Capitulo 26

143 9 4
                                    

Adaptación Sin Fines de Lucro. La historia original pertenece exclusivamente a Lily Arzola. Los personajes son de Naoko Takeuchi.

#LaEnfermera

Capítulo 26 -
Nunca en mi vida había experimentado este tipo de cosas. Ni los mareos, ni tampoco el hormigueo pasando por todo mi cuerpo, pero se bastante sobre esa sensación, ya que soy enfermera y mucha gente lo ha sentido, y eso nunca es bueno.
Aún estoy preocupada por lo que paso con la señorita de recursos humanos, así que aún que estaba muy cansada, abro mis ojos y gritó con fuerza:
-¡Jefa!-De la nada me golpeo con algo duro, y me dejo caer al instante. Después noto que estoy acostada en una camilla, y la cosa dura con la que me golpee con fuerza fue una paleta de notas que una doctora tenía en sus manos.-¡Auch!Exprese adolorida, mientras paso mis manos débiles por mi frente dura.
Después escuchó una voz melodiosa tras la paleta, y cuando ella quita está de mi vista, me deja ver a una mujer de pelo rojo y bonitos ojos miel.
-Tranquila, aquí no está la jefa.-Ella se mofa de mi mientras intenta hacerme sentir menos preocupada.
-Lo lamento.-Me disculpo mientras intento volver a acostarme, pero me siento inquieta.
-No tienes que lamentar nada pequeña.-Me responde con su dulce voz, mientras ella es bastante agradable y educada.
-¿Me echarán?-Le preguntó con miedo, y aunque no nos conocemos, sé que ella puede saber si estoy despedida o no. Pero al mismo tiempo es estúpido, ya que ella no sabe nada sobre mi situación, supongo que mis nervios estaban muy alterados, y escuchar algo bueno de una persona desconocida, era algo bueno para mí ahora.
-No sé de eso pequeña, te desmayaste ¿y lo único que te importa es si te despedirán?-Me pregunta mientras alza una de sus cejas color café.
-Lo se.-Murmuré riéndome y tapando mi cara con una de las sábanas, mientras me siento algo avergonzada. No tengo porque meter a esta linda doctora, en mi vida privada que está hecha una mierda.
-Tienes que cuidarte mucho pequeña, te hice exámenes de sangre y tienes anemia.-Ella solo me da malas noticias para mí. Hoy era el día en el que el mundo me decía que era una mierda, era el día en el que dios despertó y jugó con mi vida como si fuera un títere, mientras pronuncia: ¡Te aborrezco tanto Candy!
-¿Anemia?-Le pregunté algo enojada, mientras sé que me he alimentado "apropiadamente" durante estos días.-Nunca he sufrido de eso, siempre he sido muy sana.-Le comenté tratando de explicar que esto no era normal en mí.Cuando vivía en mi pueblo natal, nunca tuve estos problemas.-Mis manos ahora arrugan las sábanas blancas, mientras sé que venir a Londres quebró toda mi vida, y también mi salud.
-Quizás el cambio y los horarios han hecho que te descuides un poco.-Ella trata de ser comprensible y cortés conmigo, así que la miro con atención mientras mueve sus labios rojos, sin perder ni una sola palabra proveniente de estos.- Más aparte, tienes que empezar a comer más.-Ahora me regaña, pero no lo hace con dureza, como lo haría el doctor Granchester.
-No puedo costear la comida.-Le comenté sin filtro, mientras sé que estoy destapando cosas personales enfrente de una desconocida, así que me regaño mentalmente. Quizás a ella no le importe saber mi vida llena de miseria. -He gastado mi dinero en otras cosas, pero en mí no, supongo que no he pensado mucho en lo que debo hacer.-Le comenté con tanta sinceridad, mientras era la primera vez que lo admitía. Me he descuidado demasiado.
-Será mejor que empieces a pensar en ti...-Guarda silencio, para proseguir.-Y a tu bebé.-Al escuchar la palabra con "B", me quede sorprendida, ¿Cómo se supone que paso esto? Bueno en realidad si se cómo paso, pero como no me fui a acordar de que la regla aún no me ha llegado.
-¡No puede ser!-Le dije impactada, mientras poso mis manos en mis rodillas y lentamente dejo caer mis lágrimas, no estoy lista para esto.-¿Cómo se supone que haga esto?-Era lo único que faltaba, para arruinar por completo mi día.
¡Dios, debes odiarme mucho!
-Tranquila.-Murmuró la doctora ayudándome a acosta de nuevo.-Te traeré algunas vitaminas para embarazadas, y algo de comida, ¿sí?-Me comenta pasando sus finos dedos por mis mejillas, que quizás estén pálidas como la nieve que cae en diciembre.
Solo el pensar que tendré un hijo me asusta, nunca fui buena en nada, es más, saqué un promedio bajo en la escuela de enfermería, y me mandaron a Londres porque en realidad fue algo de mucha suerte y al azar. Miles de enfermeras querían dejar el pueblo y venir a Londres, para demostrar el potencial de enfermeras que tenían, pero mandaron a la persona menos preparada.
Incluso siento pena por el hijo que está dentro de mí, tiene una madre estúpida y no tiene un padre. En ninguna comunidad se ha visto bien ser madre soltera, y aunque somo un país y un mundo con muchos cambios, también somos personas que no cambian de opinión tan fácilmente, mientras que somo prejuiciosos y a veces malvados.
Ahora no puedo pedirle al doctor Granchester que se haga cargo del bebe que tengo, supongo que él no debe saber esto. No quiero que sienta más lastimas por mí. Y realmente no quiero ser parte de su vida, cuando ya me ha hecho mucho daño. No era capaz de decirlo, aún que lo necesitara como el agua o el oxígeno.
La doctora regresó algunos minutos después, con una charola de comida y una jeringa.
-No me inyecte.-Fue lo primero que salió de mi boca, mientras la miro con miedo.-Estaré bien, solo tengo que comer.-Ella sonríe dulcemente.
-Bien, come.-Me dice acercándome la charola, mientras inyecta la vitamina en el suero. ¿Eres enfermera y no sabes lo que haría con esa jeringa? Que torpe soy.
Ella sale de la habitación mofándose un poco de mí, y cuando veo la charola, no puedo probar ni un bocado, porque las lágrimas salen de mí en una explosión. Todo lo que me está pasando en este mismo momento me tiene estresada. Lo único que quiero ahora es regresar a mi ciudad natal, y si la jefa me despide, no tendré otra cosa que aceptarlo. Desde la primera vez que tuve relaciones con el doctor Granchester no use protección, y si él usó, nunca lo note. Realmente si creo que las primeras veces lo uso, pero supongo que, en las semanas pasadas, no lo hizo más.
La comida del hospital nunca es buena, aparte no me sentía con mucho apetito. Me quite la medicina y el suero, para después tomar mi uniforme y salir de la habitación con sigilo. Ya no sabía lo que me esperaba, mientras voy con la cara mirando el suelo hasta llegar a la estancia de enfermeras. Ross está ahí, quizás tomando su descanso, pero logro ver que la preocupo demasiado.
-¡Cariño!-Me abraza con fuerza, mientras deja su taza de café a medio llenar.¿Cómo te sientes?-Me pregunta mientras acomoda mi cabello rebelde.
-Bien, ¿la jefa a dicho algo?-Le pregunté con lágrimas en los ojos, mientras me siento más preocupada por eso.
-No, no ha dicho nada.-Me comenta pasando sus dedos por mis mejillas.
-No puedo irme ahora.-Le respondí sentándome en uno de los sillones.-Ganó poco aquí y en mi pueblo no podré mantenerme a mí, ni a...-Me quedo callada porque alguien entró a la sala inesperadamente, de inmediato Ross se levanta y se acomoda el uniforme al verlo.
-¡Buenas noche, Doctor Granchester!-Yo me levanto al lado de ella asustada, mientras él me mira detenidamente, para después decirme:
-Venga.-Me ordena mientras me indica con su mano que lo siga. Yo trago saliva y le sigo el paso.
Él me lleva a su oficina, para después cerrar la puerta con seguro.-¿Así que ahora eres una busca pleitos?-Me pregunta mientras me invita a sentar, enfrente de él. Yo lo hago porque estoy cansada, pero aun así no dejo de estar molesta con él, así que soy cortante.
-Sabe que no lo hice con ninguna intención, si me corre lo aceptaré.-Murmuré con mucha tranquilidad ahora. Quizás ya me estaba haciendo la idea de dejar este hospital, y si lo piensan, no era tan mala idea.
-Debería correrte, es más debería llamar a el hospital en donde estabas, y que no te den trabajo porque eres la peor enfermera.-Yo solo cierro mis ojos, mientras él va subiendo su voz cada vez más.-Pero no lo haré, porque sé que es injusto para ti.-Yo lo miro sorprendida al escuchar eso.-Se que tienes buenas intenciones con mi hija, y Abby metió la pata al meter a mi hija en esto.-Él ahora aclara su mirada café, mientras luce de otra forma. Se que está siendo honesto. -Por ahora mi hija no volverá a tener fe en nadie. -Sé que eso lo tiene preocupado, puesto que sus ojos ahora se abre más y más, mientras se le queda mirando a una de sus plumas finas.-Solo le tuvo fe a ti, porque sé que hizo maravillas con ella.-Yo solo limpio mi nariz, que me está chorreando. Amo a Liza demasiado.
-Me parece bien.-Le respondí con la voz entrecortada.-No creo que yo tampoco lo vuelva a hacer.-Yo luzco triste, o eso es lo que mi interior siente. Desolada y miserable, mi querida Liza jamás va a volver a confiar.
-Lo de su desmayo...-En este momento solo pienso en que la doctora le dijo que estaba embarazada.-¿No has comido?-Me pregunta preocupado, pero en este momento no quiero jugar al juego de "Te hablo bonito ahora, y más tarde te trato como una mierda"

LA ENFERMERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora