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Gee.

Salté por la ventana cayendo al pasto seco del campo, mis pies automáticamente se movieron en dirección hacia ellos a una gran velocidad de la cual las espinas que se probablemente penetraban mi piel, me eran nulas al dolor. No importaba eso, fijé toda mi atención en aquellos individuos que me señalaban con sus armas. Un disparo lanzado por uno de ellos atravesó mi brazo derecho, vi sangre salir mas el dolor estuvo dormido. No se como describir con exactitud pero todo lo que fue una horrible escena sangrienta y vomitiva. La palma de mi mano se sintió pesada y viscosa, miré percatándome del corazón que estaba sosteniendo, lentamente lo dejé caer junto a su cuerpo correspondiente, uno a quien tenía un hueco en su pecho. Horrorizada por lo que mis propias manos cometieron, olvidé que habían sobrevivientes a mi lado, me giré inmediatamente para acabarlo lográndolo. Les di final al menos once de ellos, sin embargo aún sentía la presencia de uno más pero no estaba en mi campo de visión. Lo busqué para matarlo sin algún logro de hallarlo. Mi enojo se estaba apoderando de todo mi ser completo, tenía una inmensa sed de sangre.

Una sed que hace tiempo no la sentía ni aparecía ni por casualidad en mi mente. Algo que me era tan anhelado de nuevo, como la verdadera naturaleza de la que desgraciadamente pertenezco. Aún así es diferente esta vez, como un hilo nuevo de más en mí, era consciente de aquello que sentía por lo que también lo trataba de ignorar.
La nube de mis pensamientos se disolvió como polvo al escuchar un disparo a mis espaldas, me voltee encontrándome a quien estaba buscando anteriormente. Miré su rostro y se trataba de Graves.

-Quieta -me ordenó poniendo la punta de su escopeta apoyándola casi en mi cráneo. Lo miré aterrorizada al tener una invasión de pensamientos iguales o parecidos a cuando él mismo me atrapó entregándome a aquel infierno.

Internamente la desesperación me estaba dominando. Mi cuerpo se aflojó dejando que me agarrase, llevándome hacia no sé dónde. Miré de reojo a ambos horizontes despejados de soldados. Me obligó a subirme a una camioneta y me dijo que «si no lo hacía, me dispararía ahí mismo».  Graves me empujó dentro del vehículo, después caminó hacia la parte trasera a buscar algo. Miré a un costado encontrándome con una caja de armamento, decidí abrirla y visualicé primero varios cartuchos amontonados. Con nerviosismo revolví el interior con una mano hasta tocar un material con forma circular, lo agarré y se trataba de una granada, sabia que lo era porque el capitán Price me lo enseñó.

A la velocidad de un rayo oculté el objeto cuando Graves volvió a mí entregándome una prenda desaliñada que contenía algunos bolsillos -vístete y rápido- me dijo  luego de azotar la puerta. Hice lo que me pidió, entonces en uno de los bolsillos guardé la granada antes de que empezara a conducir.

Comencé a desconocer de a poco la zona por el que transitaba debido a la oscuridad de la noche sobre puro campo despejado. No tenía idea si se estaba alejando o estaba rodeando el lugar, estaba tan atemorizada, ni siquiera podía pensar claramente.
Frenó la camioneta, se bajó a abrir mi puerta para sacarme a la fuerza a poner los pies sobre una superficie fría y me vendó los ojos. Ahora estaba completamente vulnerable hacia cualquier cosa. Con empujones poco ligeros me hizo avanzar por unos pasillos cerrados hasta que sonidos y balbuceos de personas se hacían más frecuentes en mi oído. Sentía como había más de una o dos personas frente a mi. Graves me dio el último empujón hacia adelante.

-Tú ya sabes qué hacer ahora. Mantenla vigilada hasta el amanecer.

-¿Y tú qué vas a hacer? ¿tomarte una siesta y esperar a que aquél rusito te llame? -una voz femenina le dijo burlándose a Graves.

-Bueno, quizás, a descansar de tener que verte aquí.

-No es mi culpa que él tuviera que solicitar una mujer para que puedas operar.

-No, ¿pero por qué alguien que se desempeña vendiendo drogas? como sea, tú pon el ojo en ella. Mis hombres y yo tenemos otros asuntos que atender.

-Ya vete vete.

Graves se alejó acompañado de más pasos que pasaban a mi lado y se iban con él.
"¿Qué será de mí ahora?" Me pregunté a mi misma por la situación. Solo pensaba en Price, deseaba que estuviera aquí y me llevara de este lugar tan sombrío.
Temí por lo que ella pudiera hacerme al tener la vista cubierta, tampoco quería que me descubriera la granada que cargaba en mi bolsillo.

-Cuánto tiempo, Gee -reconocí al instante aquella voz cuando ella habló con sinceridad. No se mostraba ninguna mala intención en su tono.

-Tú eres...

-Tal vez no te acuerdes pero, ya nos hemos topado una vez, cuando buscabas una bala perdida... de nuevo, soy Valeria.

Mis nervios subieron de nivel al saber que estaba frente a alguien que nunca me hizo daño antes pero en esta situación pareciera que no sería lo mismo.

-¿Por qué estoy aquí? ¿que es lo que Graves quiere de mí? -pregunté desesperada.

Sus dedos levantaron a penas mi venda permitiéndola verla un poco, algunas manchas de sangre adornaban su rostro, significaba que había matado a alguien o algo ocurrió recientemente. -alguien te espera fuera de este país -la forma en la que me lo dijo fue muy baja, como si tuviera que susurrarlo con cuidado de no ser escuchada aún si estábamos a solas.

-¿Qué? -solté sin poder comprenderlo. A este punto de mi terrible vida caí en cuenta que nada, ni ninguna desgracia superaría a tantas que vienen una tras otras y no sabía como escaparme del futuro. Valeria guardó silencio por un corto tiempo, creí que me ignoraría, sin embargo se dispuso a explicarme explícitamente lo que vendría a continuación. Me enteré que un sujeto que todos conocían menos yo, estaba buscándome desde hace bastante tiempo, y cuando llegó a sus oídos que yo estaba situada en una base importante, Graves, traicionó a sus compañeros por él, para darme a mí con alguna recompensa interesada en el fondo.

-Pero sé que sufrirías peor si caes a su disposición.

-No... no quiero volver a sufrir de nuevo... -le dije desesperadamente con lagrimas a punto de rebalsarse.

Ella suspiró, se alejó de mí, llegó a una mesa con artefactos sobre ésta y de los que tomó uno para teclear algo antes de volver a dejarlo donde estaba. -supongo que conoces a Alejandro -su voz era algo seria pero tenía cierta nostalgia.

-S...sí -le respondí como pude al tener los nervios domiandome por completo, Entonces escuché que suspiró y se acercó hacia mí.

Mas Valeria agarró una escopeta y en seguida me quitó las vendas. Tardé segundos a que mi vista se adaptase a la luz, froté mis ojos y parpadeé varias veces, a continuación ella me agarró bruscamente del brazo y me arrastró a la fuerza hacia las afueras del establecimiento que me era desconocido. La palma de su mano me empujó sin ser fuerte hacia adelante. -el tiempo se agota, corre hacia el este sin frenar tus pasos, créeme que no hay nadie alrededor, y si lo hay, acábalos, ellos solo son como los hombres de Graves. 

-¿Y tú? ¿qué te va a ocurrir si ellos saben que me dejaste ir?

-Huye, ve con ellos -se refirió a la Task Force- allí tendrás seguridad -prácticamente me lo ordenó. Me dispuse a avanzar para correr hacia el horizonte pero ella me dijo por último- cuando Graves venga, les diré que te fuiste hacia el norte.


***

Corrí y corrí sin dirección hacia donde ella me indicó, y como también me lo advirtió, tuve que acabar con algunas personas armadas para despejar mi camino. Camino que no me llevaba a ningún sitio, aún así no me detuve. A los lejos pude visualizar algo parecido a pequeñas montañas, desaceleré mis pasos para ver mejor y con esfuerzo logré reconocer aquella colina. Una gran energía se apoderó de mí para impulsarme a correr con más facilidad hacia ese punto.

Mientras más rápido iba más cerca y fácil de verlas se hacían más colinas que de a poco se iban tiñendo de la delgada iluminación proveniente del creciente amanecer en el horizonte. El alivio se sumó también cuando reconocí aquella base militar colocada a unos metros lejos. Mis ojos brillaron con la misma fuerza que moví mis pies hacia aquella dirección. La mujer que anteriormente me dijo que vaya al este, no fue por vacilar, ella sabía que ese era 'mi' camino a 'casa'.

Me dejó huir de aquel cruel destino que me esperaba. A un lugar seguro donde acudir.

Llegada de lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora