarme para ponerte el uniforme.

Esperé de nuevo unos minutos hasta escuchar su llamado como la primera vez.

...

-Desde este instante estarás con nosotros en la guerra, tendrás que empezar a familiarizarte con en el armamento principalmente -le expliqué mientras le ponía a la fuerza el uniforme y unos botines que quedó de una antigua recluta- aunque no creo que sea una carga para ti, siendo como eres.

-¿Siendo como soy?

-Siendo como eres -volví a repetir terminando de atarle las agujetas poniéndome de pie y agarrándole el brazo para llevarla al campo de entrenamiento donde tendría que ser Ghost quien la prepare de nuevo. La arrastré dejándola al lado de él quien le echó un vistazo corto a Geevar -te la encargo, asegúrate de que practique bien -le indiqué antes de volver a entrar a la base.

Llegada de lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora