A la mañana siguiente.
Era hora de ir a trabajar, así que me levantó junto con Ross y sus niños.
-Come bien, Candy.-Me dice Ross mientras desayunamos cereal.-Estas adelgazando mucho.-Me repite una vez más, mientras que yo siento que he comido bastante estos días.
-Compraré un suplemento alimenticios.-Le digo tomando mi bolso y viendo que me quedaba poco dinero, ya que la mayoría de esté se lo envié a mi madre.-Será para la siguiente semana.-Murmuré guardando mi cartera en mi bolso.
-Bien, es hora de irnos.-Me dice levantando todos los platos de cereal de la mesa, para amontonarlos en el lavaplatos.
-Adiós niños.-Le digo a sus par de hijos, Lily y Sam. Después de que el autobús se llevará a los niños, las dos corrimos hacía el subterráneo.
*
Al llegar al hospital, corrimos apuradas a nuestros puestos de trabajo. Como siempre yo tendría que ir a la oficina del doctor Granchester. Y al llegar a esta, me di cuenta que estaba charlando con la siempre elegante doctora Miller. Ella le estaba rogando sobre algo a el doctor Granchester mientras que yo no sabía qué hacer.
Pero al notar mi presencia, la doctora deja de hacerlo.
-Candy.-Me dice sonriente.-Adelante.
-¿No interrumpo?-Pregunté algo incomoda. A lo que el doctor Granchester de inmediato contesta:
-No, adelante.-Me dice mientras incómodamente entró a la habitación. Era extraño estar en esta habitación donde se encontraban dos personas importantes, tan importantes que de inmediato me empecé a sentir tan pequeña como un insecto.
-Piénsalo bien Terry.-Murmuró la doctora Miller, mientras en su cara se ve algo de tristeza e incomodidad.
-No tengo nada que pensar Abby, ya te dije que no lo hare.-Ella estaba a punto de llorar, así que sale de la oficina sin decir nada más.
-¿En qué le puedo ayudar?-Le pregunté al doctor Granchester después de la salida dramática de la doctora Miller, intentando hacer de este lugar algo más ameno.
-Acomoda las medicinas de esa caja en el estante.-Así que lo hago, una caja llena de medicinas fue acomodada correctamente por mí. Este medicamento era de un nuevo laboratorio que había sacado un nuevo tipo de insulina que intentaba hacer que la gente no subiera de peso.
Y al acabar, tire la caja para luego mirarle de nuevo mientras él está en su compütädora.
-Acabaste rápido.-Me comenta sin siquiera mirarme, parecía que tenía ojos en la espalda.-Ahora ve por unos instrumentos quirúrgicos esterilizado.
Él no me dice nada específico de los instrumentos que necesita, así que voy directamente al almacén para sacar todos los instrumentos posibles. Pinzas, escalpelos, lancetas, brocas, escofinas, trocares, ligasure, dilatadores. Implementó selladores como agujas de sutura o grapas quirúrgicas, agujas de inyección e irrigación, boquillas y tubos para introducir fluidos, tyndallers, para ayudar a "cuña "de los tejidos dañados abierta en el cerebro. Dispositivos motorizados; como taladros, dermatomas, alcances y sondas, incluyendo con fibra óptica y sondas táctiles, transporte y aplicadores para implementos ópticos, electrónicos y mecánicos. También cortadores de ultrasónicos de tejido, cryotomos y guías de corte láser, e implemento de medición, como reglas.
Después lleve todo esto a la oficina del doctor Granchester, para que solo me digiera que iba a ocupar:
-Solo el escalpelo. -Yo ruedo los ojos y guardó lo demás en cajas para tenerlos a la mano.- Y selladores, también aguja de sutura.
-Listo.-Le digo poniéndolo en un carro de metal. Mientras él se levanta de su asiento y yo lo sigo con mi carro, esperando hacer un buen trabajo con todo.
Ya en el pasillo las enfermeras que lo ven, lo saludan con entusiasmo y con poca vergüenza, pero él no contesta a ningún saludo, mostrándose desinteresado por casi todo lo que le pasaba por delante. ¡Vaya, que es una persona con un ego gordo! Caminamos directamente hacía un pequeño cubículo, donde estaba una niña y su madre.
-Buenos días, señorita Moreno.-Le dice el doctor Granchester a la pequeña niña, quien está completamente vendada del pecho, hasta la espalda.
-¡Hola doctor Granchester!-Dice la pequeña con una dulce voz, mientras sus ojos se alumbran.
-Hoy veremos cómo esta tu herida.-Ella se asusta al ver el escalpelo, pero él logra calmarla.
-No te asustes querida.-Él toma a la niña de barbilla.-No dolerá, te lo prometo.Jamás había visto a el doctor Granchester sonreír, era tan dulce con los niños.
-Si, doctor.-Le contesta la niña, asintiendo con la cabeza.
-Mira a tu mami.-Le quita lentamente los vendajes mientras su espalda muestra varias quemaduras y una abertura muy grande. Tan solo ver el dolor de la niña, hizo que yo le tomara la mano.
-Estarás bien, pequeña.-Ella me sonríe, mientras intento distraerla.
-Por suerte solo ocuparemos la aguja de sutura.-Murmura el doctor Granchester Yo de inmediato le paso el agua oxigenada, para que limpie la abertura que se le hizo. Ella siente dolor a las puntadas que le está dando el doctor Granchester, pero era necesario.
Por suerte el doctor Granchester es muy rápido, logro darle puntadas con rapidez.-Gasa con anestesia.-Me pide mientras yo de inmediato se la doy con las pinzas. Él limpia la zona con quemaduras, mientras que le aplica una medicina para que no sienta ardor en las partes quemadas. Después venda a la pequeña.
-¿Te dolió?-Ella asiente con la cabeza, mientras el doctor Granchester se ríe con todos los dientes. Después la carga entre sus brazos y le dice.-Te daré una paleta porque te dolió, eres demasiado valiente.-La lleva por algunos dulces a el cuarto de al lado.
-El doctor Granchester parece ser un encanto.-Me dice la madre de la niña, asombrada por el doctor.
-Sí.-Le contestó, ya que nunca en mi vida había visto esta faceta del doctor Granchester.
-Bien, ya se pueden ir.-Nos dice el doctor Granchester, regresando con la niña cubierta de dulces.
-Dile adiós a el doctor Granchester y la enfermera...-Me mira para preguntar mi nombre.
-Candy.-Le contestó con facilidad.
-Gracias, doctor Granchester.-Contesta la niña.-Gracias enfermera Candy, usted es muy linda.
-¡Adiós pequeña!-Le digo con la mano, mientras ella se va alejando. De inmediato el doctor me mira con cara de pocos amigos.
-¿Sí?-Le preguntó enojada y burlona.
-Pensé que los niños te odiaban.-Me dice tirando sus guantes y esterilizando sus manos.
-Pensé que usted odiaba a todos.-Le contestó de inmediato.
-Pensó mal-Dijo secando sus manos.-Ayudo a mis enfermos como si fueran de mi propia familia, hasta que salen del hospital.-Responde mientras me intrigan sus palabras.
-¿Y qué pasa cuando están en la calle?-Ahora lo miro curiosa.-Si los ven, ¿no los saluda? o ¿actúa como un patán con ellos?-Pregunté torciendo la boca.
-A fuera del hospital puedo actuar como se me da la gana, señorita White.Aclara su voz ronca mientras me mira.
-Bien.-Le digo saliendo del lugar, no quería discutir con un loco como él. Así que camino a la cafetería para comer algo más, ya que mis tripas me dolían demasiado, pero al llegar a esta me di cuenta que no tenía mucho dinero.
-¡Demonios!-Me digo a mí misma cansada de verme pobre. De camino a la salida, me encuentro con la doctora Miller.
-¡Candy!-Me dice sonriendo.
-Hola, doctora Miller.-Le digo con una sonrisa también.
-Dime Abby.-Me dice la guapa doctora.-¿Quieres desayunar conmigo?-Miro mi bolso y veo que no tengo nada de dinero.-Yo invito.-Me dice con una sonrisa en sus labios.
Bueno si ella invitaba, yo no iba a rechazar esa propuesta.
Así que desayunamos un poco de huevo con panqueques. Yo no deje nada en el plato, podía lamerlo, si ella no estuviera. Ella no comió nada, porque parecía muy triste y afligida. Supongo que es por lo de esta mañana.
-Hoy invite a Terry a ver una película.-Me comenta, mientras entrelaza sus dedos largos.
-¿Cual verán?-Le preguntó metiendo una cucharada en mi boca, ya que tiene un poco de mermelada de fresa.
-Era la película de "Little Boy" pero él me dijo que no.-Mira la mesa algo triste.
-Entonces, ¿por eso discutían?-Preguntó aún con mi lengua en la cuchara.
-Él me rechaza de esta manera, yo siempre le invito a todas partes y él siempre me dice una respuesta diferentes.-Suspira cansada.-A veces me dice que sí y a veces me dice que no.-Se escucha triste.
-Lamento escuchar esto, el doctor Granchester suele ser bastante frío, ¿ah?-Supongo que ella y yo sabíamos lo frío que puede ser ese hombre.
-Cómo hielo.-Me dice algo triste.
-¿Por qué no empieza a salir con otros chicos? Tal vez el doctor Granchester se dé cuenta de sus sentimientos, si sale con otros.
-¿Tu crees?-Me dice emocionada.
-De seguro el doctor tal vez piense en ganársela...-No termine de decir mi oración, porque ella expresó lo que mis palabras le hicieron sentir.
-¡Tienes razón!-Me dice sonriente.-Lee Austin me ha estado invitando a el cine, le diré que iré con él.-Al menos está sonriendo.
-Bien.-Le digo aun comiendo. Ella se va del lugar después de escuchar su celular de emergencia. Yo me quedo comiendo lo que ella dejo, sé que suena algo triste pero el dinero no ha florecido para mí, como pensé que sería. Desgraciadamente, mi jefe me vio comiendo.
-¿Qué demonios crees que haces?-Él está parado tras de mi con una taza de café.
-E-estaba comiendo.-Le digo temerosa por mi vida, poniendo una mano en mi pecho.
-¿Sabes qué es lo que me molesta más?-¿Por qué tiene que repetir siempre lo mismo.-Verte rellenar tus cachete gordos.-Yo misma estoy herida por lo que ha dicho.-Y que seas una holgazana. ¡Deja de comer y acompáñame!-Me regaña mientras yo me levanto y voy tras de él.
Todo el día me trajo trabajando, si no era ayudándole en pequeñas consultas o arreglando papeles.
Cuando la noche llegó, era mi hora de salida.
-Ya le deje los papeles bien llenos, me voy.-Le digo levantándome de la silla.
-Está bien.-Me dice prestando atención a su compütädora. Parece que trabaja mucho, así que tomo mi bolso y me encamino a la salida, pero antes de salir, sentí un enorme mareo, casi me caigo en las cajas que todavía no habíamos desocupado.-¡Señorita White!-Me dice el doctor preocupado.-¿Acaso bebió?Yo lo miro enojada, ya que por él no he comido y tampoco he descanso.
-No.-Le digo alejándome un poco de él.-Estoy bien.-Pero cuando intento dar un paso más a la, me caigo a el suelo. Él me toma de una esquina de mi uniforme y me recoge como si fuera un paquete.
-¿Se siente bien?-Me pregunta, incluso más preocupado.
-Sí.-Le contestó suspirando profundamente.-Solo tengo que sentarme.-Pero cuando estoy apunto de dar otro paso, caigo al suelo. Si el no estuviera sosteniéndome de mi uniforme, me hubiera golpeado la cara con el frío piso.
-Usted no está bien.-Me dice preocupado. Así que me carga entre sus brazos y me lleva a la camilla. Él me recuesta en esta con suavidad.-Intente abrir los ojos.Él checa mis ojos y de inmediato tiene un diagnóstico.-Usted tiene anemia, ¡pequeña estúpida!-Me dice enojado, mientras esta preocupada.-¿Por qué demonios no se cuida? ¿No le importa su salud?-Me pregunta ofendido.
¡Maldito imbécil!-Me digo en mis adentros.
-Mi salud no es lo primero.-Le digo alejando sus manos de mis ojos.
-Su salud debe ser lo primero para usted, sus ojos tienen que esta rojos, no amarillos. Le haré que le tomen una prueba de sangre de inmediato.-Ahora me ordena, mientras yo me niego.
-No, tengo que llegar a mi casa.-Dije arrastrando mis palabras.
-¿Creé que la dejare salir de aquí, en este maldito estado? ¡Se quedara!-Me gritó muy enojado. Yo no puedo hacer nada, así que me quedo en la camilla completamente dormida. Estaba demasiado débil, mientras solo sentí el pinchazo en mi brazo. Abrí un poco mis ojos y era él, con unos muestrarios de sangre, para luego taparme con una manta y apagarme la luz.
En realidad, me sentía como en casa, no quería moverme ni un centímetro de lo cómoda que estaba, hasta que mi celular sonó. De inmediato me levante y tome mi bolso, no me había dado cuenta ya tenía una bata puesta, de seguro el doctor Granchester me desnudo y me puso en esta. Pero tenía que contestar el teléfono.
-¿Hola?-Digo con poca fuerza.
-¡Candy!-Desgraciadamente es mi madre.-Bebé necesito más dinero.
-¿Mamá? ¿Cómo que necesitas más dinero? -Le preguntó muy enojada. -Te mande todo lo que gane y me dices que no es suficiente. ¿En que lo gastaste ahora? -Grito molesta.
-Tuve que pagar varios favores Candy, crees que con lo que me mandas es suficiente para darle de comer a tus hermanos.-Ahora me hace conciencia, mientras me siento mal.
-¡Sí!-Le respondo.-Es suficiente madre, no puedes gastarte ese dinero en ti.
-Mándame más dinero.-Me exige como si fuera mi obligación mantenerla. De inmediato cuelgo y me pongo a llorar como una pequeña niña. Mi brazo tenía algunas cintas blancas, mientras siento algo de dolor por los piquetes, así que tengo más razones por las cuales llorar.
-No puede ser.-Me digo a mis misma llorando en mis rodillas, hasta que escuchó una tos fuerte. Miro hacia la puerta y noto que el doctor Granchester me está mirando.
-Lo lamento.-Le digo levantándome y secando mis lágrimas.
-Tómate esto.-Me dice dándome unas pastillas y un vaso de agua.-Yo me las tomo de inmediato, para después darle el vaso.-Recuéstate, es una orden.-Yo niego con mi cabeza avergonzada, mientras me levantó y caminó hacia esta mi ropa. Intentó ponérmela, pero estoy demasiado débil. De inmediato él me arrebata la ropa y me dice.-¿¡No has escuchado lo que dije!?-Grita con fuerza.
-Puede dejarme en paz.-Le digo con los labios resecos.-Debo ir a casa.-Dije con un nudo en la garganta.
-¿Prefiere irse de terciaria con Ross?-Yo misma estoy sorprendida al oír lo que piensa de mi viviendo al lado de Ross.-¿O quedarse en el hospital donde la trataran bien?
-Si no se a dado cuenta, si me quedo debo pagar.-Digo siempre preocupada por el dinero. ¿Creé que tengo lo suficiente como para pagar aunque sea dos minutos aquí?-Le digo intentando ponerme el pantalón, pero él solo me empuja con su dedo y me caigo encima de la cama.
-¡Le digo que se quede! No sea estúpida. Si se va, lo más seguro es que se desmaye en el metro y tenga que regresar.-Él luce bastante enojado por mi decisión. ¿Acaso se preocupa por mí?
-¿Se preocupa acaso por mí?-Le preguntó realmente asombrada.
-No me interesa ni lo más mínimo que le pase algo...-Hace una pausa, para luego proseguir.- Pero a un enfermo nunca se le niega la salud.-Antes de decir algo más, él me carga y me acomoda en la cama, para después taparme con una sábana azul.
-¿Me ha quitado usted la ropa?-Pregunté mientras mis ojos estaba entrecerrados.
-Soy doctor, veo el cuerpo humano como una forma de trabajo.-Yo solo pongo mi mano en mi frente y me quedo completamente dormida.
*
Al abrir mis ojos, me doy cuenta que ya son las dos de la mañana. No pienso quedarme, así que me levantó sin que nadie se dé cuenta. Me pongo mi ropa y me quito el suero lentamente. Después de eso cubro mi cabeza con un suéter, para que nadie se dé cuenta que estoy saliendo.
Al salir del hospital, me decido por pedir un taxi, aun que significa que gastare mis últimas libras en esto. Me doy cuenta que si gastó este dinero, no tendré para comer otro día. Pero antes de hacerle la señal a un taxi que venía a unos metros de mí, siento como alguien me toma del uniforme y me jala como una bolsa de patatas.
-¡Auch!-Gritó con fuerza mientras soy arrastrada. Cuando me suelta, me doy vuelta y veo a el doctor Granchester enojado.-¿Qué creé que hace?-Le gritó enojada, mientras hago un pequeño puchero.
-¿Usted qué cree que hace?-Me grita furioso.-¿Por qué salió del hospital sin consultarme?
-No tengo porque consultarle nada a usted, tengo que ir a casa.-Le digo aun cansada, pero con más fuerzas.
-¡Maldita sea!-Maldijo con coraje.-¿Por qué es tan terca?-Grita frustrado.-Su cabeza está llena de mierda o ¿algo parecido? No le interesa que tengo dentro, ¿usted tiene mierda en el corazón?-Le gritó con enojo, mientras somos dos pares de idiotas qué peleamos en medio del estacionamiento.
-¡Pequeña idiota!-Me dice más enojado, mientras me arrastra una vez más, de la parte trasera de mi uniforme, pero ahora me lleva dentro de su auto.
Definitivamente me resistí, no quería subir, así que pongo mis piernas contra las puertas del auto, pero él me hace entrar aplicando fuerza bruta. Después me pone el cinturón, para luego cerrar las puertas con su llave. Este auto no tenía botones por dentro, así que le gritó desde el vidrio polarizado.
-¡Maldito narcisista, déjeme salir!-Grito con fuerza, pero sé que él casi no puede oír nada.
-Cierre el pico, White.-Escupió en cuanto entro al auto. Yo no puedo decir nada más, porque arranca de inmediato, llevándome a un lugar que quizás nunca pueda visitar otra vez.
-¿A dónde me lleva?-Le preguntó mirando las calles que no conozco.
-Quiere cerrar las boca.-Me dice más enojado.
-Usted cierre la boca y dígame.-Él solo cierra su boca.-¡Le dije que me digiera!Le gritó pero él hace como si pusiera un cierre en su boca.-¡Maldito idiota!-Le digo sin pelos en la lengua.-Si no me sintiera tan mal, en serio lo golpearía.-Lo amenazó algo mareada. Mientras vamos avanzando, me doy cuenta que ya estamos en Chelsea.
-¿Qué hacemos aquí?-Le pregunté, dándome cuenta que ya no estábamos más en el hospital Saint Thomas.
Él como siempre no me dice nada, mientras las casas aquí eran como las de las películas; blancas y finas. Él se estaciono enfrente de una casa blanca con puertas grandes.
-Baje.-Me ordena, cuando él ya está afuera. Yo me quito lentamente el cinturón, por lo débil que estoy. Antes de poder salir por mí misma, el doctor Granchester abre la puerta del auto y me saca entre sus brazos
-Bájame.-Le digo sintiendo sus enormes brazos alrededor de mi cuerpo
-Bien.-Me dice soltándome y tomándome una vez más del uniforme.
-¡Hey suéltame!-Le grito, ya que me está lastimando.
Es lo que usted pidio.-Así que me arrastra dentro de la casa. Él me suelta cuando estamos en la entrada, desde ahí veo su enorme casa con suelo de madera y un hermoso piano blanco, en medio de la estancia.
-¿Es su casa?-Le preguntó impresionada.
-No, es mi departamento.-Me dice caminando hacia su lujosa cocina.-Venga.-Me dice abriendo el refrigerador. Yo nerviosa camino hacia la gran barra blanca que cubre su cocina.-Siéntese.-Me dice al verme al lado de esta, yo nerviosa me siento en una silla alta y blanca.
-¿Qué está haciendo?-Le veo que está sacando algunas carnes y unas verduras.
-Que cree que hago, ¿malabares? -Me dice en forma de broma.-No creo que sea tan estúpida, como para no saber qué es lo que hago.-Murmura mientras detiene la puerta del refrigerador con su pierna.
-¿Acaso me dará de comer?-Dije ofendida.-Quien cree que soy, ¿una necesitada?-Él solo me mira alzando una ceja, mientras yo me siento tan pobre a lado de él. Nunca lo había visto hacer otra cosa fuera del hospital. Tenía talento en la cocina, lo sabía al verle partía calabazas con su cuchillo fino, mientras me recuerda a los chefs de Master Chef UK. Mientras más veía la carne cociéndose en el satén, más me daba hambre.
Al terminar, sirvió las calabazas con carne frente a mí, parecía como un muestrario de las revistas de cocina.
-Coma, es calabaza rellena con carne.-Olía delicioso mientras sonrío como una tonta. Él me pasa algunos cubiertos y yo como desesperadamente. Mientras yo lleno mis mejillas regordetas, él me mira con mucha atención.
-¿No comerá?-Le preguntó viendo que no come nunca y puede permanecer en pie por horas.
-No suelo comer a esta hora.-Yo misma nunca lo he visto probar nada. ¿Será un extraterrestre?
-¿No suele comer a esta hora? ¡Vamos, no comió esta tarde!-Ya que pase toda la tarde al lado de él.
-Bueno es algo que a usted no le importa.-Me dice intentando hacerse aún más grosero.
-Usted si se puede meter en mi vida, pero yo no en la suya.
-Exacto.-Asiente con la cabeza.
¿No puede ser más odioso?-Preguntó frunciendo el ceño.
-Claro que puedo hacerlo.-Toma una botella de vino y lo sirve en una copa.
-¿Así que solo se enviciara y ya?-
-Él de inmediato me contesta.
-Siga llenando sus cachetes.-Yo solo me río y sigo comiendo. Al acabar, me siento más fuerte y mucho mejor, lista para ir a mi casa.
-Gracias por la comida, me siento mucho mejor.-Le digo bebiendo un poco de agua.
-Su problema es que no se alimenta bien. Sus resultados del laboratorio salieron muy mal.-Saca unas pastillas de su bolsillo.-Debes tomarte estas, una cada tres horas.-Yo las tomo en mis manos.
-¡Gracias!-Le digo una vez más, tomo mi bolso y mi chaqueta.
-¿A dónde crees que vas?-Me preguntó tomándome una vez más del uniforme.
-¿Esto se le hará costumbre? Deje de tomarme del uniforme.-Le digo sobando mi cuello.
-¿A dónde cree que va?-Él me sigue preguntando con intriga.
-A casa.-Dije sin más, mientras resoplo.
-¿Cree que se irá de aquí sin pagar lo que hice por usted?-Él se acerca demasiado a mis labios, mientras puedo oler el vino tinto de sus labios peligrosos.
-¿Pagar?-Le preguntó mientras trago saliva. Él solo sonríe con una sonrisa totalmente diabólico. Antes de salir corriendo por la puerta, me carga poniendo sus manos en mi trasero. Yo no puedo creer lo que está haciendo. Sin más sube unas escaleras, hasta llevarme a una habitación con tapiz color azul. De inmediato me deja caer sobre la cama bien tendida. Después se sube encima de mí y me dice lentamente. -La haré pagar muy caro toda la noche.-Murmura mientras mis mejillas hierven.
-¡Doctor Granchester no quiero hacer esto!-Grite apenada.-Va demasiado rápido, seré una vergüenza, si usted solo me toma como su juguete sexüal, ¿qué dirán de mi si quedo embarazada?-Le digo con miedo, pero al no sentir su tacto sobre mi cuerpo, abro mis ojos y me doy cuenta que se está riendo.
Se ríe a carcajadas.-¡No se pudo ver más estúpida!-Gritó mientras ríe.
-¿Esto fue actuado?-Le pregunté molesta.
Le dije que cuando se trata de enfermos, los trato como si fueran de mi familia, no la vi0lare. ¡Pequeña estúpida!-Se sigue burlando de mí, mientras que yo siento un enorme coraje recorriendo mi cuerpo.
-Usted es...-Quería decirle todo el diccionario de groserías, pero solo me levanto de la cama.-¿Puede actuar más infantil?
-Usted es la infantil, ¿cree que me acostaría con usted?-Pregunta mientras trata de calmar su risa.
-Sí. Se me ha insinuado más de cuarenta veces.-Él solo se ríe, mientras yo me siento miserable.
-Tal vez tenga razón, puedo ser muy cortés y callado, pero cuando algo me gusta suelo actuar como un loco.
-No quiero saber que le gusta, prefiero a él cortés y callado hombre de las nieves.-El solo lame sus labios y sonríe.
-Sabe, no suelo fijarme en chicas como usted, idiotas y lenta. Es lo que más odio en una mujer, que sean estúpidas.
-Bien por usted, entonces solo está haciendo sufrir a la doctora Miller, o creé que ella no está a su nivel?-Dije molesta.
-Ten cuidado.-Advierte.-Lo que tengo con la doctora Miller, no es de tu incumbencia.
-Lo es cuando la hace sufrir.-Conteste de inmediato.
-Creo que es mi problema si la hago sufrir o no. ¿Por qué mejor no hablamos de lo que yo quiero?-Alza una ceja mientras me mira con sus ojos profundos.
-¿Y qué es lo que quiere?-Le preguntó mientras cruzo mis brazos.
-Tal vez sea un cabeza hueca, pero definitivamente me gusta algo de usted.Ahora me mira, inspeccionando cada centímetro de mi persona.-No sé si es su cuerpo bien formado o sus piernas hermosas, o el hecho de que sea la única chica que odio en este mundo.-Yo misma estoy sorprendida de que no esté atraído sexüalmente por la doctora Miller.
-¡Wo! Usted en realidad es un pervertido. -Dije realmente confundida.-Quiere a la chica que odia, ¡Vaya que sorpresa, fetichista! -Murmuró molesta, mientras abro mis piernas como un varón.
-¿Sabe qué haré cuando usted se encuentre mejor?-Tenía algunas ideas en mente, pero realmente no quería decirlo en voz alta.-Te haré mía.-Ahora muerde su labioinferior, mientras que mi sangre empieza a hervir.-No lo hago ahora porque que no soy un maldito enfermo, pero le digo una cosas señorita White, usted será mía.-Me amenaza mientras siento que mi cuerpo palpita con fuerza. Su lenguaje corporal era tan brusco y tan real, que de inmediato mi mente se empezó a llenar de pensamientos sucias.
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LA ENFERMERA
RomansaLas invito a leer está nueva historia adaptada para nuestros personajes favoritos Candy y Terry.. La portada trate de hacerla lo más cerca de parecido a nuestra pareja.