Capitulo 11

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Adaptación Sin Fines de Lucro. La historia original pertenece exclusivamente a Lily Arzola. Los personajes son de Naoko Takeuchi.

#LaEnfermera

Capítulo 11 - La Enfermera
-¿Puede ser más infantil?-Le preguntó colmada, mientras frunzo mi ceño.
-Ve a dormir.-Me ordena, mientras yo empiezo a temblar.
-¿D-dormir? ¿Aquí?..-Ni yo misma podía imaginarme tal cosas.
-Puedes quedarte con el vago de afuera, pero será más cómodo quedarte aquí.-Él también luce desconcertado, mientras se escucha hablar.
-En realidad está actuando dulce.-Le digo moviendo mi boca.-Es extraño.Murmuré mientras siento un escalofrío pasar por mi cuerpo.
-Señorita White, aprovéchese de que estoy siendo lindo con usted, así que suba.-Él me señaló las largas escaleras color vino. Lentamente subo cada una de ellas, para encontrarme con tres puertas de madera, y él me señala la primera que es blanca.
-Ese es mi cuarto, te prohíbo entrar a esta.-Me dice dándome un golpecito en la cara.-Ese.-Me señala la puerta roja.-Es el baño.-Para después señalar la última que es color chocolate.-Esa es el cuarto de huéspedes, dormirás ahí.
Yo asiento con mi cabeza, el solo gruñe y me empuja a ellas.
Al entrar a esta me doy cuenta que es grande y espaciosa; la cama es tan grande y de sabanas color menta, también había un lindo sillón café, y al lado de esta una pequeña mesa de café. Todo era perfecto, pero antes de mover un músculo escucho que tocan la puerta, de inmediato se abre la puerta y me deja ver a el doctor Granchester que trae consigo un pantalón y una camiseta larga.
-Tome. -Me avienta estas en la cara.-Será su pijama el día de hoy. Él cierra la puerta y sale. Yo de inmediato le pongo seguro a está, ya que me di cuenta que él no suele tocar la puerta.
Cuando ya estoy cambiada, me siento un poco rara al sentir la fina tela tocando todo mi cuerpo, aparte su ropa olía bastante a él, esto era lindo; mi estómago se empezó a revolver, pensé que tal vez quería vomitar, pero solo eran mis sentimientos moviéndose dentro de mí.
Después de algunos minutos, decido que es hora de dormir, así que me acuesto y apagó la lámpara que está al lado de la cama. Cierro mis ojos convencida de que el cansancio me ganara, pero en realidad aun sigo despierta. Me muevo varias veces para ver si es la posición que no me deja dormir, pero varios intentos después me levanto y decido salir.
Al principio tenía miedo de que el doctor Granchester me escuchara en su pasillo, pero después de pasar al lado de su recamara, me siento mejor. Bajo a la cocina, la cual está llena de aparatos electrónicos muy avanzados. Mi corazón late al ver lo delicado y caro que es todo en su casa.
Quería cocinar algo, así que tomo algo de harina, leche, azúcar y huevos. En realidad, estaba pensando mucho en mi madre, estaba un poco decepcionada de lo que ella me hace, para mí estar aquí, ha sido un infierno y ella se aprovecha. Al instante me doy cuenta que estoy batiendo la masa con demasiada fuerza, esta se sale un poco de la barra y mancha el lindo suelo.
-¡Demonios!-Maldije con fuerza, pero antes de limpiar, escucho como alguien estaba entrando a la cocina.
-¿Así que está cocinando por...?-Me dice el doctor Terry, mirándome con una sonrisa en sus labios.
-Pensé que estaba dormido.-Le digo algo avergonzada, mientras mi pecho se inflama.
-Cualquier sonido extraño en mi casa lo recinto.-Suspira cansado.-Explíquese; ¿suele cocinar en la casa de extraños solo por gusto?-Yo me quedo pensando unos segundo, para después decirle algunas frases que mi padre solía decir.
-Un día el cuerpo le preguntó al corazón.-Él me mira como si yo estuviera loca, pero yo prosigo.- Cuando yo estoy herido, el médico me cura, pero si te hieren a ti, ¿quién te curará? El corazón respondió: tengo que curarme a mí mismo
El me mira y me dice:
-Y eso tiene sentido, ¿por qué?-Dijo acercándose cada vez más a la barra de la cocina.
-Por eso, cada persona tiene su manera de curarse cuando le hieren; bebiendo, cantando, enfadándose, riendo, llorando, viajando con amigos y hablando con ellos, corriendo una maratón o lo peor, ignorando el dolor. Mi forma de curarme es hacer tartas y galletas por la mañana, como ahora, como cuando mi padre murió de repente, como cuando una apasionada relación llegó a su fin; vengo a la cocina y preparo tartas, curándome con el olor del horno. ¿Puede haber un tratamiento más dulce que éste?
Él solo mira a el suelo, para después pasar sus manos por su delicada cara blanca; su pijama es simple y muy ligera, así que se sienta en una de las sillas de la barra para ponerse una pequeña manta sobre de él.
-En realidad no sabía que tu padre había muerto.-Me dice suspirando.-Lo lamento.-Me dice un poco frio.
-No se preocupe.-Le digo haciéndole forma de estrellas a las galletas.-Son cosas que pasan a diario.
-A puesto que ha pasado por muchas relaciones, y hace tartas y galletas para eso. ¿En realidad recurre a los postres cada vez que su corazón está herido?-Mira las galletas, mientras yo sonrío.
-Sí.-Le contesto con sencillez.
-¿No puede elegir algo más sano? Le dará diabetes si sigue con esto, en realidad a puesto que su vida es muy triste; así que no lo haga y como cereal, o frutas cuando esté triste.-Yo solo me mofo a su comentario, puesto que Terry siempre recurre al doctor que lleva dentro, en vez de mostrarme el ser humano que está en lo profundo de su ser.
-¿Y usted jamás ha sido dañado? ¿Por amor?-Le preguntó interesada, mientras él me mira.
-Nunca.-Dijo sin más.
-Es algo muy extraño, ¿acaso es gay?-Él me mira muy enojado, mientras yo sigo decorando mis galletas.
-¿Sabes que haría en éste mismo momento? Te patearía el trasero y te rompería los dientes, no soy gay, tonta.-Rueda los ojos molesto, mientras se que le he herido el ego.
-¿Entonces que hay de malo con usted?-Le preguntó poniéndole un poco de chocolate a mis galletas.
-¿Qué hay de malo en mí?-Se señala con su dedo fino.- Pregúntese eso a usted, yo estoy bien como estoy.-Meto las galletas al horno, para luego regresar a la barra.-¿Y qué hay de malo con ustedes? -Me pregunta interesado.-¿Siempre buscan lo mismo en un hombre?-Ahora me hace esa pregunta, mientras los dos ponemos nuestras manos en nuestras respectivas barbillas.
-¿Usted cree eso?-Le pregunto algo ofendida.-Sí se cree tan experto, ¿qué es lo que buscamos las mujeres?-Pongo mis codos en la barra y me recargo, mientras lo miró con curiosidad.
-Un hombre amable y guapo.-Dijo sin más mientras luce presumido y arrogante, nada nuevo en él.
-Bueno, no le mentiré, es lo principal.-Afirmó con mi cabeza, mientras él sigue hablando.
-Pero lo que usted no sabes, es que en realidad esos hombre son muy complejos.Me dice como si fueran matemáticas.
-¿A sí?-Alzó una ceja escuchándolo.
-Se los puedo enumerar.-Me dice retador.
-¡Hágalo!-Le digo frunciendo un poco el ceño.
-01- Los hombres amables son feos.
Los hombres guapos no son amables.
Los hombres guapos y amables están casados.
Los guapos, amables y solteros son pobres.
Los guapos, amables, solteros y ricos no están interesados en ustedes.
Los guapos, amables, solteros, ricos e interesados, se interesan en ustedes solo por el ligue.
Los guapos, amables, solteros, ricos, interesados en ustedes y fieles, son homosexüales. 
Los guapos, amables, solteros, ricos, interesados en ustedes, fieles, que no pierden el interés si son ustedes las que dan el primer paso ¡Esos hombres deben tener algún problema!-En realidad él me lo dijo con mucha fluidez, me sentí como en la escuela. En realidad él me estaba enseñando como son los hombres, y supongo que fue educativo para mí.
-¿En serio?-Le digo algo incrédula.-Conoce bien a los hombres.
-Qué le puedo decir, uno conoce a los de su especie.-Me le quedo viendo unos minutos, en realidad él es muy femenino, la forma en que tiene su piel, sus manos y su manera de cocinar, me hacen llegar a un solo punto.
-¿En realidad usted no es gay?-Él me mira más que molesto, mientras yo estoy divertida. Él solo suspira enojado.
-Di eso una vez más y en serio te golpeare.-Yo solo me río.

Lo lamento, es que es bastante raro que usted sepa tanto de relaciones, si usted mismo me ha dicho que no ha sufrido de eso.
-Una cosa es sufrir y otra es la experiencia. Búsquelo en el diccionario.-Yo solo le miró mal, mientras que él sigue ofendido por mis palabras.
-¿Quiere galletas?-Le digo al darme cuenta que ya están listas.
-Bueno, la verdad es que no quiero ser envenenado.
-En realidad soy muy buena en la cocina.-Le digo sacando las galletas del horno.
-No lo sé, no quiero morir de intoxicación.-Dijo exagerado.
-No lo hará.-Tomo una galleta y le soplo para que se enfríe, después la llevó a la boca del doctor. Al principio el me miro con asco, en realidad no quería comerla, pero le insistí más de una vez, hasta que abre la boca. Cuando la tiene en su boca, hace algunas caras lindas al morder, hasta que traga y me dice.
-En realidad no esperaba esto.-Dijo sorprendido.
-Esta buenas, ¿verdad?-Dije sonriente, mientras me siento muy feliz de haber podido ver feliz a Terry.
-Bastante.-Me dice mirándome algo extraño.-No puedes medir la temperatura de un humano, pero puedes medir la de un horno. ¿Qué clase de persona eres?-Me pregunta aun comiendo de mi galleta.
-No lo sé.-Le digo algo cansada.
-¿Por qué no estudió algo de gastronomía?-Dijo terminándose su galleta.
-No iba a llegar a ningún lugar si era eso, me pagan más siendo enfermera.-Él solo me mira algo enojado, mientras las esquinas de su boca se manchan de chocolate.
-Mañana hará mi desayuno.-Me dice mandándome, mientras toma una servilleta y limpia su boca.
-¿Qué?-Le contesto algo extrañada.
-Quiero que mañana haga mi desayuno, yo juzgaré si no sabe cocinar, o sí lo hace bien.-Me dice como si fuera mi maestro.
-¿Y eso de qué me servirá? No quiero hacerlo.-Le dije negando con la cabeza, mientras cruzo mis brazos.
-Todos piden mi opinión, es como si yo fuera dios. Véame como su padre, hijo y espíritu santo.-Dice sin más mientras que su ego es del tamaño de una sandía.
-Vaya, que usted es un...-Pero antes de terminar mi frase, él deja el lugar. Cada vez que subía un escalón, parecía ser un dios. ¿En realidad es cómo uno?-Me preguntó incrédulamente.

LA ENFERMERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora