Capitulo 8

100 7 3
                                    

En realidad, no me sorprendería que el doctor me despidiera, es más estaba resignada a esperar mi despido después de lo que dije. Ya no tenía intenciones de quedarme aquí, regresaría a mi pueblo natal y trabajaría en un hospital local.
Después de la gran pelea que tuve con el doctor Granchester, me fui directamente a la estancia de enfermeras con el trasero echando humo, en realidad quería mantener mi orgullo y no dejar que un maldito narcisista me lo quitara.
-¿Qué pasa?-Me pregunta Ross sentándose al lado mío, después de ver mi ceño fruncido.
-Creo que me despedirán.-Le contesté suspirando hondo, mientras recargo mi barbilla en mis manos.
-¿Qué hiciste ahora?-¿Por qué me preguntaba eso? ¿Acaso yo siempre soy la que da problemas?
-El doctor Granchester, él...-Ruedo los ojos enojada, puesto que no puedo hablar por el coraje que tengo en mi pecho.-Él está actuando como un idiota conmigo.Murmuré sin más.
-¿De qué hablas?-Me pregunta confundida. No le iba a decir sobre todos esos encuentros íntimos que tuvimos, si no sobre su enorme ego.
-Él tiende a ser un dolor de cabeza. No por ser mi jefe voy a estar aguantando sus faltas de respeto hacia mi.-Suspiré profundamente.-Sé que no soy tan lista como él, ni tampoco tengo títulos, pero yo sé cómo tratar a la gente y no soy malvada con otros que no saben lo mismo que yo.-Ross me mira por uno segundos, para luego abrazarme y sostenerme entre sus brazos.
-Lamento que el doctor Granchester fuera tan cruel contigo, todo lo que decidas de aquí en adelante yo estaré contigo.-Me dice tomándome de la mano, mientras trata de darme fuerzas. En realidad, necesitaba su apoyo incondicional, no quería estar sola cuando me despidieran, pero algo captó mi atención, Alice mi compañera me llama.

Candy, te habla el doctor Granchester.-Dijo sin cuidado y con rapidez, mientras se va de la escena sin más.
-De seguro quiere despedirme él mismo.-Murmuré con pesar mientras paso mis manos por mi cara.
-No te preocupes, ten la cabeza en alto.-Me dice Ross dándome un beso en la frente, mientras yo solo asiento con la cabeza.
Temerosa voy hacia el consultorio del doctor, quería caminar un poco más lento para poder disfrutar cada centímetro del hospital, antes de irme. Al llegar a su consultorio, me encuentro con ese frío hombre, escribiendo en su compütädora. Yo toco la puerta para llamar su atención, él de inmediato me mira.
-Adelante. -Me dice con mucha seriedad. Yo entro a su oficina, mientras las piernas me tiemblan como fideos.-Siéntate.-Me ordena señalándome una de sus sillas, mientras yo me siento temerosa.-Lo que paso hace un rato fue inapropiado de su parte.-¿De mi parte? ¿Ósea que yo era la mal educada? -Pero no la despediré.-Yo misma estoy sorprendida de lo que digas.-Quizás yo también actué inapropiadamente con usted.
-¿Acaso se está disculpando de una manera muy extraña?- Pregunté mientras él solo me mira con cara de pocos amigos.-Lo lamento.-Le digo rascando un poco mi cabeza, mientras me arrepiento de haber preguntado eso.
-Vaya con la paciente Liza, del piso nueve.-Me ordena mientras pone sus dedos sobre el arco de su nariz, mientras trata de tolerar mi estupidez.
-¿Con su hija?-Le pregunté mientras me mira impactado. Se que estoy cruzando algunas barreras, pero quiero saber más de Liza.-Lo lamento.-Me disculpó una vez más, mientras que siempre digo lo primero que se me viene a la cabeza.
-¡Váyase, ahora!-Me grita molesto. De inmediato salgo de la habitación derrapando, pero algo aliviada de que no me despidiera. De inmediato voy por mi carrito de metal y corro a toda velocidad al noveno piso.
Al llegar a su habitación, me encuentro con escena algo nostálgica, donde el doctor Steward y Liza son los protagonistas. La pequeña parece triste, ya que las lágrimas recorren cada centímetro de su cara, mientras su nariz parece estar congestionada por el llanto. La pequeña noto mi presencia en la habitación, así que grita con fuerza.
-¡Quiero que esta fracasada salga de esta habitación!-Expresa su odio hacía mí. De inmediato el doctor Steward detuvo sus insultos.
-Liza, te pido que no seas grosera con el equipo que trabaja en este hospital, ella solo intenta ayudarte.-Yo misma miro como el doctor me defiende.
No quiero que me vea así.-Me dice como si fuera una mujer que no tiene maquillaje puesto y no quiere que su novio la vea. Yo misma noto que está escondiendo algo.
-Yo me hago cargo doctor Steward.-Le digo tratando de que me dejara a solas con la pequeña. Él asiente con la cabeza y sale del lugar sin dudarlo.
-¿Y ahora qué quieres?-Me pregunta molesta.
-Vengo a chequearte el pulso y ver si no tienes temperatura.-Digo con mi libreta y mis instrumentos.
-Bien, hazlo.-Me dice tragando sus lágrimas como si fuera un adulto, en vez de seguir llorando, como un niño lo haría. Así que le hago un chequeo completo, ella parece tener algo de temperatura, pero lo demás está bastante bien.
-Todo parece estar bien, sólo tienes algo de temperatura. -Le digo anotando en mi carpeta.-Te mandare una tableta para eso.-Le digo sobando un poco su cabeza, pero al hacerlo un mechón de su cabello se cayó y de inmediato ella empezó a llorar.-Lo lamento.-Le digo con miedo pero ella no dejo de llorar. En ese instante me di cuenta que toda mujer se nos hace difícil perder el cabello. La verdad la mayoría de las veces por vanidad y eso lo entiendo bastante, así que me siento al lado de la pequeña e intentó hablar con ella.
-No debes preocuparte por esas pequeñas cosas, total en realidad el cabello siempre va crecer pero tu salud esta primero.-Ella me miro y siguió llorando, así que decidí hacer algo más extremo, que pueda cambiar su semblante. De su cajón tomé unas tijeras y de inmediato capté su atención.
-¿Qué haces?-Me pregunta entre lágrimas-¿Eres estúpida?-Me pregunta mientras me insulta, a pesar de que ella está llorando.
-Tal vez, pero quiero mostrarte un punto.-Así que cortó un mechón de cabello demasiado largo y se lo muestro. En realidad, mi cabello siempre ha sido muy largo y aun que solo fue un mechón, aun así fue difícil. -Toma.-Le digo dándole mi cabello, de inmediato ella lo toma entre sus manos, para luego decirme:
-No debiste hacer eso solo para mostrarme un punto.-Dice mirando mi cabello rubio.
-En realidad es solo para decirte que tu cabello volverá, igual que el mío. ¿Qué tal si hacemos un trato?-Le muestro una sonrisa con calidez.
-¿Qué trato?-Pregunta haciendo un puchero con su labios.
-Cada vez que se te caiga el cabello, yo recortaré mi cabello hasta que llegue hasta mi mentón.-Le contesté tomando su confianza y poniéndola en lo alto. ¿Por qué demonios haces esto?-Me dice limpiando sus lágrimas, que caen por sus mejillas.
-Porque no quiero que pases esto sola. La verdad es que rara vez veo a tu padre aquí y tu madre nunca está aquí.
-Ella no puede.-Me dice mirando el techo.-Está muerta.-Yo ya lo sabía pero creo que para ella y el doctor Granchester, es un gran paso decirlo enfrente de alguien.
-Lo lamento.-Le digo sintiéndolo de verdad.
-Mi padre dice que ella era muy hermosa, tenía el cabello n***o como la noche y una sonrisa tan blanca, que se confundía con las estrellas.-Yo misma me siento algo conmovida con lo que ha dicho el doctor Granchester, de la madre de Liza.
-Ella debió ser hermosa, tú eres muy bonita, supongo que te pareces a ella.-Dije viendo su pelo totalmente n***o.
-Él me dice lo mismo, aunque siempre está trabajando.-Ahora habla de su padre.Él no puede acompañarme en las quimioterapias, porque está demasiado ocupado, así que el doctor Steward siempre está conmigo.-Aparte de ser cirujano, el doctor Steward era un famoso oncólogo, lo que se me hacía en realidad muy fantástico, ya que ella tiene al mejor doctor de este hospital.
-La verdad es que tu padre si tiene mucho que hacer, todo el día tiene operaciones y muchas cosas más, pero sé que a él realmente le gustaría estar aquí contigo.
-No me preocupo tanto por eso.-Dice indiferente ante su padre.
-¿Y cómo murió tu madre?-Le pregunté pasando mis dedos por sus manos pequeñas.
-¿En serio quiere saber?-Me pregunta triste.
-Bueno, hay algo que tenemos en común tú y yo.-Le sonrió mientras me gano su confianza, cada vez más.
-¿A si? La verdad yo soy más lista que tú....-Pero la detengo, ya que ya no se trataba de quien era más inteligente, sino de sentimientos. Así que decidí afrontarlo con ella.
-Yo perdí a mi padre cuando tenía diez y siete.-Comenté mirando las sábanas blancas.-Él murió de cáncer y realmente lo extraño mucho.-Le dije con sinceridad.-Todo el tiempo me digo a mí misma, que en realidad lo quiero de vuelta.

LA ENFERMERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora