11. E

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John Price se mostró nervioso al escuchar la noticia sobre lo que pasó con Geevar y Alejandro, pero fue peor al enterarse de que Valeria se atrevió a pisar el lugar, llegando a interactuar con ella, sabiendo perfectamente de lo que sería capaz solo con tener de por sí ya el dato de poseer a la chica.
Eso significaba tener que ser cautelosos para con los demás, porque si los enemigos lo supieran estarían aún más cerca de caer al abismo, aunque da por sentado que ya lo habrán escuchado.

Y eso también significa que ahora deberían proteger más a Geevar, pues sino se desataría un gran conflicto contra el ejército general.

La mente del Capitán Price se encuentra bastante intranquila por tener que pensar en dos cosas a la vez que incluso son muy delicadas, primero que tuvieron visita y luego sobre el tema de el operativo que tienen que realizar por la noche.

J.P

-¿Se encuentra bien capitán? -pregunta Gaz.

-¿Cómo harías para lidiar con Geevar si tuvieras que salir?

-¿Geevar? encerrándola en su celda.

-Sería lo lógico pero no podemos hacer eso, no ahora. Sería un peligro.

Me quejé de la situación procediendo a encender un cigarro.

-También lo sería si viene con nosotros en esta misión...

-Pero no hay otra opción favorable que sea adecuada, debe estar bajo mi supervisión, se convirtió en mi responsabilidad. -hablé al aire aun sabiendo que Gaz me estaba escuchando.

-No es solo tuya, todos estamos involucrados, aunque bueno, de cierto modo abarca más a ti, siendo más responsable y más, amable diría yo.

Me puse de pie inmediatamente para tirar el cigarro a medio acabar y pisarlo, prosiguiendo a tomar mi rifle y una caja de municiones, indicando que estaba casi listo para partir.

...

-Tendrás que venir con nosotros, Geevar -le dije en un tono decisivo a la joven frente mío, que me miraba como un niño sin entender la situación. Caminé hacia un rincón agarrando un chaleco antibalas y me dirigí hacia ella de nuevo, extendiéndoselo- ponte esto.

Ella puso cara de confusión -¿a dónde?

Resoplé un poco molesto, no tenía ganas de explicarle nada.

-Póntelo.

Pero ella insatisfecha siguió haciéndome la misma pregunta, martillándome el cerebro. Me giré de nuevo a ella y, por dios, hasta el chaleco estaba mal puesto. Irritado me agaché para acomodárselo rápido. Mis manos estaban sobre sus hombros acomodándole las tiras dobladas mientras ella permanecía quieta observando lo que hacía. Sentí su respiración y su mirada en mi, también su aroma corporal que me pareció suave.

Estaba por la parte delantera del chaleco, cuando levanté mi mirada hacia ella conectando con sus ojos, tenía una expresión muy dulce al momento de mirarme, que me pareció tierno, sentí que mi corazón se apresuró unos segundos más. Sin embargo me asquee al pensar en eso, eliminando ese pensamiento de inmediato.

Me paré de nuevo y caminé hasta la puerta haciéndole una seña para que me siguiera, haciéndome caso al instante.

Caminamos hasta donde estaban esperándonos para subir al vehículo que nos llevaría a un poco lejos de nuestro punto.

-Toma, ponte esto en el rostro -le extendí un pasamontañas completamente negro. Ella lo agarró pero no se lo puso, entonces me volví a frustrar un poco.

-¿Por qué tengo que usar esto?

-Tú solo póntelo -le respondí molesto.

Geevar frunció el ceño por mi respuesta.

Llegada de lágrimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora