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John Price.

Si hubieran palabras para describir la terrible angustia que siento al percatarme que Gee no está por ningún lado... sinceramente no hallaría la forma de conectar dichas palabras para que expresen cuán fuerte es mi desesperación. Mis manos sudan con violencia cuando recuerdo que cuando entré a su habitación, sus prendas estaban por el suelo, pensé en lo peor de lo peor posible.
Junto a mis hombres iniciamos una gran búsqueda por toda la zona del lugar hasta más allá a las afueras.

La eternidad de las horas eran tormentosas especialmente para mí, no teníamos idea de a qué dirección dirigirnos. Buscábamos pistas, aunque sea la más pequeña como indicio de lo ocurrido.

-Capitán, tiene que ver esto -escuché la voz de Gaz llamarme y inmediatamente corrí con esperanza hacia él. Gaz señaló al suelo con la linterna, alumbrando la cantidad de sangre y pedazos de carne fresca a los alrededores junto a un corazón.

Gee. Volvió a despertar.

Pero tenía respuestas muy vacías, ver sangre no me diría nada. Mis nervios empeoran para peor, sudaba mucho al no ver nada que me dijera donde podría estar ella. Forzosamente fijé mis ojos en el horizonte, me mantuve así varios minutos y eso incitó a que Gaz hiciera lo mismo como si buscara algo que yo ya había visto, pero la realidad es que no había encontrado nada, y me hundía aún más en la desesperación. Porque sabiendo que ella podía estar expuesta al mundo, podrían atraparla.

Devastado me sentía, imposible de que mi mente proyecte algo positivo en qué distraerme, mi esperanza se me estaba escapando de mis manos y tampoco tenía algo que la mantuviera aferrada a mí. Me desconozco a mí mismo, jamás me he sentido así por alguien, tan 'vivo'.
Me quité el sombrero dejándolo a un costado y me paseé mis manos por mi rostro desesperanzado, sintiendo como mi corazón palpitaba de la inquietud.
En mi mente repetía una y otra vez las palabras de Gee, inevitablemente se repetían una y otra vez su voz, como estar tecleando el botón de repetir unas cuantas veces.

Entonces el sonido de una puerta abrirse esfumó mis pensamientos y levanté la cabeza para que mis ojos se encontrasen con una figura femenina estando estática frente de mí, con todas sus prendas teñidas por sangre goteando. Inmediatamente me dirigí hacia ella y la abracé sin importar que la sangre fresca se pegará también en mí.
Mi corazón latió de alivio cuando sentí su cuerpo en mis brazos, entonces ella también me devolvió poco a poco el abrazo, escondiéndose en mi pecho.

-¿Qué fue lo que pasó? ¿dónde has estado? -le pregunté aceleradamente.

-No lo sé... -su voz sonó con alivio y nervios de por medio. Su cuerpo temblaba de frío por lo que me pausé con las preguntas. Aún en mis brazos la guié hacia su lugar de descanso, la solté para agarrar unas cubetas y llenarlas de agua, lamentablemente el agua estaba helada aún.

-Tal vez esta vez sí necesitas otra mano para ayudarte -dije al recordar que si sus prendas estaban manchadas, su piel también lo estaría si calculaba la cantidad de sangre derramada.
Su acción seguida fue darse de espaldas y quitarse la prenda, inmediatamente desvié mis ojos hacia otro lado hasta que ella me diga -el agua no está caliente, pero si es rápido, te evitarás un enfriamiento.

Ella se volteó quedando frente mío y retrocedió un poco, acto que me dejó un poco mal, comprendí lo que sentía al pensar que alguien tocara su cuerpo.

-¿Seguro que puedes hacerlo? -ella preguntó con los ojos cristalizados.

-Será un segundo, en cuanto te quite las manchas te pondré algo que te haga entrar en calor.

Gee se convenció dándome la espalda, entonces vi las cicatrices de su cuerpo. Suspiré silenciosamente del dolor que me provocaba verlas. Era un alma tan inocente nacida para sufrir sin poder defenderse por sí misma de la crueldad de la que jamás pudo escapar, que aún la persigue.
Al finalizar inmediatamente traté de secarla lo más rápido que pude para vestirla. Agarré las cubetas y dejé echar el agua mezclada con sangre sobre las cañerías del lavadero. Gee se sentó sobre su cama para abrazar sus rodillas como costumbre mientras se sacudía del frío.
De un depósito agarré unas viejas mantas dobladas, se las dejé en el borde de su cama y me enderecé con intención de irme.

-No te vayas -Gee pidió en un delgado hilo de desconsuelo -no quiero estar sola.

Ella misma respondió a mi interna pregunta del 'por qué' de esa petición, de modo que me senté en su cama a una pequeña distancia, sin querer invadirla. A continuación por su propia voluntad se apoyó en mi pecho y opté por rodearla con mis brazos. Mi corazón volvió a acelerarse otra vez, dicho acto hizo que brotara la ternura que sentía en mi ser. La intención de cuidarla se arraigó tanto en mí como para no querer soltarla nunca.

Quería ser quien consolara su roto y triste corazón, quería ser quien cure cada herida profunda en su alma.

-Price... -escuché mi nombre en un susurro de su parte mientras frotaba su espalda suavemente -¿en serio pudiste limpiarme?

-¿Qué quieres decir, Gee?

-Que... creí que te daría asco tocarme, ¿no te asqueo? -aquella pregunta pronunciada por su quebrada voz me punzó dolorosamente como una espina en mi pecho. Tragué saliva con dolor por el nudo que se me había formado y la apreté más contra mí.

-No, jamás lo hiciste. Y tampoco lo vas a hacer.

Entonces ella rompió a llorar a la vez que apretaba con angustia mis brazos.

***


-¿Me estás diciendo que la dejaste ir?

-¡Que no idiota! ella se escapó de mí y no pude detenerla.

-No seas estúpida Valeria, tú la dejaste ir. Y sabes que alguien no estará muy contento al saber esto. Bueno, de hecho ni siquiera lo está y es por tu culpa.

-Bien que si le disparaba duplicaría la gravedad del problema ya que la quieren viva.

-Bien, ve a por ella antes de que abramos un pozo para que descanses.

-Tú a mi no me amenazas Graves.

-¿Amenazarte? solo estoy haciéndole un favor a tu vida...quizás te salves -hizo una pausa y continuó diciendo- estás fuera de este caso, no te involucres más, tampoco te aparezcas.

Llegada de lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora