La Manshin y el Príncipe heredero ~찬백~

Desolación

La vida en palacio no había sido fácil, el ritmo de vida, las costumbres, los protocolos, todo era diferente y excesivo, aunado a que no pudo llevar un sirviente consigo para que fuera su dama de confianza y tuvo que conformarse con la que le asignaron que, aunque el trato era sin duda adecuado, era una loca que no dejaba de alabar al consorte real, siempre hablando como si estuviera enamorada, no había oportunidad de hablar una palabra en su contra o sabía que el trato ya no sería el mismo. Y, además de tener que acostumbrarse al palacio, ahora debía hacerse cargo de sus hermanos. Hubiera sido más fácil si el imbécil de Minseok no hubiera abierto la boca y, bajo la vigilancia de tantos ojos, ni siquiera podía darle una tunda debidamente. Nada salió como lo planeó, pero al menos ahora era parte de la familia real, una a la que nadie quería…

El imbécil del chamán ni siquiera la recibía en los saludos matutinos, siempre con el pretexto que su bien instruido eunuco le daba “se encuentra orando, montando un ritual” y no lo veía nunca por que estaba exento de presentar los respetos hacia la reina actual y la reina viuda.

La reina viuda era despectiva con todos, ya sabía que el manshin no le caía tan bien, que no aprobaba ese matrimonio ni el comportamiento del chamán, ya que aprovechaba cualquier oportunidad para hablar sobre él.

La reina actual al contrario, era amable pero como todos a su alrededor,  tiraba baba cuando hablaba del chamán excusando siempre sus acciones y justificándose en pro de los dioses.
Y, para colmo de males, el Taeya no la había visitado para consumar. Al menos, lo último no era culpa del chamán, pues su dama le había informado que no solo a ella no la visitaba, sino que también había evitado a su consorte real, solo esperaba que por fin hoy se llevara a cabo la ceremonia, quedarse encinta en el menor tiempo posible y obtener la adoración de todos en palacio al ser la madre del gran príncipe, contra eso, ningún chamán por mucho que tuviera a todos en el bolsillo, podría competir.

Así que fue una sorpresa cuando, al presentarse como cada mañana a presentar sus respetos a ambas reinas, el chamán ya se encontraba ahí. Como siempre, el príncipe consorte vestía las túnicas correspondientes a su profesión, aunque estas, en comparación a las que usó en Tamora, parecían telas de buena calidad mostrando exquisitos bordados. Aún así, cualquiera pensaría que lo habían llamado para planear un ritual a la familia real y no que era parte de esta. Taeyeon entró  luciendo un exquisito Hanbok en tonos rosa bordado con hojas y flores de durazno.

—Siéntate, querida. Ahora que estamos todos, pueden traer el té —saludo la reina viuda luego de que hiciera las correspondientes reverencias a las que el chamán ni siquiera miró. Nunca la había llamado querida, seguramente era para mostrar su favoritismo

—Príncipe consorte, aún no está comiendo? Temo que pueda dañar su salud si continúa así. —intervino la Reina preocupada porque Baekhyun solo tomaba el té sin ningún acompañamiento.

—¿Acaso planea ser una carga para el reino? Protestar por un eunuco sucio y traidor no es digno de un miembro de la familia real. — El tono despectivo de la reina viuda sonaba muy marcado, imprimiendo todo el asco que sentía por el eunco.

—Temo, Taebi mama, que ha malentendido la situación. No protesto por un eunuco, ayuno para purificar mi cuerpo y poder conectarme con los dioses.

—¿Ah sí? Y que le han dicho sus dioses?—respondió con ironía la reina viuda

—Los Dioses han expresado su preocupación por el palacio. —Baekhyun sacó un atado de hierbas entre sus túnicas y lo puso en el centro la mesa  —Temo que su salud mermara pronto, el hecho de expulsar a un servidor del elegido por los dioses y el desequilibrio al albergar gente nueva con energías desequilibradas, provocarán que las dificultades que aquejan al pueblo, traspasen pronto los confines del palacio— si fue intencional o no, que mirara en dirección a la concubina al decir las palabras, nadie lo sabría —. Su palacio es el más cercano a los límites, temo que será la primera en sufrir tales desgracias.