La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~

Madurez

Chanyeol tenía dos cosas que eran su distintivo personal

Actitud positiva ante todo: Su sonrisa contagiosa y explosiva fue recriminada a lo largo de su vida por maestros, por el Taewang actual y hasta por el consejo "no es digno de un Rey mostrar su sonrisa con facilidad" pero a él no le importaba, su sonrisa afloraba con naturalidad ante cualquier situación. Esto no significaba que todo lo tomara a broma o que fuese un bufón, pues era sabido por todos que la inteligencia y dedicación del Wanseja era admirable, pero simplemente su buen humor afloraba, era raro verlo molesto o triste y muy común que las comisuras de su labios se levantaran. El único momento donde su sonrisa jamás se dejaba ver era cuando asistía a los ritos ancestrales, sus madre eran tan devota a estos que sentía cierta repulsión hacia los Mudang.

Dos: La peor suerte de Joseon; Era el mejor arquero del reino y muy competitivo pero en los juegos siempre perdía, cuando hacía travesuras con sus amigos lo encontraban de inmediato, si quería hacer trampa en un examen lo descubrían en el acto y hasta aquella vez en su adolescencia que su amigo, el ahora guardia Kim le consiguió unos 'libros populares' ni siquiera les hecho un ojo y ya los habían confiscado. Por supuesto, el castigo recibido aun lo tenía taladrado en la mente y su piel aún no supera el frío de los manantiales helados en los que tuvo que meditar por días.

Faltaba poco para llegar a la madurez y con ello conocer a la que sería la princesa heredera y su esposa, estaba emocionado, no dejaba de pensar en la hermosa mujer y de qué familia noble elegirían, pasaba largo rato recordando las ocasiones en que había salido en secreto del palacio y las mujeres tan hermosas que había visto ¿Sería la tercer hija del ministro de guerra? Esa de cabellos largos rojizos con pecas en su rostro, era tan hermosa que soñaba seguido con ella, o sería la primera hija del ministro de educación? Era más grande que él por unos meses, pero la diferencia no era tanta, además, la gruesa trenza que hacía con sus cabellos llegaba hasta la cintura y solo podía imaginar cómo se vería con el cabello sin trenzar.

— TaeYa, su maestro lo espera

Salió de su ensoñación y se encaminó a la biblioteca seguido por su séquito de euncos y sirvientes, sus estudios era algo que siempre lo motivaba, algún día sería el rey de Joseon y sus miles de súbditos dependerían de él para llevar a su Reino a la prosperidad y el progreso, por lo que no podía tomar la sabiduría con desinterés. Sus deberes como príncipe heredero los hacía con exactitud, se le daba tan natural que estaba seguro que estaba hecho para gobernar.

Quería hacer todo conforme dictaban el Gyongguk Daejeon, el consejo y la tradición, para llevar a Joseon a su mejor época.

Lo único en lo que en ocasiones deseaba contrariarlos era en escoger esposa, sabía que no aceptarían a cualquiera y la oficina de la boda real elegiría la mejor opción, pero siempre que preguntaba era recriminado por su premura y castigado con meditación para aprender a calmar su ser, odiaba esos manantiales fríos.

— Taewang, la Reina viuda me ha comunicado que requería mi presencia.

Chanyeol nunca deseó llamar padre al Taewang actual, primero, porqué la tradición dictaba el respeto absoluto ante el elegido por los dioses y después, porque nunca había mostrado afecto hacia él, sobre todo después de la muerte de sus hermanos, cómo si él hubiera sido el causante.

— Tu ceremonia de mayoría de edad se celebrará en treinta días

— Agradezco al Taewang por el reconocimiento

— Contraeras nuncias tres días después

— ¿Ya han elegido a la princesa heredera? ¿Cuándo la conoceré? ¿Quién es?

La emoción era tanta que olvidó mesurar su voz, sonando urgente y aflorando naturalmente su sonrisa. Su padre carraspeó haciéndole entender que debía comportarse