II.

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Jacaerys salió del carruaje con elegancia, su porte demostrando una mezcla de autoridad y cortesía. Extendió la mano hacia Aegon, con una mirada que dejaba claro que esperaba su cooperación.

Aegon, a pesar de su orgullo y su deseo de mantener su imagen decidió aceptar la ayuda de Jacaerys para mantener las apariencias ante los espectadores curiosos que observaban su llegada a la Fortaleza Roja.

Con un gesto de condescendencia, Aegon tomó la mano extendida de Jacaerys y descendió del carruaje, aunque tenía consigo una leve expresión de molestia en su rostro.

A medida que Jacaerys y Aegon caminaban juntos por los pasillos de la Fortaleza Roja, el bullicio de las felicitaciones resonaba en sus oídos. Miles de voces clamaban sus nombres, deseándoles felicidad y prosperidad en su matrimonio.

Jacaerys, manteniendo su compostura con la gracia de un verdadero rey, aceptaba cortésmente las felicitaciones y los buenos deseos de los presentes. Sin embargo, su mano no vacilaba en agarrar con firmeza la cintura de Aegon, como una muestra sutil pero poderosa de su dominio sobre él.

Aegon, a pesar de sentir la presión de la mano de Jacaerys en su cintura, se mantenía erguido y desafiante, su expresión arrogante apenas ocultando el disgusto que sentía por la situación.

Aunque cedía ante la exhibición pública de afecto de Jacaerys, no dejaba de demostrar su desagrado.

Cuando llegaron al salón donde se llevaría acabo el banquete, caminaron hacia la mesa del centro.

Aegon le sonrió a Jacaerys con desdén, quien lo ignoro y acomodó la silla para Aegon a su lado.

Aegon recibió el gesto de Jacaerys con una sonrisa despectiva, como si considerara el gesto como un acto de sumisión por parte de su esposo. Sin embargo, Jacaerys no mostró ninguna reacción ante la mirada de desdén de Aegon y continuó con su tarea de acomodar la silla para él, manteniendo su compostura.

Una vez que la silla estuvo lista, Jacaerys se enderezó y miró a Aegon con una mirada que dejaba claro que esperaba que tomara asiento.

–Por favor, esposo. El banquete está a punto de comenzar –dijo Jacaerys con voz calmada pero autoritaria, sin dejar espacio para la discusión.

Aegon se sentó con elegancia en la silla que Jacaerys había acomodado para él, pero su sonrisa de desdén persistió en su rostro.

–Qué amable de tu parte, Jacaerys –dijo Aegon con un tono condescendiente, su mirada fija en su esposo.– Parece que estás ansioso por demostrar tu servilismo ante todos nuestros invitados.

Jacaerys no se dejó intimidar por la actitud de Aegon, y sonrió con tranquilidad.

–Prefiero ser cortés y considerado, Aegon, algo que tú podrías aprender a apreciar  –respondió con una mirada penetrante.

Observándolos con una sonrisa, el rey Viserys se levantó frente a todos los invitados.

–Hoy es un día de festejo y celebración –Comenzó a decir– Es el día en que mi nieto, el futuro heredero de los Siete Reinos, Jacaerys Velaryon, y mi hijo mayor, Aegon Targaryen, su esposo consorte, se han unido para solidificar con su unión el bienestar de los Reinos. –Alzó su copa en alto– Brindemos por este gran día, esperando que su matrimonio y futuro gobierno esté lleno de gula y alegría.

Aegon a quien la reina, su madre, le dirigio una mirada demandante, levantó su copa con elegancia, pero su expresión aburrida no vaciló.

–Brindemos por nuestro futuro –murmuró con un tono de voz que dejaba claro que su entusiasmo era más bien escaso.

"The dragon jewel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora