Capitulo 23

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Adaptación Sin Fines de Lucro. La historia original pertenece exclusivamente a Lily Arzola. Los personajes son de Naoko Takeuchi.

#LaEnfermera

Capítulo 23 -
En realidad, mi corazón y mi orgullo estaban en el mismo sitio, en medio de mí y no podía ni reconocerme en el espejo. ¿Quién era esa mujer que se había enamorado y llenado del doctor Terry Granchester? De sus mentiras, de su mal carácter y de sus insultos.
Ahora no se si me siento peor que una mujer que engaña, o como la basura que siempre seré para los ojos de ese hombre. Nunca seré una mujer propia de llevar su nombre o su apellido. Tal vez si fuera como la doctora Abby quizás lo sería, pero ahora que estoy duchándome y limpiando cada rastro de su ser de mi cuerpo, me doy cuenta de que nunca quise llegar aquí.
Al terminar el baño también se terminó el sueño, ya no quería hacer esto, era como una droga que no se puede dejar, y cuando estoy consciente me siento mal por haberla ingerido. Pero lo hare yo o él lo hará. Junte toda mi ropa mientras él dormía y eche está la ropa sucia, para después buscar mi ropa limpia. Hoy tenía que trabajar, así que me visto lentamente, y cuando dan las cinco de la mañana, es hora de despertarlo.
Lo jalo fuertemente y él despierta abriendo sus ojos lentamente, mientras sus pestañas largas y sus ojos cafés me reciben.
-Tienes que irte.-Se lo dije con todo el dolor del mundo, mientras él está aún un poco adormilado, así que como un niño se mete entre las cobijas y dice:
-Luego.-Yo solo me reí y maldigo, mientras veo lo lindo que es.
-No, ahora.-Levanto la sabana con fuerza, para ver su cuerpo bien trabajado completamente al natural. Esté me hace tambalear como una goma, pero estoy tan cansada y harta de esto, que me pongo firme.-Vete, son las cinco de la mañana y los dos tenemos trabajo.
Él recupera la conciencia para sentarse en mi cama, mientras se estira como todo un deportista. Por mi parte, a mí se me hace agua la boca, no puedo controlar mi mirada, así que miro a otro lugar, mientras intento que mi color rojizo no se evidente ante sus ojos hermosos.-Vístete y ve a tu casa.-Trato de ser firme, pero él pasa su nariz por mi cuello besándome inesperadamente. Sin si quiera saber, ya mi boca estaba abierta hasta el suelo.
Sus labios están mojados, mientras puedo sentir la saliva de ellos, mi piel se siente tan caliente y al mismo tiempo tan frío. Me está haciendo dudar.
-Me daré un baño y después me iré.-Sin más él se levanta de la cama y va a mi baño. Yo en realidad no sé qué estoy haciendo, a penas el hombre me toca y yo ya estoy en el suelo babeando por él. Así que no dejaré que se meta a bañar en mi casa. Entró a la habitación del baño y lo veo, allí parado sin nada que lo tapara, mientras el agua está cayendo sobre su cuerpo trabajado y velludo. Mi boca se abre sin siquiera decir algo:
-¿Te quedaste muda?-Me pregunta divertido mientras yo niego con mi cabeza, despertándome de este maldito sueño.
Quiero que te vayas de mi casa, ¡ahora!-Le grité con firmeza, pero él piensa que es una clase de broma, así que sonríe y me toma entre sus brazos, saliendo de la bañera, quizás para hacerme sentir soñada entre sus brazos que son como dos suaves alas de ángel, pero ya es tarde, así que le doy una gran bofetada en la cara. Él me mira algo extrañado, para después ver cómo su mejilla se ponen algo roja por el espejo.
-¿Me golpeaste?-Me pregunta muy enojado, mientras yo trago saliva al ver que está furioso por eso. Así que él alza su mano para darme una bofetada, yo solo cierro los ojos esperando lo peor, pero no siento nada, así que abro mis ojos y me doy cuenta que él está ahí con los brazos cruzados y colmado.-¿Pensaste qué te tocaría?-Me pregunta aún más furioso.-Yo no golpeo a las mujeres, y si lo hice contigo, estoy arrepentido.-Así que me empuja muy ofendido, toma su ropa y se la pone mientras me mira decepcionado.-¿Quién demonios crees que soy? Tal vez no te trate como una mujer, pero nunca golpearía a nadie y más sabiendo que no se puede defender. -Él ahora me hace sentir mal, aun cuando yo soy la que quiere echarlo de la casa.
Cuando termina de ponerse su camisa de color azul y su pantalón, se pone su saco para luego tomar su billetera y lanzar un fajo de dinero encima cama.-No me llames.-Se va sin más.
Yo me siento al lado del dinero y veo que son más de dos mil libras, yo en realidad estaba sorprendida con este dinero, podría deshacer y hacer muchas cosas, pero yo me siento como una mierda, así que lo guardo en mi bolso.
Después de tomar un café y un vaso de realidad, salgo del departamento para ir a trabajar mientras aún estoy pensando en ese momento, en el que me invirtió los papeles. ¿Cómo demonios lo hacen? ¿Acaso tiene una barita mágica y hace que siempre él se vea el ganador del juego?
Al llegar al hospital nada va bien, el problema que tuve con la doctora Abby aún es tema de conversación entre todo el personal del hospital, así que todos me mira aun cuando ella quién que destrozó el vestido en medio del lugar. ¿Pero qué podía hacer yo? Si soy una enfermera más.
Me presenté con la mujer de recursos humanos, para pedirle un cambio de turno, o tan solo pedirle mi transferencia a otro hospital de Londres, pero como dije, las cosas iban empeorando cada vez más y más. Ella me regañó una vez más por mi actitud con una de mis superiores, la Doctor Miller. Yo no tengo una buena repütäción con ella, así que me echa la culpa y yo la acepto sin más. ¿Qué más puedo recibir hoy?
Después de ser regañada, salgo de su oficina y lo primero que veo es a la doctora Miller y el doctor Granchester platicando como si nada. Me siento ofendida, puesto que ayer no hizo nada por mí y lo único que hace es arreglar ese vestido, para arruinarlo una vez más. Así que con la cabeza abajo, paso al lado de ellos, quizás no me notaron o estaban muy ocupados con su charla, nadie noto mi presencia.
Me voy a la cafetería donde les pido a las cocineras que me dejen ayudarles, ellas están felices por una mano más, así que me dejan ayudar. Así que me pongo a hacer algunas galletas, ellas se sorprenden que alguien quiera ayudarlas con su humilde trabajo, pero cocinar para mí era una terapia. Mientras cocinaba las galletas, lloraba con fluidez, era lo que no me permitía llorar en mi propia almohada. Estaba muy enojada conmigo misma. Así que el resultado de llorar mientras cocino fue la perfección de cocción y preparación de las galletas.
Las cocineras las probaron y quedaron encantadas, tanto que estas se vendieron tan rápido y trajeron muchas ganancias. Yo estaba feliz por ellas, ahora tendrían un poco más de comisión de la miseria que les pagan, pero ahora estaba yo sola en la cocina, llena de harina y pensando mientras azotó los trastos y gritó con fuerza de lo enojada que estoy.
En medio de mis gritos, escucho una voz tenue entre el sonido de los trastos. De inmediato sueltos los trastos dejándolos caer al suelo. Detrás de mi está el doctor Steward, quién me mira desentendido.
-¡Doctor Steward!-Le digo tratando de levantar los trastes, pero estos se han roto en mil pedazos, dejando mis dedos cubiertos de sangre.
-¡Candy!-Dice sin más ayudándome con estos. Después me tomó de las manos para que deje los platos en paz.-Te haces daño a ti misma.-Yo me suelto a llorar enfrente de él, mientras me toma entre sus brazos y me consuela. Él no me dice nada, solo esta allí para mi mientras lloro lo que tenía que llorar.
Cuando termino, él me pregunta.-¿Ya estás mejor?-Yo no le puedo dar una respuesta, puesto que no me siento mejor.-¿Qué tal si vamos a comer camarones, o paella?-Trata de reconfortarme, pero no puedo, es la primera vez que la comida no es la solución para mi dolor.
-No tengo apetito.-Le contesté con mi nariz chorreando.
-Bueno, no tienes apetito por qué has cocinada como loca.-Él mira en una charola una pequeña galleta, la toma y la mete en su boca.-¡Muy deliciosa, no sabía que cocinabas!-Dijo sorprendido mientras mueve sus labios rojos y dulces.
-Como le dije al doctor Terry, la cocina para mí es una manera de terapia.-Pero ahora reviso mis palabras, metí la pata al decirle que le había dicho esto al doctor Granchester. Ahora las sospechas se ponían en los ojos del doctor Steward, pero por educación o conciencia, no me dijo nada del tema, solo se quedó unos segundos en blanco, para continuar con nuestra charla.
Bueno, la verdad es que nunca fui bueno en la cocina.-Ahora rasca su cabeza.Quizás por eso soy doctor, me gusta inyectar, sacar sangre y ver huesos, creo que eso es mi terapia.-Yo me río de la aún alegría de niño que cabe dentro del doctor.-No llores más, si no me harás llorar y mi maquillaje se correrá.-Yo de inmediato me rio, ya que es mi maquillaje el que es un desastre, pero es divertido la manera en la que él me hace darme de cuenta de eso.-¿Quieres que me vea feo? ¿O que me vea radiante como siempre? -Yo lo golpeo tenuemente en su brazo, y él solo se ríe de mí.-Ya que comiste mucha masa de galleta y no me invitaste, aún que sea acompáñame a comer paella como la otra vez.-En realidad al doctor Steward no le podía decir que no, así que fuimos al mismo lugar donde comimos la primera vez.
Iba sin apetito, pero el doctor Steward pidió tanta comida que hasta yo terminé comiendo. La señora que venía de España, nos enseñó varias frases graciosas, así que cuando Harry le dijo que nos enseñara palabras en español, lo único que aprendimos fue decir:
-¡Hijos de pütä!-Gritamos los dos fuertemente, mientras el alcohol recorre nuestro cuerpo.

LA ENFERMERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora