XV.

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Cuando termino de bañarse y hacer unos cuantos deberes, se dio cuenta que ya era hora del almuerzo.

Que bueno, se moría de hambre.

Aegon salió de sus aposentos en total calma, Ser Arryk iba siguiéndolo de cerca.

Lo apreciaba, Ser Arryk era su guardia jurado desde que tenía memoria, siempre leal a él y sólo a él.

Ser Criston también era muy leal a ellos, pero por calor de su madre.

Criston Cole fungió como su figura paterna a lo largo de su vida, desde que era niño y fueron cobijados bajo su protección.

Recuerda al caballero llorando y pidiéndole perdón a Aemond por no haber evitado que perdiera el ojo.

Él no tenía hijos propios, pero los quería como si él y sus hermanos fueran sus hijos de sangre.

El rey Viserys, su padre, aunque no les trataba mal, su favorita era Rhaenyra.

Siempre solapandola, siempre consintiendo, siempre dejando que pisoteara las leyes y costumbres.

La quería de heredera porque decía querer hacer un cambio.

Si su padre hubiera querido un verdadero cambio, se hubiera negado a portar la corona y hubiera peleado para que su tía Rhaenys fuera quien la portara.

Por esos y más motivos, Aegon sostendrá, hasta el final de sus días, firmemente que era porque, había matado a la madre de Rhaenyra cuando ordenó que la abrieran para sacar a un bebé que ni siquiera vivió mucho tiempo.

El rey Viserys sentía culpa.

Viserys incluso se había casado con su madre en busca de un heredero, pero la culpa le pudo más y nombro a su hermana la heredera de la corona.

Francamente le daba igual.

No deseaba el trono, no quería sentarse en una maldita silla donde podría sangrar si no tenía el suficiente cuidado.

No deseaba lidiar con personas lamebotas que lo traicionarían cuando tuvieran la primera oportunidad.

Tal vez era lo único que no desprecio de la idea de casarse con Jacaerys.

No tendría más responsabilidades que tener a los próximos herederos de la corona, del resto, seria libre para hacer y deshacer cuanto quisiera.

Solo debía tener a su esposo para él, y en la palma de su mano.

Una tarea algo complicada teniendo en cuenta que no eran del agrado del contrario.

Aunque hubiera tenido a Jacaerys entre sus piernas, eso no cambiaba el odio que sentían mutuamente.

Cuando llego al comedor, no esperaba encontrar a una mujer pelinegra, con un gran y revelador escote, haciéndole ojitos a su esposo

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Cuando llego al comedor, no esperaba encontrar a una mujer pelinegra, con un gran y revelador escote, haciéndole ojitos a su esposo.

¿Qué carajos?

"The dragon jewel"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora