Ying y Yang

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La desesperación se apoderaba de Taeyeon pues las puertas que trabajosamente logró abrir dentro de palacio se cerraban de la nada. La reina viuda se había vuelto temerosa después de ese segundo ritual que realizó el chamán al regreso del eunco, lo hizo bien el muy maldito, pues logró lavarle el cerebro y ahora, cuando se reunía con los funcionarios que la seguían como lacayos, ella ya no era bienvenida a unirseles, ya no hacían comentarios sobre ser la madre del gran príncipe, no planeaban cómo deshacerse del chamán y cuando quiso verlos en privado, no fue recibida, hasta Taebi mama y se negaba con mayor frecuencia a pasar tiempo a su lado. Ni siquiera podía fugarse a los calabozos buscando el consejo de Cai, pues hasta sus huesos habían sido reducidos a polvo, la única opción era como siempre, actuar sola. Su determinación haría que las personas correctas llegaran a su lado para ayudarla y mientras eso sucedía, aún tenía a alguien para usar.

—Alteza — el sirviente vestido de blanco amarillento bajó la mirada al entrar y la reverenció.

—Dime nona, ya te dije que no tienes que decirme alteza, después de todo solo soy una concubina sin el favor del Taeya. 

—Mmmm

—¿Pudiste conseguirla?

—Las cocinas no tienen la planta y los médicos la tienen controlada.

—Pero eres tú… no me dirás que no pudiste conseguirla, verdad?

—¿Para quién la quieres? Sabes que si la usas todos sabrán que es, sabrán de donde vino y somos pocos los sospechosos, si te la doy, no me pasará lo mismo que al señor Cai? 

—La usaré en mi. Nadie sabrá ni sospechara de mi. ¿Por favor?

Sehun la miró por un largo tiempo. Conocía a esta nona desde hace tiempo, sabía que era orgullosa y con aspiraciones de grandeza y estaba seguro de que a la primera oportunidad lo traicionaría, aun así, sacó de entre su ropa el atado de hojas de sauzgatillo y se lo entregó.

—Sabía que podía confiar en ti.

—No fue fácil robarlo. No te olvides de mí cuando des a luz al próximo rey.

Taeyeon sonrió, la fecha para la consumación de su matrimonio con el príncipe heredero estaba fijada y luego de untarle al Taeya un poco de la preparación de esta planta, no podría resistirse a hacerla suya toda la noche. Conseguiría ese embarazo si o si.

Mientras la concubina cavilaba su plan, la reina se reunió con los funcionarios que tenía de su lado quienes esperaban órdenes para actuar luego de ser notificada de los eventos en el concejo.

—El ministro de guerra tiene una hija, cierto?

—Si mama, un par de años menor que el Taeya, en edad casadera.

—Diganle que quiero verlo.

Cuando el ministro de guerra recibió la invitación para visitar a la reina viuda no pudo estar más feliz. Tenía planeado a la perfección su plan para pertenecer a la realeza, quien diría que los dioses lo apoyaban tanto como para poner de su lado a la reina viuda?. Con ella, las cosas marcharán el doble de rápido y parecerían naturales

En el ritual de esa noche la reina viuda no se presentó pues el pretexto de la lluvia fue perfecto para evadir la constante presión de la conciencia de sus acciones. Era vieja, por lo que el dolor en sus articulaciones debido al ahora frío clima no necesito ser mencionado para que su dama le sugiriera no salir. Estaba ese presentimiento que le indicaba que seguir el mismo camino que había recorrido toda su vida, solo le traería desgracias, mas el olor de la tierra enfriando la hizo caer en un sueño como hacía mucho que no se le presentaban.

La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora